El diácono se niega a declarar ante la Guardia Civil y asegura que solo lo hará ante un juez

Los agentes querían interrogar a Peruga en relación a la denuncia por injurias que el cura de Épila presentó contra él tras atribuirle un acoso.

El cruce de acusaciones entre el diácono de Épila, Daniel Peruga, y el párroco del municipio zaragozano, Miguel Ángel Barco, a raíz de un presunto acoso sexual por parte de este último ya está en manos de la Guardia Civil. Pero como el primero solo comunicó su queja al arzobispado y dio el asunto por zanjado después de que monseñor Ureña le indemnizara con 60.000 euros en concepto de "rescisión laboral" (decisión que llevó a la Santa Sede a ordenar al obispo que dejara el cargo), lo que ha empezado a investigar la Benemérita es la denuncia del sacerdote contra el joven por supuestas injurias.


Porque Barco, el único que se ha manifestado hasta ahora públicamente sobre el asunto, asegura que "nunca" se propasó con el diácono e insiste en que "no existe ninguna prueba".


Según ha podido saber HERALDO, funcionarios de la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza se pusieron en contacto con el diácono el pasado jueves para que acudiera a prestar declaración. Sin embargo, este les dijo que no iba a presentarse y que solo contestaría a las preguntas de un juez. Ante esta respuesta, los agentes, en principio, se limitaron a comunicarle que informarán de su negativa al juzgado de La Almunia de Doña Godina que tramita el caso.


El párroco de Épila decidió denunciar las presuntas injurias el miércoles, tras enterarse de que Peruga estaba atribuyéndole un supuesto acoso sexual. Miguel Ángel Barco explicó a este periódico que iba a ratificar la denuncia ayer, pero el abogado que se ha hecho cargo de su representación, Javier Osés, aclaró que no podrán hacerlo hasta que el juez les llame. "Por la naturaleza del delito, finalmente habrá que formalizar una querella criminal, pero vamos a esperar a ver qué dice el instructor", indicó el letrado. Este aprovechó para calificar de "barbaridad y sinsentido" el que se esté pidiendo la suspensión cautelar del sacerdote. "Primero, porque la acusación de acoso es falsa. Y, segundo, porque el único que ha presentado hasta ahora una denuncia es él", indicó.


Mientras la Guardia Civil indaga sobre las supuestas injurias contra el párroco, el Arzobispado de Zaragoza mantiene abierta su propia investigación para aclarar si Miguel Ángel Barco sometió o no al diácono a algún tipo de acoso. De momento, el único que ha pasado por la sede arzobispal para dar su versión de los hechos ha sido el párroco. Lo hizo el pasado jueves y reiteró ante el administrador diocesano, Manuel Almor, que las acusaciones vertidas contra él "son falsas".Concentración junto a la iglesia

Los vecinos de Épila, municipio donde los dos religiosos coincidieron durante dos años y medio, no ocultan su inquietud por la magnitud y repercusión mediática que ha adquirido el caso. De momento, las madres de algunos niños optaron por no llevar ayer a sus hijos a la catequesis que impartía el párroco a los futuros comulgantes. "Nos gustaría que nos dieran algún tipo de explicación para quedarnos tranquilas", manifestaban el miércoles algunas de ellas.


Aunque nadie se ha puesto en contacto con la Delegación del Gobierno en Aragón para solicitar autorización, a través de Whatsapp se ha convocado a los epilenses a concentrarse esta tarde a las 18.00 frente a la iglesia parroquial de Santa María la Mayor. Según el mensaje rebotado de forma anónima, el llamamiento se hace: "Para demostrar nuestra indignación".


La que sí se está tramitando por el trámite reglamentario es la manifestación impulsada por el partido Federación de Independientes de Aragón (FIA), prevista para el próximo 5 de diciembre.


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