En Épila, la familia Ripa lleva un siglo dedicándose a la apicultura

Sobrellevando los contratiempos del sector, la práctica ha pasado por tres generaciones: la del abuelo Pascual, su hijo Vicente y su nieto Javier

Pascual y Vicente Ripa
En Épila, la familia Ripa lleva un siglo dedicándose a la apicultura
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En Épila, la familia Ripa lleva un siglo ofreciendo miel de sus panales. Años de experiencia e innovación han hecho posible su supervivencia en una práctica que también ha tenido que aprender capear la crisis. Primero fue el abuelo Pascual. Después, su hijo Vicente. Y, hoy, es su nieto Javier quien se encarga de continuar con esta tradición familiar.


Recuerda Vicente que en 1904, un director alemán se encontraba de visita en la azucarera de Épila junto a su mujer. En la visita a la fábrica, su padre, Pascual, divisó un panal de abejas en el camino que intentó quitar antes de que pasase la dama alemana por miedo a que alguna le picase. “Pero los alemanes llegaron antes, y para su sorpresa, la mujer se puso a acariciar el enjambre sorprendiendo a todos”, relata Vicente, quien a sus 86 años, quizá sea uno de los apicultores más longevos y experimentados de toda la comunidad aragonesa.


Por aquel entonces, como ellos, ya había quien se dedicaba a la apicultura en Épila. “Mi abuelo Juan ya tenía algún vaso, que era el sistema que se utilizaba antiguamente, y mi padre tenía las colmenas en columnas, un sistema más avanzado para época”, matiza Vicente, quien asegura que algunas de las primeras columnas apícolas de España se crearon en su pueblo. “Los alemanes se interesaron porque mi padre les enseñase sus colmenas y cómo se hacía la miel y quedaron asombrados”, cuenta orgulloso el octogenario.


Los primeros recuerdos de Vicente con las abejas y la miel se remontan a la Guerra Civil. Él tenía 8 años y cuando estalló el conflicto bélico vivía en el barrio de Casablanca de Zaragoza. Pero su padre, para proteger a la familia, los llevó hasta Rodanas –en la Comarca de Valdejalón-. “Salimos al campo después de un bombardeo y allí encontré un enjambre que guardé durante mucho tiempo en un vaso de los antiguos. Aquel fue mi primer acercamiento con la apicultura”, explica el octogenario, quien asegura que ahora todo es más fácil gracias a la mecanización de las herramientas de trabajo. “La miel y las abejas me han hecho muy feliz. También que mi hijo Javier haya seguido con esta tradición familiar. Mis nietas ya veremos, todavía son jóvenes”, asegura Vicente.

Javier Ripa, la generación presente

Hoy es su hijo Javier, de 54 años, quien se dedica activamente a producir la miel. Aunque Vicente ya está jubilado desde hace años, jamás se ha separado de sus abejas y todavía pasea de vez en cuando hasta unas cajas cercanas a su casa para supervisar que todo esta en orden. “Recuerdo que en la época de la flor del naranjo y del romero mi padre siempre realizaba la trashumancia a Valencia y yo solía marchar con él. En aquellos viajes, él también aprovechaba para llenar su cajón de naranjas y venderlas luego en la comarca”, recuerda Javier, quien tiene una explotación de 75.000 colmenas que cuida entre la zona de los Monegros y Guadalajara.


En Épila hay al menos tres familias que se dedican activamente a la apicultura. Los Ripa son una de ellas. Siempre han vendido a mayoristas y a gente que directamente va hasta su casa a rellenar su bidones de miel. “Tenemos clientes de Logroño, el País Vasco o Valencia desde hace más de 30 años que ya son como amigos”, apunta Javier. “Yo estuve a punto de comercializar el producto, pero la diferencia de precio entre la producción nacional y la China, uno de los principales competidores es importante y decidí no hacerlo”, explica el apicultor.


Y es que mientras producir un kilo de miel en la Unión Europea, siguiendo todos los requisitos que exige la normativa comunitaria tiene un coste que oscila entre los 2,3 y los 6,5 euros el kilo, el precio medio de entrada de miel china a España se sitúa en 1,30 euros el kilo.


Este es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los productores apícolas, que aseguran que producir miel ha dejado de ser rentable desde el punto de vista económico. “Vivir de esto es posible si estás muy experimentado, si no, es imposible”, asegura Javier. “Las ayudas que dan las instituciones cada vez son menores y más complicadas de solicitar porque piden muchas cosas. Además, se está metiendo mucha gente joven en este sector, pensado que es una panacea, y se está empezando a producir una masificación”, explica este apicultor de Épila. “Los pesticidas, las malas praxis, las nuevas enfermedades y las viejas, que se han hecho invencibles, son algunos de los principales problemas a los que nos enfrentamos”, concluye.