"Mis hijos me dicen que venda el piso"

Los vecinos de Conde Aranda lamentan la suciedad y los conflictos que sufre la calle, donde además una veintena de locales están vacíos

Uno de los establecimientos cerrados, que acumulan basura tras sus vallas.
"Mis hijos me dicen que venda el piso"
Guillermo Mestre

Pasear por la calle de Conde Aranda es entrar en un variado crisol de idiomas, culturas y colores de piel. Sin embargo, muchos vecinos lamentan que en momentos determinados esto se traduzca en problemas de convivencia y en conflictos puntuales. La suciedad de las calles –provocadas en gran parte por los frutos de las moreras en una de las aceras– y los locales cerrados completan el cuadro de esta calle, uno de los principales viales del Casco Histórico zaragozano.


Fuentes del Ayuntamiento de Zaragoza defienden que la calle no sufre "ningún trato desigual" ni tiene "problemas especiales de limpieza", y que todos los días pasan barrenderos, además de máquinas de baldeo y, en verano, hidrolimpiadoras para tratar de paliar la suciedad que provocan las moreras. Sin embargo, muchos vecinos critican cómo está la calle. Joaquín Contamina, presidente de la asociación de comerciantes de Conde Aranda, dice que el estado de las aceras "es una pena", y que las limpiezas a fondo "se tendrían que hacer más a menudo". Por su parte, María Luisa Santafé, presidenta de la asociación de vecinos, señala a las moreras como el principal foco de suciedad. "Se pisan los frutos y el suelo se queda hecho un asco", apunta. 


Lola Termis, vecina de Conde Aranda, se pregunta "cómo puede estar clasificada como calle de primera especial". "En la plaza de España o en Independencia, también clasificadas así, pasa maquinaria de limpieza continuamente, no sé por qué a nosotros no nos hacen el mismo servicio". Además, lamenta el ruido y la suciedad que provocan algunos bares de la calle "por los que da miedo hasta pasar". En la puerta de uno de ellos sufrió un encontronazo desagradable, cuando reclamó a un cliente que no arrojara desperdicios a la acera. "La calle es nefasta, y no era así cuando vine a vivir aquí. Mis hijos me han llegado a decir que venda el piso", apunta esta vecina.


María Luisa Santafé, por su parte, también admite los conflictos que sufre la calle, alguno de los cuales se agudiza en verano: "Hay gente que sale con hamacas a la calle por la noche, y están gritando hasta las dos de la madrugada. Además, hay esquinas en las que la gente se para a beber y fumar hasta muy tarde".Locales cerrados

No ayuda a mejorar la imagen de degradación de la calle la cantidad de locales cerrados que hay, tras cuyas vallas se acumula basura que los dueños no retiran. Actualmente hay alrededor de 25 establecimientos con la persiana bajada. La crisis, común a toda la ciudad, ha hecho que muchos establecimientos hayan tenido que cerrar, y los carteles de ‘se vende’ o ‘se alquila’ son habituales. Desde la asociación de comerciantes, no obstante, han observado en los últimos meses un ligero repunte en las ventas que les hace ser optimista de cara al futuro de la que en su día se conoció como ‘avenida del Mediterráneo’.