Un joven al que quemaron con la plancha no acude al juicio a ratificar las torturas

El fiscal apunta la posibilidad de que esté muerto
y mantiene la petición
de 56 años de cárcel para los presuntos autores.

Alejandro R. R. permanece en paradero desconocido desde hace al menos dos años. Hasta en cuatro ocasiones se ha cursado una orden de búsqueda para que se presentara en la Audiencia de Zaragoza, donde debía comunicársele la fecha en la que se iba a celebrar el juicio contra las tres personas que supuestamente lo intentaron asesinar hace cinco años. Pero todas las gestiones por localizarle han sido inútiles. El fiscal solicitó ayer la suspensión de la vista con el fin de que se le volviera a buscar, a lo que el abogado de los acusados, José Luis Melguizo se opuso, y el tribunal de la Sección Sexta desestimó su petición.


La vista se celebró pues sin poder contar con la presencia de la víctima para que ratificara el martirio al que fue sometido la noche del 15 de septiembre de 2009 por tres individuos que lo abordaron en el portal de su casa, en la calle de Sanz de Otero, en el Actur. Los agresores le preguntaron que dónde estaba «la vaina», en referencia a una cantidad de droga, y tras no obtener respuesta comenzaron un ritual de tortura propio de las mejores películas de mafias. Solo que en esta ocasión fue realidad. Tras cortarle los pantalones y calzoncillos con un cuchillo y dejarlo desnudo de cintura para abajo, lo amordazaron y ataron de pies y manos con cinta adhesiva. Después, le ataron una plancha en un muslo y la enchufaron a la red. Luego le intentaron asfixiar con una bolsa de plástico en la cabeza y también ahogar metiéndolo en la bañera llena de agua.


Luego de registrar la casa y meter sus pertenencias en una maleta, lo sacaron de la vivienda, lo metieron en el maletero de un coche y lo llevaron cerca de Zuera, donde lo acuchillaron en el cuello antes de darlo por muerto y dejarlo tirado en el campo.

En el banquillo de los acusados se sentaron Wolman Antonio P. C. y Miguel P. T., ya que el hermano del primero, Daury Argenis P. C., murió en 2010 atropellado por un camión en Zaragoza. Los dos negaron los hechos y dijeron no comprender cómo se les ha involucrado en esta truculenta historia.


Wolman Antonio P. C., conocido entre sus allegados como ‘Papito’, declaró que conocía a «Alex» porque compartía el piso con su hermano Daury, pero añadió que nunca había tenido ninguna bronca con él. En cuanto a Miguel P. T., alias ‘Miguelito’, manifestó que no conocía a la víctima.


La relación entre los procesados y la víctima la estableció la Guardia Civil a través de los pinchazos telefónicos que solicitó al juzgado para investigar el caso, ante la poca colaboración inicial de la víctima. En dos conversaciones pudieron escuchar cómo Alejandro Rincón hablaba con la mujer de Wolman y con su hermana y, sin mencionar la agresión, les proponía no denunciar a cambio de que le devolvieran sus pertenencias y «dos y medio», lo que los agentes interpretaron como dos kilos y medio de droga.


Posteriormente, la víctima hizo tres declaraciones en las que en una señalaba a Papito y Miguelito como los autores y en otra decía que no conocía las identidades de los agresores. Estas contradicciones fueron puestas de manifiesto por el abogado de los acusados quien, además, pidió la nulidad de su testimonio al no haber sido sometido a contradicción.


Por su parte, el fiscal lamentó la ausencia de Alejandro R. y dijo que si hubiera estado presente haría falta hacer un esfuerzo intelectual para demostrar que los acusados son culpables. «No sabemos si todavía intenta solucionar el asunto de manera privada o es que este hombre ya no existe», dijo.