Sin noticias de Víctor

Dos meses después, la investigación sobre la desaparición en Nochevieja del joven brasileño sigue sin encontrar respuesta alguna. Sus familiares y amigos celebran este sábado una concentración en Zaragoza.

Cartel del joven desaparecido en Zaragoza
Cartel del joven desaparecido en Zaragoza

Hace ya dos meses que Víctor Da Silva, joven brasileño afincado en Zaragoza desde hace 8 años, salió de su casa en el barrio de Vadorrey de la capital aragonesa para disfrutar de la Nochevieja con sus amigos. Pasó la noche junto con sus compañeros de universidad en el cotillón organizado en el Espacio Ebro, en el meandro de Ranillas, lugar en el que fue visto por última vez antes de engrosar la lista de desaparecidos de 'alto riesgo' del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de la Policía.


Desde entonces, la minuciosa investigación sobre la desaparición de este estudiante de 19 años no ha conseguido arrojar apenas luz sobre el suceso. Ni las labores de búsqueda por el río, ni la llegada de cuerpos y dispositivos especiales a Aragón como los GEO o un innovador sistema de rastreo por drones han logrado hallar respuesta alguna al extraño suceso que ha desencadenado también varias búsquedas e iniciativas ciudadanas.


"Cada día es más complicado porque tenemos más preguntas abiertas, y pese a que la Policía, los amigos y todo el mundo se ha volcado, no hemos encontrando ni una respuesta sobre lo que le pasó a Víctor", explica su prima, Thais, que este sábado encabezará en la marcha convocada en apoyo a la madre del desaparecido, Renilda, y que busca mantener el nombre del joven brasileño en la mente de la gente ante cualquier nueva posibilidad -a partir de las 18.00 en la plaza de Mozart-.

Su pista se pierde muy cerca de su casa

Víctor da Silva estudia Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Zaragoza, tiene 19 años, mide 1,78 metros, es de tez morena y nació en Salvador de Bahía. Participó en el cotillón de la pasada Nochevieja que tuvo lugar en el Parque del Agua de Zaragoza y fue visto por última vez durante las primeras horas de la mañana del 1 de enero.


En torno a las 6.30 de la mañana del día de año nuevo los últimos amigos que le vieron en el cotillón se despidieron de él. Víctor quiso quedarse un poco más en la fiesta, y entre las 8.00 y las 9.45 siguió enviándose mensajes vía 'whatsapp' con sus conocidos, primero a una chica que conocía en Valencia y luego en un grupo que compartía con amigos.


En torno a las 7.30 se tiene su último testimonio visual. Un taxista lo ve sentado sobre una silla en la avenida Pablo Ruiz Picasso del Actur y avisa a la Policía Local, que lo apercibe y le deja continuar.


Su rastro sigue después hasta el Polígono de Cogullada, de camino a su casa, donde el repetidor recoge que Víctor realizó un total de 4 llamadas entre las 10.00 y las 10.05 a la compañía de bus Alosa, que realiza el servicio entre Huesca y Zaragoza. Sus amigos y familiares han repetido durante toda la investigación que el desaparecido no tenía ninguna relación especial con la capital oscense.


Casi dos horas más tarde, en torno a las 12.30, el siguiente repetidor situado en la calle de Felisa Gale a solo unas manzanas de su casa recibe que de nuevo el móvil de Víctor se conecta dos veces a internet, punto en el que se centran ahora las pesquisas policiales, que han requerido a la operadora Orange los datos para saber a qué webs o servicios pudo acceder el desaparecido.


Durante todo este proceso la Policía ignora si el teléfono fue manejado por el joven brasileño o por otras personas. Todas las batidas y rastreos realizados en la zona del polígono se han saldado sin resultados, aunque la investigación ha constatado que dos naves del polígono de Cogullada albergaron fiestas ilegales regentadas por latinos, a las que presumiblemente pudo concurrir Víctor bien al encontrarse con algún conocido y en la que la familia teme que el desaparecido pudiera tener algún problema.

Por tierra mar y aire

Tras la denuncia de la familia, la Policía empezó explorando la posibilidad que parecía más evidente. El desaparecido había tenido un accidente, y estando en Ranillas o de camino a su casa, había caído al cauce del Ebro. Los trabajos se fueron intensificando y ampliando conforme pasaban los días, trabajando en las labores de rastreo expertos subacuáticos, el cuerpo de bomberos y ampliando la búsqueda al Gállego y al embalse de Pina, sin embargo, no se obtuvo ningún indicio.


Más tarde llegarían las intervenciones de helicópteros con cámaras especiales, el uso de drones y hasta la participación de los GEO y del cuerpo canino. Al ver como no aparecían noticias de Víctor su familia y amigos organizaron varias batidas voluntarias que congregaron a cientos de personas por el entorno del polígono de Cogullada. Una implicación ciudadana que se repetirá este sábado, en la nueva marcha convocada.

La familia descarta la hipótesis de que cayera al río

Por parte de la familia, a día de hoy se piensa que es complicado que Víctor cayera al Ebro. Su abogado, Carlos Vela, solicitó a la Policía que abriera una nueva vía de investigación en torno a la posibilidad de que Víctor sufriera algún accidente ya en su barrio, en Vadorrey, donde era muy conocido por todo el vecindario.


"La Policía ha estado siempre muy atenta y ha visitado los talleres de la zona en busca de algún coche que mostrara marcas de atropello, pero además nos gustaría que se investigara más a fondo en el propio barrio, porque hay un margen de dos horas en el trayecto que hace Víctor hacia casa del que no tenemos constancia", explica el abogado, que espera que las nuevas pesquisas puedan al fin arrojar algo de luz sobre un caso que ya ha excedido a cualquier investigación de este tipo realizada en los últimos años en Aragón.