Un nuevo negocio acaba de instalarse en el Coso recordando viejos tiempos: un limpiabotas. Gabriel Eduardo Toro, soldador que estaba en paro, ha decidido apostar por este antiguo oficio. Compró una silla, pidió el permiso al Ayuntamiento y lleva unos días limpiando zapatos en la calle, junto a la entrada de la FNAC.

"Nací en Chile y con 20 años me fui a Brasil. Allí tuve distintos trabajos de soldador y mantenimiento en distintas empresas, hasta que decidí venir a España. Tengo un hermano en Zaragoza y llegué en 2006 con una oferta de trabajo. Después vino la crisis y mi empresa comenzó a despedir gente. Yo llevaba en el paro desde 2009. Con más de 50 años es muy difícil encontrar trabajo", resume Gabriel, casado y con tres hijos.

El nuevo limpiabotas es autodidacta. "En Zaragoza prácticamente había desaparecido la profesión de limpiabotas y se me ocurrió que podía continuar con la tradición. Encargué la silla a un ebanista, es un mueble de estilo aragonés con maderas nobles. Después hice un curso por internet. Te explican qué cepillos hay que usar, qué productos son mejores para limpiar y se aprende viendo vídeos de otros limpiabotas por el mundo", cuenta.

De momento, ha invertido unos 1.000 euros en su negocio, entre la silla y los permisos necesarios. "Acabo de empezar y voy tirando. Hago unos 7 u 8 servicios al día. Además, algunas señoras me traen zapatos de casa para que se los limpie. Cobro 3,50 euros", explica el limpiabotas novel.

"Lo he visto al pasar y quería probar. Durante muchos años he sido cliente de limpiabotas. Antes iba al Limpia del Tubo", comenta Castro, sentado en el sillón del Coso, mientras Gabriel saca brillo a sus zapatos.

El negocio de Gabriel está abierto todos los días de 9.00 a 13.00 y de 15.00 a 20.30. "A las cuatro de la tarde, con el calor, no pasa nadie por aquí", reconoce. Y por la noche guarda la silla en un trastero cercano.

El limpiabotas del Tubo continúa en San Siro

Gabriel es el último, pero no el único limpiabotas de Zaragoza. Desde hace 34 años, Ángel Luis Pastor trabaja limpiando zapatos. Empezó con su padre en un local en la calle Cuatro de Agosto, en el Tubo. Hace unos años el local se transformó en bar, El Limpia, y él siguió trabajando en el establecimiento. Y hace cuatro meses, se trasladó al bar San Siro, en la calle de Joaquín Costa, donde sigue atendiendo a clientes de toda la vida y a algunos nuevos.

"Aquí me va mejor que en el Tubo, estoy contento. El oficio ha cambiado mucho desde que empecé con mi padre, a los 14 años", cuenta Ángel Luis, mientras trabaja sentado en un pequeño taburete. Él cobra 4 euros por servicio y trabaja todas las mañanas de lunes a viernes, de 7.00 a 14.00.