Rehabilitación de toxicómanos

"El Frago me dio la vida. Cuando entré no era nada y salí siendo una persona"

La petición para que no se cierre la Comunidad Terapéutica de El Frago ha logrado 77.000 firmas en menos de un mes.

Una de las asambleas en la Comunidad Terapéutico de El Frago
"El Frago me dio la vida. Entré sin ser nada y salí siendo una persona"

"Gracias, gracias y gracias", son las únicas palabras que puede dirigir un antiguo paciente de la Comunidad Terapéutica de El Frago a los profesionales que allí trabajan. Es el único centro público de Aragón dedicado a la rehabilitación y reinserción de toxicómanos, y son muchas las personas que han depositado en él todas sus esperanzas desde que se inauguró en 1986.


"A mí me dio la vida -asegura la misma persona-, la gente que trabaja allí son profesionales como la copa de un pino que hicieron un gran trabajo conmigo. Ahora tengo una familia y un buen trabajo, y sin ellos igual ni estaría aquí", insiste emocionada sin querer recordar los malos momentos.


Unai Mensuro Miguel, por su parte, se muestra convencido de que jamás hubiese conseguido dejar la cocaína sin la ayuda de esta comunidad terapéutica. En su época en el mundo de la moda y la hostelería, Unai consumía de forma diaria entre ocho y nueve gramos de esta droga, cantidades "muy elevadas", según él mismo reconoce. Recuerda que llegó un momento en el que la situación se hizo insostenible y varios sucesos que prefiere no recordar le llevaron a ingresar en el centro de desintoxicación en 2007.


"Se hizo obvio que por ese camino solo podía acabar debajo de un puente, en la cárcel o en el cementerio", recuerda sin titubear seis años después. Unai estuvo un año viviendo en la comunidad de El Frago. Desde entonces no ha vuelto a consumir, ha conseguido un buen trabajo, una pareja y hace poco acaba de tener un hijo: "Todo lo que tengo es gracias a mi estancia en El Frago. Fue un nuevo punto de partida, volver a nacer", asegura convencido.


Petición ciudadana

Las de estos dos antiguos pacientes se unen a las más de 77.000 firmas que ha conseguido en menos de un mes la petición para impedir el cierre de esta comunidad terapéutica. El ejeano Carmelo Ciudad decidió poner en marcha esta iniciativa a través de la plataforma Change.org y asegura que tiene el apoyo de un amplio grupo de familiares y amigos de pacientes: "El problema de la drogadicción está de actualidad y no parece que se vaya a corregir de momento -recuerda-, no pueden, por tanto, eliminar el único centro público de este tipo en la Comunidad", sentencia este aragonés.


Unai, por su parte, se señala a sí mismo como el ejemplo de que la droga está, por desgracia, al alcance de todos: "Cualquier chaval de 14 o 15 años puede conseguir drogas sin esforzarse mucho y no es algo de personas marginadas. Yo tenía un trabajo y una familia normal, y aún así caí", recuerda sincero.


Este paciente considera como claves en su rehabilitación el lugar estratégico de la Comunidad -alejada de la influencia de la ciudad-, la disciplina horaria, el sistema de repartición de tareas y responsabilidades entre los pacientes y la amplia experiencia del equipo humano: "Psicólogos y educadores que me apoyaban a mí dentro y a mi familia fuera. Que tienen muchísima experiencia tanto con chavales jóvenes como con personas de más de 45 años, que te ayudan a solventar los conflictos y a superar tus miedos". A día de hoy, Unai sigue manteniendo una buena relación con los profesionales del centro y los considera, sin dudar, parte de su familia. "Siempre les estaré agradecido", añade.


La plataforma de familiares y amigos también ha emprendido otras acciones como el envío de cartas a las administraciones y no cesará en su empeño hasta que no se asegure la permanencia de la única comunidad terapéutica pública de Aragón.