TOROS

Discreto cierre de rejones para la Feria del Pilar

La Feria del Pilar se cerró con una corrida de rejones de discreto resultado artístico, en la que Diego Ventura y Leonardo Hernández cortaron sendas orejas.

Diego Ventura, en la Feria del Pilar
Discreto cierre de rejones para la Feria del Pilar
EFE

La serie continuada de festejos taurinos de la Feria del Pilar se cerró hoy con una corrida de rejones de discreto resultado artístico, en la que Diego Ventura y Leonardo Hernández cortaron sendas orejas.


FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros, despuntados para rejones, de Los Espartales, correctos de presencia y desiguales de volumen, y de juego dispar. Sólo los dos primeros sacaron calidad en las embestidas. El resto sacó complicaciones de manso.


Diego Ventura: dos pinchazos, rejonazo y descabello pie a tierra (ovación); y rejón trasero (oreja).


Leonardo Hernández: dos pinchazos y rejonazo contrario (ovación); y pinchazo hondo y rejonazo caído (oreja).


Francisco Palha, que tomaba la alternativa en España: pinchazo, medio rejón bajo y descabello pie a tierra (ovación); y dos rejonazos contrarios y muy caídos, dos pinchazos y descabello (palmas tras aviso).


La plaza casi se llenó

Un brindis especial


Han sido muchos los toreros que durante toda la feria han brindado toros al convaleciente Juan José Padilla, a través de los micrófonos de la televisión de pago. Pero ninguno de esos brindis ha tenido las connotaciones del que le ha hecho hoy al jerezano el rejoneador Leonardo Hernández.


Hace ya varios años que el joven jinete madrileño perdió la visión de su ojo derecho al golpearse accidentalmente con el pomo de un rejón, pero eso no le ha impedido situarse y mantenerse en la primera fila del toreo a caballo. Todo un ejemplo positivo que debe ser un referente para Padilla de cara a su añorada vuelta a los ruedos.


Leonardo no le cortó a ese toro brindado sino al quinto la segunda y última oreja de la tarde, que premió una faena a más a un animal que nunca se empleó tras las monturas. Fue con "Quieto", el más veterano e infalible caballo de su cuadra, cuando la obra cogió verdadero vuelo, por los emotivos cites en corto, por el sosiego del equino y por el ajuste al torear y al clavar. Tres banderillas cortas clavadas al violín sobre "Xarope" terminaron de avalar el trofeo.


El toro cuya lidia dedicó a Padilla fue mansote y reservón, por lo que Hernández no logró brillar a suficiente altura, salvo en un par de banderillas a dos manos clavado con gran habilidad.


Los fallos con el rejón de muerte le impidieron a Diego Ventura cortar algún trofeo a su primero. Excesivamente castigado con un segundo rejón, el toro de Los Espartales fue apagando la calidad de sus embestidas hasta dificultar más de la cuenta la suerte suprema.


Sí obtuvo una oreja del cuarto, un toro manso que no dejó de barbear las tablas buscando la salida pero al que, no sin ayuda de sus auxiliadores, Ventura sujetó lo suficiente fuera de la querencia para clavarle banderillas con facilidad. La prontitud con que lo mató, al primer intento, contribuyó mucho a la concesión del trofeo.


El portugués Francisco Palha tomó su alternativa española, una anecdótica y reciente costumbre que evita puntualmente a los rejoneadores figura abrir plaza en compromisos como el de hoy. El de la ceremonia, aunque renqueó mucho de los cuartos traseros, persiguió noble e incansablemente a sus cabalgaduras. Palha buscó siempre los embroques frontales, pero no siempre con precisión.


Más desigualmente aún clavó rejones y banderillas al sexto, un toro que se aquerenció en la puerta de toriles. Aun así, Palha le sacó partido con inteligencia y un natural gancho con el público. Pero lo mató tan mal, o peor, que al de la alternativa.