PILAR 2011

¿Pegan fuerte los cabezudos?

Son ágiles, rápidos y sobre todo 'cabezudos' pero ¿dónde y cómo pegan las comparsas durante sus emboscadas?

La comparsa de Gigantes y cabezudos en Zaragoza
¿Pegan fuerte los cabezudos?
P.R.D

Lunes 10 de octubre, plenas fiestas del Pilar. Cientos de niños de todas las edades esperan la salida de los gigantes y cabezudos por la avenida Ranillas desde el Colegio de Educación Especial de Alborada. Tras una breve pausa en las que fotos y abrazos apabullan a la comparsa, 'El Torero' se arranca calle abajo con la fusta en la mano propinando latigazos a diestro y siniestro creando una marabunta formada por chavales y no tan chavales que le provocan desafieantes. “Abusón, abusón abusón”, corean los niños mientras acompañan sus gritos con palmas.


Nueva arrancada, esta vez de 'El Morico' que fustiga con moderaión, de cadera para abajo, a todas las personas que se cruzan en su camino mientras golpea fuertemente el látigo contra el suelo para intimidar durante su carrera. Y es que los cabezudos reparten y mucho, pero suave y sabiendo a quién. “Traemos a nuestros hijos sin miedo ninguno, lo sucedido en San José fue un hecho puntual, señala Óscar Val, uno de los padres que acompaña a su hija a este tradicional desfile.


“Todos hemos corrido los cabezudos de pequeños y siempre llegábamos a casa con alguna moradura” pero los incidentes ocurridos en las pasadas fiestas del barrio de Zaragoza fueron “una pasada” y un hecho “poco habitual”, opina Óscar Val, mientras se dirige con su cría hacia la salida de la comparsa. “Los cabezudos saben de sobra que están para el disfrute de los niños y no se exceden con los golpes”, defiende Val.


La polémica se levantó hace unas semanas cuando unos padres denunciaron en HERALDO las lesiones que sufrieron sus hijas a causa de los latigazos propinados por la comparsa  durante las pasadas fiestas del barrio de San José. “Fue un hecho puntual fuera de lo común”, comentan los progenitores como norma general. “Si tuviéramos algún tipo de miedo, no traeríamos a nuestros hijos”, señala Paz, mientras alza a su hijo para que observe el desfile de la comparsa de gigantes y cabezudos.


Por su parte, Cristina, madre de dos niños, se muestra firme y reclama que las agresiones de los cabezudos “no se repitan nunca”. Además, recuerda en las fiestas de Torrero hubo unos acontecimietnos parecedidos. “La hija de una compañera de trabajo volvió a casa con el brazo amoratado por los latigazos”, rememora. Sin embargo, estas tradicionales emboscadas de cabezudos raramente se saldan con percances reseñables y mucho menos lesiones de consideración, a diferencia de los lamentables incidentes ocurridos en San José.