LA OFRENDA DE FLORES
1958. La primera convocatoria oficial
"Aspiramos a que millares de señoritas, de jóvenes de toda clase y condición ofrenden ramos de flores a la Virgen, para lo cual traeremos cuantas flores sean necesarias, y artistas especializados para prepararlas", rezaba el programa de las Fiestas del Pilar de 1958.
En la mañana de un 12 de octubre de sol y fuerte cierzo, y mediando las plegarias de la congregación
de las Lucías, a quienes se entregó un donativo con el fin de que rezasen para que no lloviese,
varios miles de ramos de claveles tortosinos estaban listos para ser ofrendados por fieles
ataviados a la manera tradicional que, durante hora y media, recorrerían las calles más significadas
del centro de Zaragoza hasta llegar a los pequeños escalones dispuestos a los pies de la
Virgen en el centro de su plaza, para crear con ellos un vistoso y colorido manto, cuya fragancia
perdurase durante las fiestas.
El 23 de julio de 1958 se había anticipado a la prensa el programa de Fiestas del Pilar,
en el que uno de los propósitos decididos era que los barrios participasen "amplia y
activamente en el programa de festejos", sintiéndose "plenamente integrados en las Fiestas
del Pilar, y esto puede darse ya por logrado".
La Ofrenda habría de constituirse en "un número excepcional del programa, al igual de lo que ocurre en Valencia. Aspiramos a que millares de señoritas, de jóvenes de toda clase y condición ofrenden ramos
de flores a la Virgen, para lo cual traeremos cuantas flores sean necesarias, y artistas
especializados para prepararlas". El concejal Manuel Rodeles manifestó con entusiasmo
que la meta era alcanzar la categoría oficial de Fiesta Nacional, lo que se lograría
no mucho después, cuando en 1965 fueron declaradas las del Pilar, por su llamativo
desarrollo y su personalidad, Fiestas de Interés Turístico Nacional.Un "número" sugestivo y sorprendente
Las reticencias de la prensa sobre la dificultad de proporcionar las flores necesarias o sobre la resolución de la cuestión del traje aragonés, estuvieron presentes desde el principio, del mismo modo que se había cuestionado el "grito en la pared" que era el cartel anunciador de aquel año, o la posibilidad -perdida- de incluir en el programa
de las fiestas el rodaje de la película 'Salomón y la reina de Saba', dirigida por
King Vidor, que tenía lugar por aquellos días en Valdespartera y otras tierras aragonesas.
Las críticas, dirigidas en su mayor parte a las decisiones del concejal, contemplaban
no obstante el hecho de que "el tesón aragonés y la devoción a la Virgen han allanado
dificultades de mucha mayor cuantía". Lo cierto es que, fuese tesón o devoción,
el éxito de participación de la gente habría de convertirse en una realidad, refrendando
así los deseos de Manuel Rodeles y dando respuesta a la pregunta que desde la
prensa se le lanzaba: ¿Cabe imaginar un número más sugestivo y sorprendente y que
tenga la virtud de atraer más forasteros?
La misma prensa se hará eco, el 18 de septiembre, de los intensos preparativos de
una Comisión que desea intensamente la participación ciudadana y recurre para ello
al tono más emocional de la devoción mariana, tan usual en la época. "La Comisión
prepara con todo cuidado este grandioso acto que tendrá lugar a las doce del día de
nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Pilar. Centenares de mujeres zaragozanas, tocadas con el típico traje regional aragonés, le ofrecerán sus flores ese día. Se pretende
organizar una magnifica comitiva en la que figurarán niños vestidos con el traje regional,
representantes de los países hispanoamericanos, grupos de coros y danzas nacionales
y extranjeros, Casas Regionales establecidas en Zaragoza, representaciones de
los barrios zaragozanos, de villas y ciudades de la provincia, de Huesca y de Teruel, cerrando
su marcha la reina de las fiestas y sus damas de honor. En la plaza del Pilar se
instalará una colosal reproducción de la Santísima Virgen del Pilar, y en su manto
se irán clavando los ramos de flores que portará cada mujer que tome parte en la Ofrenda,
y a los pies de ese manto serán colocadas igualmente las canastillas de flores que
portarán los hombres. Es tanto el estímulo que existe para tomar parte en esta ofrenda,
que sabemos que algunos barrios zaragozanos están ya construyendo monumentales
soportes para cubrirlos de flores".
El 20 de septiembre, la Ofrenda de Flores aparece incluida por primera vez en el
avance del programa oficial de actos de las Fiestas del Pilar, publicado por HERALDO
DE ARAGÓN, que el Ayuntamiento de Zaragoza había facilitado a la prensa.
Sin duda, y como recogieron las crónicas de días posteriores, fue uno de los actos
más animados y emotivos de las fiestas de ese año, y de los más acertados del programa,
al decir de las gentes, y se desarrolló conforme a lo previsto y soñado por Manuel
Rodeles.Por fin, el gran día
Se situó un altar en el centro de la fachada principal de la basílica. Sobre el altar,
una imagen de la Virgen, de escayola patinada y 110 centímetros de altura, obra de
Francisco Rallo, con armazón para formar el manto que debía llenarse con las flores
ofrendadas. Un grupo de floristas valencianos fue traído por Rodeles a Zaragoza, para
que se ocuparan de la confección del manto florido de la Virgen. Después, en años sucesivos,
ya no fue necesaria esa colaboración, porque la ofrenda desplegó personalidad
propia.
Con «admirable habilidad» y trabajando "como auténticos artistas", los
técnicos cubrieron rápidamente el armazón para conformar la hermosa prenda.
De la plaza de Los Sitios, lugar donde el propio Rodeles y otros miembros de la
corporación repartían los ramos de claveles, a las 12 de la mañana salieron los primeros
oferentes en dirección a la calle Costa para alcanzar el paseo de la Independencia,
cruzar el Coso y enfilar la calle de Alfonso I.
El público abarrotaba la plaza del Pilar y ocupaba las sillas dispuestas en el Coso y calle Alfonso para presenciar el desfile.
En primer término, alcanzaron la plaza los niños de las escuelas «con primorosos
cestos de flores». A continuación, numerosas jóvenes ataviadas con bonitos trajes regionales
accedieron por parejas hasta la Virgen para volcar, a sus pies, canastillas y ramos.
Las había de Castilla,Valencia, Cataluña, Andalucía, Galicia,Vascongadas y Aragón
y de todos los barrios zaragozanos.
Causó la Ofrenda "gran impresión" entre quienes la contemplaron, y entre las
más de 2.000 "bellísimas muchachas" que formaron parte de ella. Y no solo el desfile,
sino también las actuaciones, que tuvieron lugar en la plaza del Pilar, de la Coral
de Pasajes, la de Santa Cecilia, la Politécnica de Castellón, la Miguel Fleta y los Coros
Gallegos.
La recién nacida Ofrenda de Flores hubo de realizarse "sin perjuicio de respetarse
la tradicional Ofrenda de Frutos", que tampoco tenía mucha antigüedad. Por ello
que, en el mismo día y a la una y media de la tarde, como consigna el periódico, la Reina
de las Fiestas del Pilar, Pilarín Borra Candial, con su corte de honor, y la Reina de
las Fiestas Centenarias del Centro Mercantil, María del Pilar Lacalle Sousa, también
con su correspondiente corte, pasaron a la Santa Capilla para hacer la tradicional Ofrenda
de Frutos regionales a la Santa Patrona de Zaragoza, Reina de la Hispanidad. Pilarín
Borra Candial leyó la ofrenda, a la que contestó el Deán para dar las gracias en nombre
del Cabildo.Un espectáculo de devoción popular grandioso y expresivo
El éxito de esta primera edición, quedó puesto de manifiesto en la sección Zaragoza
al día de HERALDO DE ARAGÓN, en la que el redactor se congratulaba de que
Zaragoza y su Patrona constituyesen una atracción "suficiente y sobrada para esos llenos
de público" que hicieron pequeña la ciudad. "Creemos que no puede darse espectáculo
de devoción popular más grandioso, expresivo y bello que el que ofrecía el
domingo la amplia plaza del Pilar durante la Ofrenda de Flores. Resulta ciertamente grandioso en Valencia, tierra de flores y de tradición arraigada en esta manifestación de culto a la Virgen de los Desamparados.
Pero no se puede comparar en grandeza de perspectivas
y de espacio aquella plaza con esta de Zaragoza donde
el domingo, al aire fresco del Moncayo, la Virgen del Pilar recibía
el culto cálido y perfumado de millares y millares de
aragoneses de España entera. Cada vez se pone mejor de relieve la necesidad de dedicar
a esta plaza magnífica de Nuestra Señora del Pilar los
mejores cuidados, los más sentidos afectos y cariños de la
ciudad».
A la novedad del acto, se añadió en ese año de 1958 otra significativa innovación
que afectaba no solo a la ciudad de Zaragoza, sino a todo el territorio nacional y que
contribuyó a la difusión y propaganda de la primera de las ofrendas, sentando las bases
de algo que ha continuado haciéndose hasta hoy mismo y que, por lo tanto, se ha
convertido también en tradición.La Ofrenda, televisada
Por vez primera, un equipo de Televisión Española -la única existente- iba a televisar
en directo para Madrid un acto celebrado "en provincias", desde una distancia
superior a los 60 kilómetros, que eran entonces el límite del alcance máximo de
las instalaciones madrileñas. Si bien se habían filmado imágenes de "sanfermines" y de
las ferias de Sevilla, se habían retransmitido en diferido.
La acogida de las retransmisiones
superó con creces las aspiraciones de técnicos y organizadores. Para ello fue decisivo,
y así lo agradecieron los miembros de TVE, el espíritu colaborador de las autoridades
zaragozanas, así como de la prensa y radio locales. La presencia de los equipos
de televisión y el seguimiento que de ellos hicieron, con curiosidad, tanto los zaragozanos
como los visitantes, convirtieron, sin quererlo, el evento, en uno de los festejos
populares de mayor éxito.
Todos los zaragozanos que, habitualmente, se habían concentrado en la Casa de
Aragón de Madrid para celebrar algunos de los actos religiosos y profanos, pudieron
ese año, "gracias a la pantalla mágica", seguir de cerca la Ofrenda, aunque, lógicamente,
en blanco y negro. El esfuerzo de TVE contribuyó sin duda a popularizar la pequeña
pantalla, pero también a difundir desde su nacimiento una celebración que provocó
lágrimas de fervor y emoción, no solo en los presentes, sino también a quienes se hallaban
en la distancia, como entonces se ponderó enfáticamente.
También Radio Zaragoza, la veterana emisora EAJ 101, en esta primera Ofrenda
organizó un completo servicio local de cobertura informativa, con varios puntos de
información telefónica a lo largo del recorrido, que permitieron retransmitir a los zaragozanos
el acto en toda su duración.
Lo popular había, sin duda alguna, cuajado desde el primer momento, y la tradición,
así, estaba ya preparada para ser aceptada como tal. La calle resplandecía no sólo
por las nuevas iluminaciones artísticas que, con más de 40.000 bombillas, contribuían
a dar carácter y ambiente festivo a la ciudad, sino por la extraordinaria participación ciudadana que llenaba de luz y sentido a la fiesta, en este año en el que, además, se conmemoraba el 150 aniversario de los Sitios de 1808 y 1809.
En aquella España, todavía tan encerrada sobre sí misma, la Ofrenda de Flores zaragozana
nacía con aires de gran acontecimiento.