PROBLEMÁTICA SOCIAL

Pensiones que mantienen a tres generaciones

Algunas entidades sociales han alertado de que el número de personas de mediana edad que vive de la pensión de jubilación de sus padres ha aumentado. Es el caso de Luis y su mujer, ambos cercanos a los 80 años de edad, que mantienen a 6 personas con 1.200 euros.

La Cruz Roja resaltaba en su último informe que esta problemática social existía en Zaragoza
Pensiones 'todoterreno': mantienen a abuelos, hijos y nietos
ESTHER CASAS

'Un pariente pobre es siempre un pariente lejano'. El francés Alfred d'Houdetot, a quien se atribuye esta cita, estaba seguro de que no pasa apuros económicos quien tiene familia cercana. De esta certeza pueden hablar algunos pensionistas que han tenido que volver a mantener con su prestación de jubilación a algunos de sus hijos que se han quedado sin recursos como consecuencia de la crisis económica y de otras circunstancia. Esta es una problemática que destacaba la Cruz Roja y otras entidades sociales y que queda demostrada con testimonios como el de Luis, recogido por HERALDO.es.


Luis está a punto de cumplir 80 años y cobra 1.010 euros de pensión . A su cargo está su esposa, enferma y con movilidad reducida, y una familia de seis miembros: dos hijas de más de 30 años y cuatro nietos menores de edad. A pesar de ello, no se le arruga el ánimo y sostiene que lo peor que le podría haber pasado sería no haber podido ayudar a sus hijas, que volvieron hace dos años a la vivienda familiar con sus hijos y actualmente están en paro.


«Todas las semanas me gasto 250 euros solo en comida: somos 8 en casa, cuatro de ellos niños», explica este zaragozano. Sus hijas volvieron a casa más por circunstancias personales que por causas derivadas de la crisis, aunque ambas ya no han podido rehacer su vida fuera del hogar de sus padres porque se quedaron en paro hace tiempo y no han encontrado trabajo.


Los ingresos de esta familia ascienden a unos 1.200 euros al mes: los poco más de 1.000 euros que percibe Luis y los «200 y pocos euros» que le han quedado a su mujer, según explica él mismo. «Prácticamente todos los meses tengo 2.000 y pico euros de gastos. Hay que pagar todos los gastos de la casa: el alquiler, el agua, la luz, la comunidad...».


Las cuentas de Luis y su familia solo cuadran si se tiene en cuenta que tienen algo de dinero ahorrado tras una vida entera dedicada al trabajo. «Hemos sido muy ahorradores toda la vida. Así es cómo estamos salvando la situación ahora», sostiene.

Sin ayudas públicas


«Mis hijas no reciben ningún tipo de ayuda social. Otros años han disfrutado de becas para el comedor del colegio de los niños pero este año ni eso», explica Luis. «No les dan ninguna ayuda porque suman, para aprobarlas, todos los ingresos de la familia, incluidos los ahorros», añade.


Aunque la situación que vive este jubilado zaragozano pueda parecer irreal, lo único que hay de ficticio en la historia de Luis es su nombre: no quiere de ninguna manera que se le identifique con su historia porque pese a lo difícil de la situación él sostiene que no viven «con estrecheces» y con eso le basta.

Una situación que no es nueva


Julián Martínez, responsable de Intervención Social de Cruz Roja en Zaragoza, alertaba en el mes de abril que se empezaban a ver en la ciudad grupos de población de 65 a 70 años de edad que han tenido que volver a alojar en sus domicilios a hijos de 25 a 40 años en desempleo, y que únicamente disponen de sus sueldos o de sus pensiones para hacer frente a esta nueva situación.


Cáritas Diocesana de Zaragoza ha confirmado que esta problemática es real, pero también ha referido que no hay datos porque no son casos que atiendan directamente ellos. Explican que las personas que acuden a pedir ayuda a sus instalaciones son personas muy necesitadas que apenas tienen recursos para sobrevivir.


Por su parte, fuentes del departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Zaragoza han informado de que «esta situación ha sido siempre, antes de la crisis incluso, relativamente normal». Por ejemplo, en caso de separaciones matrimoniales en las que uno de los cónyuges no trabajaba y no tenía ningún tipo de prestación. En este sentido alegan que no han detectado un incremento estadístico reseñable de este tipo de casos. «Es una situación que, lamentablemente, no es nueva», concluyen.