MOVILIDAD URBANA

El radar para las zonas 30 frena los excesos y apenas se tramitan doce multas diarias

El nuevo velocímetro funciona sobre todo en el entorno de los colegios, a la hora de entrada y salida de los escolaresLos infractores no son parados y reciben la multa en casa.

Un agente de la Policía Local controlando el radar en la calle de Silvestre Pérez, junto al colegio público Las Fuentes.
El radar para las zonas 30 frena los excesos y apenas se tramitan doce multas diarias
JOSé MIGUEL MARCO

35 kilómetros por hora. Esa es la velocidad a la que salta el radar que la Policía Local de Zaragoza ha comprado para frenar los excesos en las conocidas como zonas 30 o pacificadas. Todo conductor que supere ese límite se expone a una sanción mínima de 100 euros, pero la cuantía puede alcanzar los 500 si el infractor circula por estos tramos a más de 71 kilómetros por hora. Sin embargo, las primeras semanas de funcionamiento del aparato han servido para constatar que los zaragozanos han levantado el pie del acelerador y han sabido adaptarse a los nuevos ritmos de la ciudad. De hecho, hay controles durante todo el día -entre las 7.30 y las 22.00- y apenas se han tramitado 200 denuncias en tres semanas.

La capital aragonesa ha sido la primera gran ciudad española en reducir el límite de velocidad en las calles de un único sentido. De hecho, ya son más de 300 las que han sido clasificadas como pacificadas. Como los radares de cabina o móviles -camuflados en vehículos- resultaban poco útiles para controlar estas vías, la Policía Local optó por adquirir uno más ligero para trabajar en ellas. «Llevamos muy poco tiempo utilizándolo, pero los resultados son muy buenos. Es sencillo de manejar y al estar equipado con una cámara digital los trámites son mucho más rápidos», comenta el subinspector Tomas Bueno, de la Unidad de Prevención y Seguridad Vial.

El nuevo velocímetro se apoya sobre un trípode y se instala junto a la calzada, lo que permite al conductor identificarlo rápidamente. «No pretendemos escondernos. Al contrario -reconoce Bueno-. Intentamos que nuestra presencia tenga también una función disuasoria y haga frenar a la gente». Y lo cierto es que la tiene, como pudo comprobar este periódico el pasado jueves acompañando a los agentes en uno control rutinario instalado en la calle de Silvestre Pérez, junto al colegio público Las Fuentes.

Un haz de láser de 70 metros

El nuevo radar basa su funcionamiento en la tecnología láser y no en las ondas, como los anteriores. Por ello, lo primero que hacen los operarios cuando montan el aparato es lanzar un haz de luz invisible sobre la calzada. Dicho haz podría alcanzar los 500 metros, pero la Policía Local de Zaragoza lo ha reducido a unos 70. Cada vehículo que entra en este tramo es detectado inmediatamente por la máquina, que en el caso de que supere los 35 kilómetros por hora le hace automáticamente la foto. El archivo queda grabado en la memoria -que funciona con baterías y tiene una autonomía de varias horas-, y se descarga después en el cuartel.

La lente de la cámara capta perfectamente las matrículas, por lo que no suele haber problemas para tramitar después las denuncias. Al principio, la Policía Local se limitó a calibrar el aparato y no se cursaron las sanciones. De hecho, es ahora cuando los primeros conductores cazados por el nuevo velocímetro han empezado a recibir las notificaciones en su casas. «La mayoría de estas multas serán de 100 euros, porque los vehículos no circulaban a más de 50 kilómetros por hora», explicaban los operarios en el control de Silvestre Pérez.

La Unidad de Prevención y Seguridad Vial está visitando todos los barrios de la ciudad con el nuevo radar, poniendo especial atención en los centros escolares. «Los padres han acogido muy bien la iniciativa y varios colegios nos han llamado ya para que vayamos a controlar su zona», explica el subinspector Bueno. Pero entre los lugares vigilados con este velocímetro ligero también figuran los aledaños de algunos mercados -como el Central- o espacios especialmente transitados por peatones.

Los agentes que se encargan de manejar el aparato no se atreven a dar un perfil del infractor en zonas 30, ya que «hay de todo». Prefieren destacar el hecho de que los conductores «han sabido comprender la necesidad de soltar el acelerador».