INFRAESTRUCTURAS

Pasando un frío de cinco estrellas

Los 400 chavales de La Jota y Vadorrey que entrenan en el nuevo y flamante campo municipal del Rabal no disponen ni de agua caliente ni calefacción por la deuda millonaria que arrastra el Ayuntamiento con Endesa.

Jóvenes jugadores del C. D. Unión, en los nuevos vestuarios sin calefacción ni agua caliente.
Pasando un frío de cinco estrellas
ESTHER CASAS

No quiere oír hablar ni de deudas municipales, ni de contratos con Endesa, ni de políticos que se tiran los trastos a la cabeza. Lo único que quiere es que, nueve meses después de la inauguración, se dé el suministro de gas a las instalaciones del nuevo campo del Rabal para que 400 chavales dispongan de calefacción y de agua caliente en los vestuarios del centro.


María Luisa González, la presidenta del C. D. Unión, comienza a pensar que el campo está gafado. Tenía que haberse entregado en enero de 2010, pero fue una de las obras del Fondo Estatal de Inversión Local (FEIL) que se retrasó. Cuando por fin se inauguró en marzo, estuvo cinco meses sin luz.


Poco antes de solucionar el problema del alumbrado artificial, les sustrajeron 500 kilos de cable de cobre que hubo que volver a instalar. Y, ahora, para colmo de males, se ha convertido en la víctima propiciatoria del rifirrafe entre el Ayuntamiento de y Endesa, a quien se debe 5 millones de euros de la factura municipal y que, por tanto, no parece por la labor de abrir la llave del gas del campo.


"Me han dado tantas largas y, sobre todo, tantas excusas que ya no sé lo que es mentira y lo que es la verdad", comenta González, que preside un club surgido de la fusión de dos históricos del deporte zaragozano: la Unión Deportiva La Jota (fundado en el año 1970) y la Asociación Deportiva Vadorrey (en 1986).


"Acostumbrados a lo que teníamos antes (campos estrechos de tierra habituados a encharcarse con vestuarios pequeños y anticuados) esto parecía la gloria, pero es una lástima que una inversión de esta envergadura no se acabe completamente", comenta Rafael Lacueva, cuyos hijos (Héctor y Adrián) juegan en los equipos de benjamines. Y su caso es uno de tantos, porque son 430 fichas las que tiene el club, repartidas en una veintena de equipos de todas edades comprendidas entre los 5 y los 'muchos' años. A estas cifras hay que sumar los 200 jugadores visitantes que se acercan al campo para disputar los 14 partidos que se celebran todos los fines de semana.


Hasta hace unos días, 'los mayores' tenían que jugar en San Gregorio o los campos de la Federación. Ahora, han optado por cruzar la calle de Jesús Burriel hasta las antiguas instalaciones del Vadorrey para poder ducharse con agua caliente por obra y gracia de un termo.


"Cuando nos den el gas, saltaré de alegría como ya hice con la luz. Mientras lo celebraba, los técnicos me decían: 'Señora, que solo es luz", cuenta González, al tiempo que explica que el gas ya "pasa por la puerta" y que apenas falta el contador y dar a un interruptor para tener suministro.


¿Y el segundo campo?


Cuando llegue ese momento, sin embargo, aún tendrá una espinita clavada: el compromiso municipal era construir un segundo campo de césped artificial que, con la crisis de por medio, parece haberse desvanecido. Un problema con los terrenos (hay una nave que ha sido expropiada y alquilada a la vez) retrasa 'sine die' el segundo campo, que estaba también presupuestado en el FEIL de 2009. De hecho, los 3.224.933 euros de la inversión iban destinados, según decían, al "edificio modular y dos campos de fútbol once".


El segundo de estos tendrá que esperar hasta que se solvente el conflicto de una nave que, para sorpresa de propios y extraños, hace las veces de amarre invernal de las barquitas del Ebro.