EN LA CALLE

Unas 'joticas', a golpe de pedal

Para sorpresa de muchos paseantes, estos días recorren la ciudad una veintena de músicos que alimentan sus equipos de sonido con la energía de bicicletas.

El Bike Music Festival, en el 'Estonoesunsolar' del Coso.
Unas 'joticas', a golpe de pedal
ESTHER CASAS

Bicicleteros del mundo, uníos". Este pudiera ser el reclamo del Bike Music Festival, que hoy vuelve a recorrer las calles de Zaragoza, regando sus rincones de música, pseudodeporte y, también, una reivindicación ecologista. El 'invento' llega de Estados Unidos pero en él se han involucrado jóvenes franceses, colombianos, chilenos o, cómo no, también colectivos zaragozanos como Pedalea o la gente de Recicleta. El 'show', a mitad de camino entre la reivindicación y la propuesta artística, consiste en tocar música con pedales, esto es, los equipos de sonido se alimentan por la energía de las bicicletas. El espectáculo es itinerante y, anoche, sorprendió a un buen puñado de transeúntes que, ni cortos ni perezosos, se pusieron a dar a los pedales para colaborar con la iniciativa.

"Estamos haciendo un 'tour' por toda Europa y teníamos ganas de recalar en las fiestas de Zaragoza", comenta una de las ciclistas que responde al nombre de guerra de Skat. Esta moda procede de San Francisco y tras visitar diversas ciudades de Eslovenia, Italia y Francia ha llegado a España, donde aún ha de hacer parada y fonda en Madrid y Pamplona, antes de tomar un barco que les lleve a Inglaterra.

Ayer, y engatusando al personal con una copita de orujo, una veintena de artistas urbanos desplegaron su original propuesta en el 'Estonoesunsolar' del Coso, 184. "Nuestro propósito también es llamar la atención sobre el uso desmedido del petróleo y su influencia en el cambio climático", explica Kipchoge -otro de los visionarios del Bike Music Festival-, que añade que esta iniciativa se enmarca en la campaña mundial ecologista '350.org'. De hecho, la veintena de músicos-ciclistas acostumbra, por coherencia, a hacer sus desplazamientos en bici, aunque estos días se han visto abocados a coger algunos trenes (no sin problemas con los permisos) para llegar a tiempo a sus citas.

Lo más llamativo del 'show' son las pintorescas bicicletas (algunas rivalizando en extravagancia con sus no menos excéntricos propietarios), que incorporan altavoces, platillos e ingenios de viento y cuerda propios de los 'luthieres'.

"Tocamos todo tipo de música: moderna, clásica, folclórica... Lo que sea. La energía procede del pedaleo, que sirve para iluminar con neón los radios de la bici y para poner en marcha los equipos de sonido a los que acompañamos con cello, trompetas, flautas, guitarras e, incluso, baterías", explican, al tiempo que atribuyen a la 'magia humana' las caras de sorpresa de muchos de sus improvisados colaboradores. "Es surrealista, quizá algo utópico, pero es una forma bonita de remover las conciencias", afirman.