CONCIERTO EN INTERPEÑAS

Joaquín Sabina se retiró "indispuesto"

El público que acudió anoche a Interpeñas, y que esperaba un 'bis' tras algo más de hora y media de concierto, se quedó con ganas de más.

Sabina, con su cachirulo, conquistó al público anoche en Interpeñas.
Joaquín Sabina se retiró "indispuesto"
PEDRO ETURA/ A PHOTO AGENCY

No hay dos sin tres, ni tres sin cuatro. Y esto debió de pensar anoche Joaquín Sabina cuando hizo su aparición en el escenario de la carpa de Interpeñas, aclamado por más de 12.000 personas, en el cuarto concierto que ofrece en menos de un año en Zaragoza. Con un cachirulo al cuello, una interrogación en el pecho y pantalón verde, el autor de 'La canción más hermosa del mundo' se quitó el bombín, saludó al respetable y comenzó a cantar 'Tiramisú de limón', uno de los temas de su último disco.

Y al tercer tema cumplió la promesa que hizo el pasado domingo en las páginas de HERALDO y cantó una jota que decía así: "Tres cosas hay en Aragón / que no cambian de chaqueta / Francisco de Goya, Buñue l/ y el amigo Labordeta". Y el público se volcó en una cerrada ovación.

Sabina tiene tirón y eso se nota. Era su cuarto concierto en Zaragoza pero había ganas de más según se vio anoche. No hubiera hecho falta que trajera coros porque sus enfervorecidos fans repitieron sin equivocarse los estribillos de todas y cada una de sus canciones. No solo se sabían aquella del pirata cojo, con pata de palo y parche en el ojo...


"Es mi tercer concierto desde noviembre y no me pienso perder ninguno siempre que venga a Zaragoza. Antes, cuando no se cuidaba nada, venía porque nunca sabía si iba a ser el último, pero ahora, que está hecho un toro, vengo porque me apetece disfrutar de su directo. Es el número uno", apuntó el joven zaragozano Francisco Guajardo, que acudió a su cita con el truhán de las metáforas ataviado con un bombín.


Un sombrero idéntico al que lució el poeta-cantante cuando hizo su aparición ante el delirio de sus seguidores, a los que agradeció su presencia y, sobre todo, su fidelidad. A Sabina se le quiere en Zaragoza y él lo sabe. Por eso repite una y otra vez, tal vez para alcanzar la mítica cifra de los 19 días y 500 noches.


"Es mi dios desde que tengo uso de razón, porque sus letras son alucinantes y nadie como él es capaz de hacer esa poesía y esas rimas encima de un escenario. Me gusta su voz y cómo es él y, además, comulgo con muchas de sus ideas que luego plasma en sus canciones", matizó la riojana Elena Rodríguez.


Joaquín Sabina estuvo aproximadamente hora y media sobre el escenario, pero, desgraciadamente, falto el habitual bis. Los fans del jienense se quedaron sorprendidos cuando, tras salir éste del escenario, los técnicos comenzaron a retirar los instrumentos y, ante los abucheos, una voz por megafonía anunció que el concierto no continuaría porque el cantante se encontraba "indispuesto".


Minutos después del concierto los asistentes utilizaban las redes sociales para mostrar su descontento. En sitios web como Twitter se podía leer algunas quejas: "Si no estás bien no salgas tío, pero acabar tan mal y no decir nada... muy mal". Aunque algunos incondicionales también lo defendían: "Cabreado con los que se quejan de Sabina. Al concierto le quedaban 15 minutos".