Asuntos sociales

El albergue de las segundas oportunidades

El centro sanitario para perros vagabundos de la DPZ trabaja a instancias de los ayuntamientos para hacerse cargo temporalmente de los animales. Cada año pasan por sus instalaciones de Movera mil canes.

Amenudo los vemos por la ventanilla del coche cuando circulamos por carreteras y caminos rurales. Asilvestrados, deambulan en busca de alimento. Unos terminan muriendo en el arcén, y algunos son recogidos por particulares o por el servicio que presta la DPZ a los ayuntamientos.

Suele pasar desapercibido, pero cada año pasan por el albergue sanitario provincial unos mil perros. En las instalaciones de Movera se les presenta una segunda oportunidad a aquellos perros que se recuperan de las lesiones y enfermedades y no son muy mayores. Por ejemplo, en 2009 un total de 355 canes encontraron un nuevo hogar. El resto no tuvieron tanta suerte, pero al menos tuvieron un final digno.

En el centro trabajan a instancias de los municipios que requieren de sus servicios para hacerse cargo de forma temporal de los animales abandonados en sus términos, y también permiten que los particulares entreguen sus perros si ya no quieren cuidarlos con objeto de evitar el abandono. Y, en caso de que se hayan perdido, si los perros tienen chip identificativo, los trabajadores del albergue se ponen en contacto con el dueño.

En la residencia canina se alojan unos días hábiles en los que reciben tratamiento veterinario y alimentación. Si nadie pregunta por ellos, a las dos semanas suelen ser sacrificados mediante una inyección (previa anestesia). El problema reside en que, como expone José María Lasierra, director del servicio, el espacio útil es limitado (cuentan con 56 habitáculos). Está pendiente una ampliación del recinto habilitado.

Al contrario de lo que se podría pensar, no hay una época del año en la que abunden más los perros abandonados. Por defecto, uno piensa en el verano (recuerden la campaña de 'Él no lo haría). No obstante, Lasierra comenta que sí se registra un pequeño aumento en la temporada de caza.

Preguntado sobre si considera que la gente está más concienciada, destacó que hay un mayor grado de respeto a los animales, a pesar de que siempre aparezcan energúmenos. Una prueba de esta situación es el apoyo que prestan a la perrera distintos colectivos, cuya labor permite que las familias sumen nuevos miembros.

La Diputación asigna un presupuesto que en el albergue destinan a apartados como la atención y la comida (unos 6.000 euros anuales); productos farmacéuticos (3.500) y gastos diversos (6.000).

Los 'residentes' son mayoritariamente cruces, apenas aparecen perros de raza. Eso sí, hay tanto cachorros como adultos.