VANDALISMO EN ZARAGOZA

Los continuos actos vandálicos obligan a retirar una obra del frente fluvial

'Manierismo Rococó', la instalación de vidrios cóncavos de Dan Graham que la Expo compró por 308.000 euros, se trasladará a una plaza con mayor vigilancia detrás del Ayuntamiento.

Ayer, solo quedaba la marca en la hierba de la instalación.
Los continuos actos vandálicos obligan a retirar una obra del frente fluvial
OLIVER DUCH

Acostumbraba a lucir precintada y con las lunas rotas, así que el Ayuntamiento ha optado por desmontarla y buscarle una mejor ubicación. Se trata de la instalación artística conocida como 'Manierismo Rococó', una gran urna de cristales cóncavos, que desde 2008 permanecía ubicada en el frente fluvial junto al pabellón de España. La noche del martes operarios municipales la desmontaron para proceder a su restauración antes de volver a colocarla en una nueva ubicación. "La vamos a colocar a la orilla del Ebro, en la plaza sobre el Náutico, detrás del Ayuntamiento", comentaba ayer Jerónimo Blasco, consejero de Cultura y Grandes Proyectos, que añadía que la escultura se trasladaba a un lugar en el que "hay vigilancia policial continua".

La obra diseñada por Dan Graham, que costó 308.000 euros cuando se compró a la Galería Marian Goodman, había recibido recientemente impactos de objetos contundentes contra el vidrio y también había amanecido con pintadas. Además, al menos tres de sus cristales habían sido destrozados y la reparación de cada uno de ellos ascendía a unos 5.000 euros. Así, el Ayuntamiento ha optado por el traslado y, aunque en un principio se especuló con que pudiera quedarse en el recinto de Expo Zaragoza Empresarial, acaso, en los edificios que albergarán la Ciudad de la Justicia, finalmente la obra irá a parar a orillas del Ebro.

Juan Ibáñez, portavoz de la Plataforma en Defensa del Legado de la Expo, comentaba ayer que su asociación "comprende perfectamente la decisión del traslado", aunque invita también a reflexionar sobre la "descapitalización cultural de la zona Expo". "Plantearse la continua y costosa reparación de la obra se antoja inviable en estos tiempos de crisis", valoraba Ibáñez, que opinaba que "los actos vandálicos no deberían quedar impunes" y ponía el acento en el deterioro que "día a día sufren otros iconos de la Expo" como el Puente del Tercer Milenio o la pasarela de Manterola.

Ordenanza y cámaras

Para evitar las correrías de los vándalos -que en los últimos meses también han dejado su huella en la estatua de Andrés Piquer del Paraninfo o en el grupo escultórico dedicado a los niños en el Parque de la Esperanza-, el Ayuntamiento instalará próximamente cámaras de seguridad junto a muchos de estos monumentos públicos. De las 164 nuevas cámaras que controlarán las zonas conflictivas, más de 40 estarán destinadas a velar por el patrimonio. Los circuitos de la Lonja, el Torreón Fortea, el Teatro Principal e, incluso, el monumento a Los Caídos, en el cementerio, cuentan ya con el permiso de la comisión de videovigilancia. Además, hace casi tres años entró en vigor la ordenanza cívica, que busca también acabar o reducir este tipo de agresiones.

En la normativa, en lo respectivo al vandalismo, se dice que "quedan proscritas las conductas agresivas o inadecuadas en el uso del espacio y mobiliario urbanos que puedan deteriorarlos". Asimismo, se hace referencia explícita a "la manipulación de los elementos de los espacios verdes, las fuentes, estatuas o juegos infantiles". Sobre las pintadas y grafitis (salvedad hecha de las "expresiones artísticas alternativas"), también se imponen sanciones, que varían entre los 500 y los 1.500 euros en función de la gravedad de la agresión. Los infractores de entre 14 y 21 años pueden, además, evitar las multas a cambio de trabajos o charlas sobre convivencia ciudadana.

El vandalismo en Zaragoza, incluyendo toda clase de agresiones al mobiliario urbano, obliga al Consistorio a invertir anualmente alrededor de tres millones de euros al año en reparaciones. Aunque este tipo de acciones son difíciles de prever, limpiar grafitis, orines, chicles o reponer los contenedores dañados requiere una partida importante de las arcas municipales.