ARANDA DE MONCAYO

Cuatro taxis para 7.600 ciudadanos

La localidad zaragozana se ha quedado sin este servicio ante el intrusismo de algunos vecinos, la mayoría jubilados, que llevan a clientes sin licencia. Solo quedan tres vehículos en Illueca y otro en Sestrica.

Javier Jordán ya no saldrá más con su taxi por Aranda de Moncayo y, como publicó ayer este periódico, el pequeño municipio ha perdido ese servicio. El conductor se ha cansado, según cuenta, del intrusismo de algunos ciudadanos que ofrecían trasladar en coche a los vecinos a un precio más bajo y sin contar con la preceptiva licencia. Su adiós implica que la comarca, con una población de alrededor de 7.600 habitantes, se queda tan solo con cuatro taxis (tres en Illueca y uno en Sestrica).


Hace tiempo que Jordán sopesaba abandonar su profesión, pero su mujer terminaba convenciéndole de lo contrario. Hasta ahora. El descenso de la clientela, en el que influye el hecho de que en la zona predominan personas de edad avanzada, unido a la competencia desleal, han propiciado que prefiriera darse de baja. "Somos pocos y encima ves esta situación...", se lamentó.


Jordán comentó ayer que los taxistas 'piratas' son en su mayoría jubilados que gozan de buena salud y disponen de tiempo libre y, por supuesto, de coche. Son ellos mismos los que se ofrecen a los vecinos aprovechando que tienen que desplazarse a la misma localidad que ellos. Afirmó que lo hacen "a escondidas". El taxista pilló a uno con las manos en la masa el pasado noviembre. En ese momento, se acercó al cliente 'infiel' y le dijo que ya no le llevaría más en su taxi.


El afectado indicó que no es "avaricioso", que nunca ha pretendido acaparar el servicio, si bien no entiende la actitud de estas personas sin licencia. Es muy distinto, añadió, que haya quienes trasladen en coches a sus familiares y no requieran de un taxi, como ocurre en cualquier lugar.


Al final, Jordán se ha hartado y cierra una etapa de siete años. "Se acabó", enfatiza. No quería perder dinero, pagar los seguros y la ITV para un taxi que no le sale rentable debido a la picaresca. "Ya no acudían a mí y si lo hacían, era como última opción", dijo. No obstante, no va a desprenderse de la furgoneta, una Opel Vivaro con capacidad para nueve personas, incluido el conductor. Su futuro laboral pasa por echar una mano a su mujer en la casa rural, en concreto en el bar, abierto a todos los residentes de la pequeña localidad.


Un destino habitual de sus viajes era el hospital de Calatayud, adonde acudían los vecinos para las consultas médicas, lo que podía implicar que Jordán pasara allí la mañana entera. También le llamaban para ir a Zaragoza, a fiestas de localidades cercanas o a bodas. Su clientela estaba radicada en Aranda de Moncayo, lo que no quita que recibiera encargos de otras localidades, como Gotor.


El vecino se informó de los pasos a seguir para denunciar su problema. Sin embargo, ha preferido no acudir a las autoridades. "En ese caso surgiría una enemistad con bastantes habitantes del pueblo, por lo que dejo el taxi y ya está", apuntó Jordán.


Desde el Ayuntamiento

En el Ayuntamiento de Aranda de Moncayo conocen lo ocurrido y no pueden ocultar su pesar. "No me agrada que desaparezca un servicio que disponía el pueblo", resaltó la alcaldesa, María del Rosario Cabrera. La regidora socialista recordó las dificultades para implantar servicios en municipios pequeños.


La comarca se queda con cuatro taxis. Antonio y su mujer poseen dos en Illueca, y el primero explicó que las acciones de los falsos taxistas no se limitan a Aranda de Moncayo. "Siempre hay personas que dan ese servicio a pesar de que carecen de licencia", señaló. Aseguró que le consta un caso en Brea de Aragón.