DANIEL REYES

"Escuché un estruendo y pensé que habían dinamitado el puente"

Durante la tormenta eléctrica de ayer, un rayo cayó sobre un autobús de la línea 35. Aunque iba repleto de viajeros, todos salieron ilesos gracias al llamado 'efecto de Faraday'.

Daniel Reyes, ayer por la tarde, de nuevo en el 35 y a la altura donde cayó el rayo.
"Escuché un estruendo y pensé que habían dinamitado el puente"
JOSé MIGUEL MARCO

Todavía con el susto en el cuerpo, Daniel Reyes Aguirre relataba ayer por la tarde cómo "creía que habían dinamitado el puente de Piedra". "Escuché un estruendo muy fuerte, vi un destello cegador y traté de acelerar porque creía que el puente se estaba cayendo". Sin embargo, su autobús no respondía, de hecho, se le acaba de fundir todo el circuito eléctrico porque le había caído un rayo encima. Fue a las 11.00 de la mañana, cuando descargó una intensa tormenta con aparato eléctrico y lluvia sobre Zaragoza, y el 35 que Reyes conducía por el puente de Piedra fue alcanzado por un rayo. El bus iba lleno de pasajeros pero no hubo que lamentar ningún herido ni afectado por obra y gracia de un principio físico conocido como 'la jaula de Faraday': al tratarse de un vehículo metálico, las cargas eléctricas siempre circularán por el exterior del elemento conductor pero no se transite la electricidad dentro: así los viajeros quedaron a salvo.


"Comencé a buscar por donde se había roto el puente -continúa el relato Reyes- y no me fijé en que el tablero se había desconectado y que todos los sistemas eléctricos y electrónicos del vehículo habían quedado inutilizados. Las puertas no abrían, tampoco respondían, así que lo tuvimos que hacer de manera manual", explica el conductor ecuatoriano que lleva dos años y medio trabajando en Tuzsa pero más de veinte dedicado al transporte.


El bus se quedó parado, algunos pasajeros gritaron, los niños pequeños echaron a llorar y "lo más cómico de la situación es que cuando conseguimos abrirlas la gente no se bajaba porque estaba lloviendo muy fuerte".


Dado que el sistema de comunicación interno también se había fundido, Reyes contactó con Tuzsa y con la Policía a través de un móvil. "Estoy admirado de la rapidez con la que reaccionó la empresa porque en pocos minutos teníamos otro autobús para trasbordar al pasaje", cuenta. Los viajeros fueron evacuados en otro bus articulado, aunque como consecuencia del suceso y su onda expansiva electromagnética, el puente de Piedra permaneció cortado al tráfico durante quince minutos. Los semáforos, de hecho, dejaron de funcionar durante unas horas (aunque por la tarde consiguieron sincronizarlos de nuevo) y el rayo obligó a desviar las líneas 35, 36 y 39.


Jesús García, vecino de Parque Goya, viajaba en la parte de atrás del autobús con sus auriculares cuando "de pronto, escuchamos un 'boom' y vimos un tremendo fogonazo. Hubo más confusión que histeria", contaba, horas más tarde, de nuevo subido a un 35 y con Daniel Reyes al volante.


El conductor, aunque intentado superar el 'shock', también continuó con su jornada e, inmediatamente después de ser alcanzado por el rato, se puso de nuevo al frente del bus que cubría la ruta entre Parque Goya y la plaza del Emperador Carlos V. Sabiéndose afortunado y no sin cierta sorna, decía: "Llevaba una racha muy mala. El jueves se me estropeó la bomba de agua y me multaron en la moto. Esto de caerme un rayo era ya lo que me faltaba?"