OCIO EN EL MEANDRO DE RANILLAS

El uso de las riberas y del parque del Agua crece día a día en el segundo aniversario de la Expo

Con el buen tiempo, miles de zaragozanos llenan los jardines y los paseos creados junto al Ebro, ya sea en bicicleta o caminandoLos negocios del meandro de Ranillas dicen que la afluencia de visitas es cada vez mayor.

Las riberas y el meandro de Ranillas siguen ganando vida. A punto de cumplirse el segundo aniversario de la inauguración de la Expo el 14 de junio de 2008, cada vez más zaragozanos utilizan los jardines y los paseos creados junto al Ebro con motivo de la muestra internacional. En patines, en bicicleta y sobre todo a pie, miles de personas aprovechan el buen tiempo para dar un paseo, tomar algo en una terraza o disfrutar de la oferta de ocio del parque del Agua.

Los negocios instalados en el nuevo pulmón verde de la ciudad aseguran que en Ranillas la afluencia de visitantes es cada vez mayor, pero para darse cuenta de ello basta con darse una vuelta por la zona un domingo soleado.

Ayer, en un recorrido de poco más de dos horas por Echegaray y Caballero, La Almozara, el parque del Agua y el frente fluvial de la Expo, los paseantes se cruzaron con más de 400 ciclistas. Teniendo en cuenta que por cada bicicleta se veían 15 o 20 personas a pie, se puede calcular sin temor a equivocarse que en las horas centrales del día había más de 7.000 zaragozanos disfrutando de las riberas del Ebro o del nuevo recinto de Ranillas.

"El parque del Agua es un lugar fantástico, y en el futuro lo va a ser mucho más -sostiene el relaciones públicas del restaurante Bocados, Diego Ruiz-. Nosotros notamos que cada vez viene más gente y que cada vez es más conocido". Este local, situado en la zona comercial anexa a la torre del Agua, sirve en los días festivos unas 300 comidas y está abierto todo el año, ya que dispone de un comedor a cubierto.

"Sobre todo reservan familias enteras que quieren juntarse en un lugar en el que luego puedan jugar los hijos -comenta Ruiz-. Los clientes valoran mucho que es una zona en la que resulta fácil aparcar y en la que se puede pasar un día muy agradable".

Una de las camareras de la cafetería del embarcadero, Rosa Pérez, confirma el auge del meandro de Ranillas. "El año pasado había menos gente y se veía que muchos aún no conocían el parque del Agua, pero ahora tenemos más clientes -señala-. Hoy (por ayer) está siendo un día tranquilo porque aquí notamos mucho cuando sopla el viento, pero este año se nota más movimiento incluso los días de entre semana".

Esta trabajadora reclama un mejor servicio de autobús y destaca también el impulso que están recibiendo los negocios gracias al pabellón de ceremonias. "La gente sale de las comuniones o de las bodas y se viene a tomar algo a nuestra terraza -explica Pérez-. Las horas con más gente son la del vermú y a partir de las seis de la tarde".

Más allá de la oferta hostelera, otras actividades como el alquiler de canoas y barcas a pedales -los cisnes-, los paseos a caballo, las clases de hípica o el trenecito que recorre el parque del Agua también tienen una demanda creciente durante los fines de semana. Y aunque acaban de iniciar la temporada, las playas fluviales fueron un éxito desde que abrieron sus puertas hace dos años.

"Cuando haya árboles, mejor"

Uno de los grupos que ayer se reunió para comer en el meandro de Ranillas fue el formado por el presidente de la Unión de Consumidores de Aragón, José Ángel Oliván, y por todos sus primos por parte de padre. "Vamos a ser 35 o 38 personas, y hemos venido aquí porque luego los críos pueden jugar tranquilamente -explicaron-. El parque del Agua está muy bien, pero será aún mejor cuando haya más árboles".

Mientras, en las riberas del Ebro la única nota discordante la ponen los quioscos de bebidas y comida que permanecen cerrados. También hay algunas zonas en las que se echa de menos un poco más de mantenimiento, pero en general los jardines están cuidados y los actos vandálicos no se notan demasiado.

"Está claro que con el plan de riberas las orillas del Ebro han ganado mucho -comenta el responsable de la cafetería La Riviera, Ignacio Cañada-. Yo estoy satisfecho de cómo va ahora el negocio, pero que conste que no hay mucha más afluencia de clientes que antes y que entre medio tuvimos que cerrar todo el año 2007".

Este bar con terraza está situado en Echegaray y Caballero, cerca del puente de La Almozara. "Con la reforma nos han dejado sin aparcamiento en las inmediaciones, y eso nos ha quitado bastante clientela -explica Cañada-. Ahora los que vienen son gente que está de paso o vive en el barrio, y eso se nota mucho, sobre todo por la noche". Este hostelero destaca además la importancia del factor viento. "En cuanto hay alguna racha un poco fuerte la terraza se vacía", dice.

Los libreros del Ebro

Menos suerte han tenido los adjudicatarios de los cuatro puestos de libros antiguos y descatalogados instalados por el Ayuntamiento en la trasera de la casa consistorial. Su negocio comenzó hace un año, pero la falta de clientes hace que estos libreros solo abran sus tenderetes los domingos por la mañana.

"La idea era imitar a los famosos 'buquinistas' de París, pero nosotros somos los libreros del Ebro -explica Andy, uno de los responsables del puesto que tiene la librería Luces de Bohemia-. La verdad es que ni en los días de buen tiempo como hoy (por ayer) tenemos clientes, así que estamos pensando en trasladarnos a otra ubicación en la que pase más gente". Estos libreros han hecho sus propias campañas para darse a conocer, pero reclaman un poco más de apoyo municipal. "Tienen que ayudarnos", reclaman.