A muchos les quitaron la vida y, a otros, les pagaron su proeza con la humillación de verse lejos de su tierra, condenados a ver cómo el totalitarismo intentaba silenciar su historia. A ninguno, sin embargo, han conseguido arrebatarle su dignidad.

Jesús Tello, José Alcubierre, Francisco Bernal, José Egea, Luis González y Edmundo Gimeno recibieron el regalo más importante de su vida cuando, en 1945, salieron del campo de concentración y exterminio de Mauthausen. Ayer, además, protagonizaron un homenaje en su tierra, Aragón, por encarnar la lucha por los derechos humanos y por haberse convertido en historia viva de la capacidad de resistencia del ser humano. Algunos de ellos, que primero habían sido exiliados a Francia tras la Guerra Civil, no habían vuelto a la Comunidad desde que salieron del campo de refugiados.

"Nosotros fuimos vencidos, pero nunca fuimos derrotados. Por algo estamos aquí", aseguró ayer visiblemente emocionado José Egea, que recordó con orgullo a todos los españoles que murieron en los campos nazis. En el caso de Aragón, y según las últimas investigaciones, 1.011 ciudadanos sufrieron el horror de los campos y al menos 474 murieron en ellos.

Estos seis héroes se reunieron ayer por la mañana con el presidente, Marcelino Iglesias, que les entregó un diploma reconociendo su ejemplo y su lucha. Después, participaron en un acto público en el memorial a los deportados aragoneses (parque grande), justo cuando se cumplen 65 años de la liberación.

Por la tarde, además, se proyectó en los cines Palafox el documental Aragoneses en el infierno de los campos de concentración. Hoy, cada deportado recibirá un homenaje en su localidad de origen. "Ellos se enfrentaron al destino que les tocó vivir y a nosotros nos compete ahora (...) hacer justicia con ellos", destacaron ayer las autoridades.