EL TÍO JORGE

"A pesar de las reformas, da sensación de abandono"

"A pesar de las reformas, el Parque del Tío Jorge da sensación de abandono"
"A pesar de las reformas, el Parque del Tío Jorge da sensación de abandono"
JOSÉ MIGUEL MARCO

Cuando un zaragozano piensa en los parques de su ciudad, sin duda, uno de los que primero le vienen a la mente es el del Tío Jorge. Con cerca de 16 hectáreas, se trata del tercer pulmón verde de la capital, por detrás del Primo de Rivera y del reciente Parque del Agua. Sin embargo, pocos espacios urbanos ganan en popularidad a este lugar, escenario de muchas Cincomarzadas, muy querido y utilizado por sus vecinos, y situado a poco más de cinco minutos de la plaza del Pilar.


José Luis Mainar, miembro de la Asociación de Vecinos del Arrabal, y Bienvenido Buil, un amante de la botánica que reside en el colindante barrio del Picarral, son dos de los muchos zaragozanos que disfrutan a diario de este espacio de ocio y que analizan su estado para Heraldo Abierto. En general, ambos dan un aprobado a las obras de mejora realizadas por el Ayuntamiento durante los últimos cuatro años, aunque critican la sensación de abandono que se percibe al pasear por los nuevos andadores, las canchas o la reformada zona del lago. La causa: el escaso mantenimiento de las renovadas infraestructuras. "Con el dineral que ha tenido que costar todo, es una pena que se cuide tan poco", dice José Luis, algo apenado al mostrar algunas pintadas en los bancos o en los muros de las canchas.


Mainar recorre este parque a diario desde que se trasladó a vivir al Arrabal en 1974. "Yo, al igual que muchos vecinos, paso cada día por aquí para ir al centro", explica. Para él, la falta de sombras es una de las principales deficiencias del parque. "Desde que sustituyeron los grandes árboles que estaban enfermos por otros más jóvenes, las sombras han desaparecido", añade. Además, señala otra pérdida: la estatua del Tío Jorge, que da nombre al parque y que "es un emblema para los vecinos, que la echan de menos", añade apenado.


Bienvenido Buil también visita el parque desde hace más de treinta años. Su amplio conocimiento botánico le permite apreciar los viejos ejemplares arbóreos que sobreviven en este espacio y que en algunos casos tienen más de cincuenta años. "Las palmeras y los grandes cipreses destacan en este entorno, que cuenta también con olmos, álamos blancos y acacias" explica. Sin embargo, existen zonas donde solo brilla la dejadez. "Hay un parterre de hierbas aromáticas que parece un descampado y el espacio que rodea la gasolinera deja al aire varios tubos y le falta vegetación porque la que la que había se ha secado", añade.

Excrementos caninos

Los dos vecinos se quejan de la gran cantidad de excrementos de animales que se encuentran los paseantes. "Yo tengo perro y no vengo nunca aquí con él para que nadie me diga nada", explica José Luis. El problema se agrava al comprobar fácilmente, en todo el entorno de parque, la falta de depósitos para estos excrementos.


A esta situación, José Luis Mainar añade un apunte más. "Es una pena que, desde su construcción, no se haya utilizado nunca el quiosco" y, a este respecto, lanza una sugerencia: "Si este espacio se utilizase, generaría más animación".

A pesar de las críticas, tanto José Luis como Bienvenido están orgullosos de "su parque", un lugar arraigado en el corazón de los zaragozanos.