TRAS LA PUESTA EN MARCHA DE LA NUEVA ORDENANZA

Los jóvenes se refugian en casas o emigran a parques alejados para hacer botellón

Tras la nueva ordenanza, las reuniones juveniles no desaparecen, pero se desplazan a los parques de los barrios y la periferiaMuchos bares ofrecen a sus clientes descuentos en la bebida durante el fin de semana

Buscar parques más discretos por los barrios, ir a bares con ofertas de bebida o incluso, alquilar locales. Estas son algunas de las posibilidades que se les presentan a los jóvenes como alternativas al botellón. O mejor dicho, algunas de las opciones que tienen para poder continuar con esta práctica sin preocupaciones, después de la entrada en vigor el fin de semana pasado de la ordenanza que pretende regular el botellón. El miedo a que la noche salga más cara de lo previsto (la multa puede oscilar entre 500 y 1.500 euros) ha cundido entre los chavales y ha puesto el ingenio a funcionar.

 

El pasado fin de semana, las furgonetas de la Policía aparcadas en algunos de los puntos neurálgicos del botellón zaragozano, como la plaza de los Sitios o el paseo de la Constitución, dejaron muy claro que estos ya no eran lugares de reunión. No fue raro ver a gente deambulando con las bolsas de botellas buscando un sitio en el que poder beber. "Mis amigos estuvieron dando varias vueltas hasta que lo encontraron", comenta Raúl, de 22 años.

 

Este fin de semana todos tienen muy claro que no va a pasar lo mismo. Por eso hay una pregunta que no ha faltado en las conversaciones de muchos grupos de amigos: "¿Qué hacemos este fin de semana para beber?". Las opciones varían en función de la edad o el lugar de residencia. Pero todas siguen las mismas pautas: la solución ha de ser barata, tranquila y, a ser posible, no estar muy alejada de las zonas de bares por las que posteriormente salen los jóvenes.

Beber a resguardo

A la hora de buscar una alternativa al botellón, uno de los aspectos que más valoran los jóvenes es no pasar frío, sobre todo en invierno. Por esto, algunos prefieren reunirse en un piso. Esta opción es bastante frecuente entre universitarios, que aprovechan las casas de la gente que viene a estudiar de fuera para hacer sus reuniones los fines de semana. Es el caso de Marina. Esta joven de 22 años y sus compañeros de clase suelen juntarse en su casa para beber. Así lo hicieron la noche del viernes. "Podemos estar todo el tiempo que queramos sin pensar si viene la Policía o no", comenta Alicia, una de las chicas que acudió el viernes al piso de Marina.

 

Pero no todos disponen de una casa donde ir a beber. Por eso, algunos jóvenes optan por simularlas. La idea de alquilar locales donde juntarse los fines de semana empieza a sobrevolar por las mentes de bastantes personas. Esta costumbre es bastante frecuente en otras ciudades como Huesca o Pamplona, pero no se había extendido por la capital aragonesa, todavía.

 

Sin embargo, la ordenanza del botellón ha llevado a varios jóvenes a plantearse esta idea. "La semana pasada, empezaron a llegar mensajes por las redes sociales que avisaban a la gente de la nueva norma. Muchas personas comentaban al respecto que al final habría que alquilar locales", explica Carolina, de 20 años.

Por un poco más

Esta joven de momento no tiene intenciones de alquilar ningún local. "Existen otras posibilidades", explica. Carolina señala que ahora hay mucho bares que hacen ofertas en la bebidas. Alguno de ellos tuvo un gran éxito la semana pasada. En un establecimiento cercano a la plaza de los Sitios, ofrecen las copas a 2,5 euros. El rumor se ha corrido como la pólvora.

Laura, de 19 años, solía hacer botellón todos los fines de semana. "Pero ahora lo hemos descartado completamente", explica. "En vez de beber en la calle y arriesgarnos, preferimos ir a bares donde se puede beber bastante barato", añade. Habla de un local céntrico situado en la calle de Pedro María Ric. "Allí hacen muchas ofertas. Puedes coger tres litros por el precio de dos", explica.

 

Raúl también cree que ir a este tipo de establecimientos va a ser la mejor solución. "Nosotros a veces íbamos a uno donde compras la botella de alcohol cerrada y el refresco para mezclar. Tienes lo mismo que en un botellón pero dentro de un bar", explica. "Hemos hablado que a partir de ahora iremos más a este sitio en vez de estar en la calle", añade. Raúl comenta que sale un poco más caro: "Te puedes gastar unos 10 euros, mientras que beber en la calle solo te cuesta 5". Sin embargo reconoce que a él le merece la pena: "No pasas frío, se está mucho más tranquilo y hasta puedes ver el fútbol mientras bebes".

 

Lo que tiene muy claro Raúl es una cosa: "Nadie va a ir a beber a bares en los que un cubata te cuesta lo mismo que un botellón entero".

El responsable de un bar céntrico con ofertas en la bebida explica: "Bajamos los precios antes del verano para ver si la gente dejaba un poco el botellón". Comenta que respecto al año pasado sí que ha aumentado la clientela. Sin embargo, puntualiza que estos fines de semana aunque ha ido más gente, no se ha notado una variación muy grande. "Habrá que estar a la espera de ver qué pasa cuando la gente se vaya enterando", señala.

De momento los jóvenes consultados ven esta opción con muy buenos ojos, ya que soluciona uno de los motivos que, según aseguraban, los llevaban al botellón: el excesivo precio de la bebida.

El botellón se desplaza

Beber en la calle sigue siendo la opción más económica y por la que siguen optando muchas personas, sobre todo, los más jóvenes. Sin embargo, en apenas unos días el botellón en Zaragoza ha cambiado, al menos, de lugar. Los jóvenes se han desplazado con motivo de la vigilancia policial en las zonas más céntricas, como el paseo de la Constitución.

 

La Policía asegura no haber detectado nuevos puntos de reunión, pero los asiduos a esta práctica confiesan que buscan sitios nuevos, como la arboleda de Macanaz, las zonas próximas a la pasarela del Voluntariado o el parque de los Poetas, en el Actur.

 

También vuelven a otros lugares donde ya estuvieron y que abandonaron al ponerse de moda otros. La Granja, el puente de los Gitanos o el jardín de la Taifa de Saraqusta. "Son zonas que están menos en el punto de mira", confiesa Estíbaliz, de 18 años, que solía frecuentar la plaza de los Sitios.

Tampoco faltan los rebeldes que se resisten a abandonar las 'zonas estrella' del botellón. "Yo seguiré acudiendo al parque Miraflores o al parque Grande, y si luego si toca correr, ya correremos", comenta Ana, de 18 años.