MEDICINA

Donar muerte para salvar vidas

Aunque en los últimos años ha habido un aumento en las donaciones de cadáveres para la ciencia, la Universidad sigue necesitando más y quiere concienciar de su importancia para los estudios médicos.

Un grupo de estudiantes y su profesor, ayer, durante una clase de Anatomía con un cadáver.
Donar muerte para salvar vidas
José Miguel MArco

Aquí es donde la muerte se alegra de dar la mano a la vida". Arturo Vera, el decano de Medicina de la Universidad de Zaragoza, recuerda la frase que podía leerse a la entrada de una sala de disecciones de una facultad española. Y la utiliza para intentar concienciar de la importancia que tiene donar un cadáver para la ciencia. Conocer la anatomía real de un cuerpo o trabajar con uno que ha sufrido una enfermedad determinada puede ser clave para mejorar la calidad de vida de otros enfermos o para salvar vidas.

 

Aunque en los últimos años el número de donaciones ha ido en aumento, siguen siendo necesarias más. De media, cada año se inscriben un centenar de personas, pero el año pasado la cifra llegó a los 300. No obstante, el número de cadáveres que entró en la facultad solo llegó a una docena.

 

"A veces se tiene una idea muy equivocada de las donaciones para la ciencia. Se trata con respeto y con mucho agradecimiento", apuntó el profesor Juan de Dios Escolar. "Es como un hospital sin enfermos. Esta es la única fuente para enseñar anatomía real y que los estudiantes puedan manipular las estructuras", añadió Escolar.

 

Además, señalan que así como los fallecimientos de gente joven pueden dar la vida a otras personas a través de las donaciones de órganos, los de personas mayores pueden ser claves para el estudio científico.

 

Para ser donante, hay que acercarse al departamento de Anatomía e Histología, donde puede conseguirse más información y toda la documentación para convertirse en donante. No obstante, la última palabra para que un cuerpo acabe en las neveras de la sala de disección la tiene la familia del fallecido, que es la que debe autorizarlo.

 

Los cadáveres llegan a una zona de recepción, preparación y conservación. Las primera horas, los cuerpos se mantienen en un congelador de alto rendimiento a una temperatura de quince grados bajo cero. Cada cuerpo requiere unos 20 litros de líquido de embalsamado para prepararlo. Esta mezcla, compuesta por formol y un antifúnguico, se inyecta por vía para que los tejidos queden estabilizados. Esto ocurre las primeras 24 horas. Después, se almacena en las neveras donde se conserva a cuatro grados bajo cero.

 

Deben pasar dos años antes de que los cuerpos puedan ser utilizados por los estudiantes y, una vez que pueden ser diseccionados para la investigación, se utilizan durante un máximo de dos años.

 

Una vez que pasa este tiempo, los cuerpos se incineran y se llevan a un panteón común que hay en el cementerio de Torrero. La Universidad tiene un acuerdo con el Ayuntamiento de Zaragoza, que se encarga de hacer todos los trámites de oficio. Además, los profesores se mostraron también muy agradecidos con las funerarias de Zaragoza, que hacen todos los traslados con carácter gratuito.

 

El también catedrático de Anatomía, Arturo Vera, volvió a insistir en que gracias a las donaciones altruistas se puede ayudar mucho a la Medicina.