DIÁLOGO SOBRE EL COMERCIO SEXUAL

“Los debates sobre prostitución no llegan a las prostitutas”

La movilización de vecinos de Las Delicias para echar a las mujeres que ejercen la prostitución en la zona ha reabierto el viejo debate sobre este problema pero, hasta el momento, no se ha encontrado solución.

David Baringo (i), Marta Jiménez (ci), Juan Manuel Fernández (cd) y Julia Langa (d)
“Los debates sobre prostitución no llegan a las prostitutas”
OLIVER DUCH

El complejo e intrincado debate de la prostitución vuelve a estar de actualidad. Los vecinos de la zona de Escosura, en Las Delicias, han salido a la calle por primera vez porque entienden que son víctimas de un conflicto generado por la compraventa de servicios sexuales en la vía pública. Unas fotos de sexo explícito en La Boquería, en Barcelona, publicadas por un periódico han agitado muchas conciencias. Algunas estigmatizando aún más a las mujeres que venden sexo y pidiendo más policía, y otras clamando por una regulación de sus derechos. HERALDO ha reunido a cuatro personas conocedoras del problema que aportan sus opiniones y propuestas.


En la mesa se sientan David Baringo, sociólogo y autor, junto con Rafael López Insausti, del ensayo-estudio “Nadie va de putas”, editado en 2006 y centrado en Zaragoza; Marta Jiménez, directora del centro Fogaral, de Cáritas, dedicado exclusivamente a trabajar con las mujeres que ejercen la prostitución; Juan Manuel Fernández Román, trabajador social, director técnico de Trazgo Servicios Sociales, de Zaragoza, y Julia Langa, portavoz de la Asociación Nuevo Futuro, que ha convocado las movilizaciones de Las Delicias.


¿Por qué surge ahora esta preocupación por un fenómeno que siempre ha estado ahí? ¿Qué es lo que ha cambiado? A juicio del primero, nada nuevo. Para David Baringo, la situación “es igual que los últimos años”. “Pero la prostitución es un tema morboso que siempre va y viene mediáticamente y con pocos resultados. En los últimos diez años ha habido dos comisiones parlamentarias que han acabado por no concretar ninguna ley. Lo de ahora es un fogonazo de prensa que pasará”, advierte.


Marta Jiménez recuerda que desde Fogaral trabajan con mujeres que ejercen la prostitución desde 1988. “Es un tema que continuamente surge y desaparece y los medios de comunicación hacen un potente efecto de llamada. Lo único novedoso en esta ocasión es que han surgido los vecinos protestando por las molestias que sufren”. Marta Jiménez también cree que la crisis económica tiene su peso. “En estos momentos de lo que se quejan las mujeres es de que hay menos dinero para todos, incluidos los clientes. Ellos van menos a los clubes porque tienen que pagar la copa y la habitación. Ahora contratan el servicio en la calle y les sale más barato”, dice.


Juan Manuel Fernández pone en la mesa un dato: “El negocio de la prostitución movió el año pasado en España tres billones de euros. No sé si eso obedece a algo”, se pregunta. Y añade: “Por mi experiencia personal, creo que el fenómeno de la inmigración ha creado una distorsión en la convivencia de la prostituta con los vecinos. La precariedad de la mujer que viene –más angustiada económica y socialmente, presionada por una serie de redes- la aboca a usar un márquetin más agresivo que choca con los vecinos”.


Dicho esto, el trabajador social puntualiza: “No quiero que se me manipule la información ni quiero decir con esto que los inmigrantes tengan la culpa. En ningún caso. Ellos son víctimas de todo lo que se mueve a su alrededor”.

Conflicto agravado

 

Para Julia Langa, las víctimas están claras: “Nosotros llevamos ocho años luchando por el tema de los clubes y la regularización de los que no lo son y funcionan como tales. El tema no es nuevo. Basta con ir a Urbanismo y preguntar por todo lo que hemos hecho y los expedientes que tenemos allí. Los vecinos hemos aguantado carros y carretas”. Reconoce que siempre ha sido un barrio de clubes pero que en los últimos dos o tres años se ha agravado el problema “por dejación de alguien”. “Antes se hacía de puertas adentro, no pasaba nada y se cumplían horarios y las normas cívicas. Pero desde hace tres años, la prostitución está a la calle. Explica que “las circunstancias de este verano, que ha sido muy caluroso y había que dormir con las ventanas abiertas, han agravado el conflicto. No respetan ni horarios ni normas ni nada. Se insultan, chillan, cantan, bailan, corren…y como la gente está con las ventanas abiertas, el ruido acarrea molestias, no se puede dormir”.


Los otros tres contertulios entienden el problema vecinal y consideran que hacen bien en defender su zona y la convivencia. No obstante, puntualizan que es esa no es la cuestión de fondo, aunque sí la más fácil de solucionar: se ponen patrullas policiales de forma permanente en la calle y se traslada a otro lado.


“Pero esa no es la cuestión”, señala Juan Manuel Fernández. “Estamos en una sociedad que posibilita y mantiene el tráfico sexual, pero que luego segrega y estigmatiza a las mujeres que la ejercen. Es un gran negocio que genera enormes beneficios, pero al mismo tiempo hay una gran hipocresía y una doble moral”, expresa.


“El enfoque enfrentamiento vecinos contra prostitutas es equívoco”, apunta David Baringo. “Hay un dato importante -añade- y es que la prostitución callejera es una parte muy pequeña de la que se ejerce en Zaragoza. En realidad, solo supone un 2% o un 3% del total”. “Si lo que preocupa es que no se las vea, es un debate de muy poco recorrido. El tema de fondo es que hay relativamente poca gente trabajando con las mujeres que se prostituyen. Las políticas municipales y lo público no han demostrado interés y la ciudadanía en general para tratar este asunto en profundidad. Lo que se propone siempre es policía y leyes”.


“¡Pero alguien tiene que regular todo esto!”, plantea enérgica Julia Langa. Admite que el problema no se acaba con desplazarlo, pero insiste en que alguien debe establecer unas normas “por el bien de todos”.


Enfermedades y mito

 

Y la representante vecinal saca a relucir otro foco de conflicto: “Me parece muy triste tener que hacer esas historias en los coches y los portales y no tener un sitio donde lavarte, porque ellas mismas son focos de infecciones para ellas y para el resto”.


David Baringo le interrumpe para decirle que eso “no es cierto”. “Es un mito que sean las mujeres las que expanden las Enfermedades de Transmisión Sexual”. Cuando Julia Langa insiste en que “los preservativos están por todas partes”, Marta Jiménez le recuerda que “el que usa el preservativo y el que lo tira al suelo es el hombre”.


Entonces salta otra de las cuestiones fundamentales de la prostitución: “El cliente forma parte del problema”, expone la directora de Fogaral. “El cliente en estos momentos está encantado con la oferta: los precios han bajado, las mujeres son muy jóvenes y de todos los colores…”, apunta el sociólogo David Baringo al tiempo que destaca que “la prostitución de la calle es la más baja y que España es líder en Europa en consumo de cocaína, prostitución y juego”.


Julia Langa continúa exponiendo el problema que sufren y se muestra rotunda: “Ha llegado el momento en el que pedimos al Ayuntamiento que ponga sus normas”. “No es cuestión de convivencia entre ellas y nosotros -manifiesta-, es cuestión de convivencia social y comportamiento cívico”. La representante vecinal explica que las jóvenes que se mueven en su zona tienen una forma “muy agresiva” de captar clientes, que antes no sucedía: “Se echan encima de los coches, los golpean si no paran, llaman a los timbres ofreciendo sus servicios y se meten en los portales para hacerlo. Por lo que he visto, no son chicas que _sean pobrecitas. Son muy chulicas y muy agresivas. A mí, me da pena la prostituta que ejerce sin querer serlo y que por mafias o lo que sea las tienen obligadas. Pero ellas no están cohibidas. Actúan con mucha chulería, se enfrentan a los vecinos y estos, sobre todo ahora que hay una población muy envejecida, tienen miedo y vergüenza. La situación está que arde y los vecinos han llegado a tirarles huevos”.


Marta Jiménez tercia en su exposición para hacer un inciso: “Comprendo la situación de los vecinos pero cuando dicen que son tan chulitas, hay que saber que tienen que buscarse la vida. Dudo mucho de que mujeres subsaharianas salgan de su país con el objetivo de venir hasta la propia Zaragoza para ejercer la prostitución en la calle. Llegan de otras ciudades, probablemente de Madrid, de la Casa de Campo, donde actúan de esa forma”, dice.


La directora de Fogaral explica que “esa chulería y ese asalto al cliente tiene su origen, por un lado, en que son mujeres que ya vienen de otros sitios (alguna no sabe ni donde está), que son mujeres que lo pasan muy mal por toda la historia de vida que llevan a sus espaldas y que tienen que buscarse la supervivencia como sea. “Y cuando una está desbordada porque ya no sabe ni quién es ella ni qué hace aquí, ni qué ha pasado con su vida, le da igual todo y lo mismo te tira un huevo que un tomate”, precisa.


El trabajador social Juan Manuel Fernández puntualiza: “Lo suyo no es una opción personal. Están en la calle, pero no quieren hacerlo y saben que están en un medio hostil y que son rechazadas”.

Prostitutas en el debate


La cuestión de la regularización sale de nuevo a relucir. “Debe haber un debate en profundidad, pero tiene que ser con ellas, con las prostitutas. En Barcelona y Madrid existen colectivos de trabajadoras del sexo organizados. Y si hay prostitución es porque hay una demanda. Hay que preguntarles a ellas cómo quieren que se solucione”.


Marta Jiménez responde que “darles voz es muy complicado”. “No suele haber un sentimiento de pertenencia a un grupo. Son reacias a hablar de algo que esconden y que les remueve muchas cosas por dentro”, dice y va más allá: “Imagino que este debate no les llega. No creo que lean la prensa. Ellas viven como en otra Zaragoza. Dicen ‘voy a lo que voy y no me dejan tener más opciones y me preocupo de lo mío’. Como siempre, de los abusos que sufren tanto de clientes como de jefes de clubes –como ser violada y no poder denunciarla porque el jefe le dice que si no perderá un buen cliente-, no se habla. Están muy solas socialmente, viven aisladas, no ven seguridad en la Policía ni en las administraciones”.


David Baringo, por su parte, considera que en España la prostitución está legalizada de manera tácita: “La sociedad la tolera. No se hacen políticas serias y a nadie le importa. Las familias no preguntan a sus hijos o maridos si han ido a clubes alguna vez y creo que el debate se podría empezar en casa. La Policía cumple la ley y mantiene una buena convivencia con las prostitutas porque son una buena fuente de información”.


En cambio, Juan Manuel Fernández no cree que exista una legalidad de facto. ¿Por qué esta situación? ¿en qué beneficia a la mujer?”, pregunta. A su juicio, hay que ir a un sistema que les beneficie, que tengan derechos como trabajadoras del sexo. Un plan integral con sus derechos y obligaciones, que detalle cómo se puede ejercer, dónde y que sea de carácter estatal y que, sobre todo, llamen a las prostitutas y hablen con ellas.


“Yo siempre voy a estar a favor de cualquier medida que haga más libres a estas mujeres, tanto si quieren como si no quieren dejar la prostitución”, concluye Marta Jiménez.