ZARAGOZA

Obstáculos a pie de calle

José Ramón Uruén camina por la calle de Don Jaime I, llena de paseantes y más de una bicicleta. "Como peatón, molesta que las bicis pasen a tu lado"
Obstáculos a pie de calle
J.C. ARCOS

Paso a paso. Es la forma natural de recorrer la ciudad. De hecho, según las estimaciones del servicio de Movilidad del Ayuntamiento de Zaragoza, un 52% de los dos millones de desplazamientos que se hacen a diario en la ciudad se realizan a pie. Del resto, un 23% se hacen en autobús, un 22% en coche, y los demás, en otros medios de transporte, como la bici.


Pero la ciudad no siempre se pone a los pies del peatón. Son muchos los obstáculos que se interponen en su camino. La lista de problemas que se encuentran a diario es larga: desde el pavimento en mal estado, las vallas y las zanjas, el tráfico intenso, los cruces de calles mal diseñados o los vehículos mal aparcados, hasta otros elementos como la ausencia de arbolado de sombra, de indicaciones sobre tiempos y distancias, o de iluminación artificial, complican el paseo y hacen menos atractivo recorrer la ciudad a pie.


Y eso que Zaragoza es una ciudad llana, lo que beneficia tanto los desplazamientos en bicicleta como andando. Y abarcable: el primer cinturón de la ciudad -formado por avenidas como Marqués de la Cadena, el Camino de las Torres, el paseo de la Constitución o el de María Agustín- tiene un diámetro de solo 4 kilómetros, que es aproximadamente lo que un adulto puede recorrer en menos de una hora caminando. Otro dato: cualquier punto dentro del Tercer Cinturón se encuentra a menos de una hora andando de la plaza del Pilar.


"Caminar es agradable y sano", recuerda Manuel Ortiz, presidente de la Unión Vecinal Cesaraugusta, que identifica como "enemigos del peatón los vehículos mal aparcados, las bicicletas recorriendo la acera, los estacionamientos de motos en zonas peatonales". Por su parte, el presidente de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza, Miguel Ángel Mallén, apunta otros problemas, como "la inseguridad y la existencia de trabas a la hora de pedalear o caminar".


En el punto de mira del caminante siempre está el automovil, y no solo porque marca su ritmo acelerado al resto de la ciudad, sino por el espacio que ocupa: cada coche necesita 10 metros cuadrados de espacio público, y cada vehículo es utilizado por una media de 1,17 personas. "Zaragoza casi ha saturado su capacidad de acoger el tránsito de vehículos, llegando al 90%", explica Mallén. Y el tráfico, recuerda Ortiz, no solo afecta a los peatones de la ciudad consolidada. "También pasa en los barrios rurales, donde en su día no se hicieron aceras anchas, y que han estado marcados por las grandes carreteras que partían el casco urbano", dice el presidente de la Unión Cesaraugusta.


Por eso, el diseño urbanístico ha de tener en cuenta ciertos criterios, marcados por la Carta de derechos del peatón que el Parlamento Europeo aprobó en octubre de 1988. Para empezar, las vías peatonales han de tener una continuidad. "En cada barrio, debería articularse una malla de calles pacificadas. Además, las glorietas y plazas han de ser permeables, se ha de evitar que para cruzarlas tengas que recorrer las cuatro esquinas", apunta Mallén. "Y hay otros derechos del peatón que no se tienen en cuenta, como la protección frente a la contaminación acústica y química de los vehículos", añade el presidente de la FABZ.


La conversión de ciertas zonas en espacios peatonales, libres de tráfico, es la solución a la que se ha recurrido en algunos barrios, especialmente en el Casco Histórico. Pero es un sistema que no convence a todos. "Las peatonalizaciones duras generan focos de inseguridad, problemas para la carga y descarga, y aleja a los clientes habituales y a los turistas", opina el secretario general de la Federación de Empresarios de Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia (ECOS), Vicente Gracia. Su propuesta para mejorar la movilidad peatonal, y en consecuencia, las condiciones para los comerciantes, pasa por "invertir en pavimentos adecuados, en limpieza, en soterramiento de contenedores o en mejoras en el arbolado y el mobiliario urbano". Gracia apunta también otra posible mejora, la de la señalización. Con mapas e indicaciones que orienten sobre puntos de interés y distancias en tiempo y en kilómetros, se animaría a los viandantes a recorrer la ciudad a pie.


La calle es espacio de tránsito, pero también de convivencia, otra de las premisas que deben marcar el diseño urbanístico. "En muchos barrios nuevos falta esa identidad que da tener una 'plaza del barrio', un espacio netamente ciudadano en el que encontrarse con los vecinos", lamenta Mallén.


Si hay un colectivo que sufre especialmente la planificación urbana que olvida al peatón, ese es el de las personas con movilidad reducida. "Hay calles bien hechas, como San Vicente de Paul, y a pocos metros otras muy malas, como el Coso o la plaza de Los Sitios", explica José Miguel Monserrate, vicepresidente de Disminuidos Físicos de Aragón. "Pero hay que comprender que no se puede reformar toda la ciudad de golpe", admite. Monserrate recuerda que los problemas de movilidad no solo afectan a los discapacitados. "Personas mayores, con una lesión o con un carrito de la compra, todos los sufren. La accesibilidad ha de ser para todo el mundo", concluye. Y no hay un modelo único para conseguirla, pero todos los consultados coinciden en que aunque hay ciudades modelo por su amabilidad hacia el peatón, la solución del problema pasa por pensar en las necesidades de Zaragoza.