EXPO 2008

Miles de disparos

La Expo es escenario de infinidad de fotos. ¿Cuáles son los lugares favoritos de los aficionados con más experiencia? ¿Dónde está prohibido tomar imágenes? ¿Qué pasa si a uno se le llena la tarjeta, se queda sin pilas o directamente no ha traído cámara? HERALDO.es tiene todas las respuestas.

Samuel Negredo (HERALDO.es)

Desde el pasado 14 de junio se registran en Zaragoza decenas de miles de disparos a diario, y no tienen nada que ver con los duelos ni con el lejano Oeste. El variopinto paisaje de Ranillas pone el terreno, y la explosión de la fotografía digital hace el resto. Desde que el visitante pone el pie en la Expo, se expone a centenares de objetivos, al mismo tiempo que se ve abrumado por la cantidad de escenas que reclaman ser capturadas.


David Montañés, con un pase nocturno y dos entradas de 3 días, ha tomado más de 2.000 fotos en la Expo. Gran aficionado a las panorámicas, ha realizado algunas tan impactantes como la que acompaña este reportaje (haga clic para ampliar).


Susana Ordovás, dependienta zaragozana de 34 años, también aprovecha su pase -en este caso, de temporada- para llenar su álbum de fotos: "Las hago para tener un recuerdo de un acontecimiento tan importante como la Expo y las comparto con mis amigos, porque a ellos no les gusta tomar fotos, y como soy todo lo contrario, me encargo yo y luego las cuelgo para que las vean en las álbumes Picasa, que son un gran descubrimiento".


Precisamente, sitios web como el de Google o, más aún, Flickr, que pertenece a Yahoo!, se han convertido en un fenómeno social que ha comido terreno a las interminables sesiones de álbumes y diapositivas con amigos y familiares. Otros optan por distribuir sus fotos en portales como stock.xchng o por colgarlas en sus perfiles en redes sociales como Facebook.

Dónde y cuándo


Susana y David coinciden en que el mejor momento para tomar fotos es el atardecer o una vez ha caído la noche. Hay que tener en cuenta que la luz dura y directa de las horas centrales del día puede ser traicionera y arruinar muchas fotos, aunque de noche un pequeño trípode se convierte en imprescindible para que las fotos no salgan borrosas o movidas.


A Susana Ordovás le cuesta decidirse por un punto estrella para fotografiar. Sus favoritos son "el pabellón de Aragón -sobre todo, si por la noche sacan las famosas frutas hinchables-, la zona del Pabellón Puente, el exterior del pabellón del África Subsahariana con las láminas moviéndose, y la zona de las plazas temáticas desde la parte de arriba del pabellón de América Latina".


David Montañés opina que "hay muchos lugares muy buenos", pero le gustan especialmente "los interiores de los pabellones, donde hay muchos juegos de luces y sombras, y los balcones de noche", porque la iluminación de la Expo le parece preciosa. Ordovás también recomienda el mirador del Ebro, que está situado en la tercera planta del pabellón de las Comunidades: "Se puede ver toda la Expo iluminada, el Pilar desde allí es espectacular y también es un buen sitio para mirar el espectaculo del Iceberg".


En cuanto a los paisajes, Javier Torres, de Sevilla, recomienda probar suerte desde el teleférico, pero confiesa que una de las fotos más divertidas se la había sacado en el pabellón de Galicia, tumbado en uno de los sillones.


¿Qué tendrá la escultura Splash de la Torre del Agua, que resulta irresistible para todo visitante con cámara que sea primerizo en la Expo? Ángel, que en dos días ha llenado la tarjeta de su cámara digital con más de 200 fotos, da una buena explicación: gracias a su extraordinaria composición de 135 piezas, "no la ves dos veces exactamente igual".


Cuando se ha cumplido un reto, siempre hay que ir a por otro. David Montañés todavía no se ha atrevido con las imágenes en movimiento, pero tiene intención de hacerlo pronto: "Toco un poco de edición de vídeo y me haré mi propio 'documental'", asegura. Ordovás explica que alguna vez ha utilizado la opción de video con la cámara de fotos, "sobre todo para algún concierto o espectáculo como el del Despertar de la Serpiente".

Prohibir o ayudar


Aunque los empleados se encargan de recordarlo, para evitar apuros hay que tener en cuenta que no se puede sacar la cámara en todas partes. Con cierta resignación, David Montañés explica: "Me habría gustado hacer fotos en el acuario y en el pabellón de España, pero como no está permitido tuve que enfundar la máquina y aguantar la tentación".


En el pabellón de Japón, cuna de los turistas a quienes el tópico designa como más aficionados a las instantáneas, tampoco autorizan a pulsar el disparador. A la salida, Nuria y Carla se quejan de que "da rabia, después de hacer hora y media de cola". El de Egipto, el de la Santa Sede y el Pabellón de las Artes son otros de los que aplican restricciones.


Sin embargo, otros países no sólo facilitan la tarea, sino que incluso ayudan a sacar fotos más originales. Por ejemplo, en el pabellón de Mongolia le atavían a uno con los trajes típicos y le hacen la foto con su propia cámara, para que haga con ella lo que considere oportuno. Y todo, por la módica cantidad de 2 euros.

Primeros auxilios


Pongamos que ha olvidado su cámara en casa, que su móvil no hace fotos y que guarda un ardiente deseo de inmortalizar su visita al recinto de Ranillas. Además de mala memoria, tiene una solución fácil, relativamente barata y sin salir del recinto: compre una cámara desechable de Fluvi por 7 euros y volverá al maravilloso mundo del carrete analógico y los resultados imprevisibles.


Si lo suyo es la fotografía digital pero se le agotan los aprovisionamientos en plena visita, no tiemble, porque puede que en las tiendas Expo encuentre la solución. Incluso venden tarjetas de memoria, para aquellos que, en plena fiebre 'fotera', llenen la suya con centenares de imágenes o minutos y minutos de vídeo. En concreto, un 'memory stick' de 2 gigas cuesta 30 euros, y una tarjeta CompactFlash, 47. Además, también venden DVD grabables y cargadores. El problema, en este último caso, será dónde enchufarlo...


En la muestra internacional no faltan los momentos irrepetibles, los gestos divertidos ni las construcciones efímeras. Además, algunas visitas pueden convertirse en una gesta épica de la que interesa guardar constancia. Puestos a vivir la Expo a tope, una última recomendación: vez de decir "pa-ta-ta", pruebe con "Flu-vi".