EL PABELLÓN DE... LITUANIA

La lluvia está en el interior

La humedad de las tierras bálticas, el luminoso color del ámbar y la genialidad de Sabonis se unen en el pabellón de Lituania, con un cubo de agua transitable formado por caprichosas cascadas como atracción estrella.

Lo que en un día cualquiera en la ciudad es un auténtico engorro, en la Expo se convierte en una excusa para divertirse y probar los propios reflejos. El pabellón de Lituania alberga en su interior la casa de la lluvia, una instalación conceptualizada por Saulius Valius, un lituano que cuenta con amplia experiencia en el diseño de contenidos para pabellones e instalaciones artísticas.


La casa de la lluvia es un cubo formado por cortinas de agua, que caen desde el techo hasta el suelo iluminado. Con cierta pericia, uno puede entrar y salir sin mojarse, pero hay que tener cuidado, porque las paredes acuáticas cambian de situación sin previo aviso. Además, las cortinas de agua sirven como pantalla de proyección de poéticas imágenes de la naturaleza verde y refrescante de los paisajes locales.


Según confiesan desde la organización, el pabellón debe buena parte de su éxito a las visitas de escolares durante la primera semana. Ahora, en plenas vacaciones, los pequeños arrastran de la mano a sus padres hasta la cola del húmedo y oscuro espacio expositivo, al mismo tiempo que les detallan todo lo que aprendieron entonces.


El país de Arvydas Sabonis capitaliza la fama que le ha dado el baloncesto, tanto en el interior del pabellón, a través de imágenes proyectadas sobre el agua y las paredes, como en el exterior, con un juego de habilidad que consiste en impulsar balones firmados por el pívot lituano con el objetivo de que caigan en la zona con mayor puntuación.


Incluso la cafetería es una parada obligada para los fanáticos del cinco contra cinco, porque dos pantallas de plasma rememoran las grandes gestas de la selección lituana de baloncesto.


Desde la organización afirman que sirven la mejor cerveza de la Expo, e incluso sostienen que los belgas así lo han reconocido. La rubia de barril es de la marca Svyturys, a 3 euros el tercio y 4 euros la pinta. La tienda se especializa en productos de ámbar, la piedra nacional de Lituania.


Quienes estén más interesados en el conocimiento pueden consultar los pozos de información con pantallas táctiles e interactivas, que están instalados en el perímetro del pabellón.


Si los más pequeños no han tenido suficiente entretenimiento con el agua, antes de salir aún les espera una última atracción. Se trata de la termovisión, una pileta en la que se mezcla agua fría y caliente, y que es sensible a la acción de las manos, generando una suerte de pinturas abstractas que se pueden imprimir.


Una visita recomendable para niños, mayores, cerveceros, aficionados al baloncesto y enamorados del ámbar. En el pabellón de Lituania, mojarse es opcional, pero tentador.