El nuevo Mercado de Pescados, un centro cívico con premio arquitectónico

Esta lonja, construida en la zaragozana avenida de Navarra, sustituyó a la de la plaza de Santo Domingo, pero no para siempre, ya que la llegada de Mercazaragoza lo convirtió en el centro cívico de las Delicias

El nuevo Mercado de Pescados, un centro cívico con premio arquitectónico
El nuevo Mercado de Pescados, un centro cívico con premio arquitectónico

“Como se había anunciado ayer, a las doce de la mañana, tuvo lugar la bendición e inauguración del nuevo Mercado de Pescados, importante mejora para Zaragoza, situado, como es sabido, allá en la avenida de Navarra, del barrio de las Delicias”. Esta frase iniciaba la noticia de HERALDO DE ARAGÓN sobre la apertura del citado edificio, publicada el 19 de julio de 1960. Las crónicas del momento lo planteaban como un innovador proyecto que se levantaba en los límites de la ciudad de entonces, con un presupuesto de doce millones de pesetas. Se ubicó junto a una nueva carretera y también al lado de la estación de Caminreal, lo que convirtió a este mercado en un comunicado punto.

Aunque fue entonces cuando se inauguró, el edificio se ideó unos años antes. En 1957 fue trazado por Marcelo Carqué Anyesa, en aquel entonces arquitecto municipal, y en 1958 se adjudicaron las obras. Carqué es considerado uno de los pioneros del conocido como Movimiento Moderno, según manifiesta Begoña Genua en el artículo ‘Detrás de la máscara. El Mercado de Pescados de Marcelo Carqué’.

El valor de esta obra fue tal que en 1961 obtuvo el premio Ricardo Magdalena. Un ejemplo de arquitectura puramente funcionalista que sustituyó al antiguo mercado de la plaza de Santo Domingo, tal y como refleja el trabajo de María Isabel Oliván Jarque, jefe de la Unidad de Patrimonio Histórico Artístico del Ayuntamiento zaragozano.

Aquella línea práctica implicó que poca decoración adornase este edificio. Fue construido en hormigón armado y se desechó cualquier tipo de ornamentación. A simple vista la fachada presenta un zócalo de piedra de La Puebla, que da una forma devastada bajo la pared de ladrillo caravista. Apenas se descubren elementos decorativos, tan solo los escudos de la ciudad que cuelgan de la pared. Según ambas fuentes, se trata de una obra del escultor Pablo Remacha. En cambio, los frisos del vestíbulo, que recuerdan a la fauna marina, son obra del pintor Javier Ciria.

En ese mismo documento de Oliván Jarque se define como un inmueble de tres plantas: sótano, principal y alta. Sin embargo, su característica más destacable es la distribución en forma circular que presentaba. El gran espacio central de la primera planta se destinaba al público, una zona rodeada por los 19 puestos que conformaban este mercado. “Así se conseguía que no hubiera diferencias ni preferencias en cuanto a la visibilidad o al acceso de ninguno de ellos”, se detalla en el análisis de los mercados de Zaragoza por Oliván Jarque.

Estaba cubierto con una estructura de “cerchas y tirantes en disposición radial”, como referencia la arquitecta Genua, lo que le otorgaba un aire circense. En la segunda planta se ubicaban las oficinas. En las instalaciones también se disponía de bar, agencia bancaria, laboratorio veterinario, además de muelles de carga y descarga dispuestos de manera concéntrica alrededor.

La vida del nuevo Mercado de Pescados de la capital aragonesa cambió cuando se fundó Mercazaragoza en la década de los años 80. La causalidad hizo que esa etapa coincidiera con la apertura de varios centros cívicos en la ciudad y el barrio de las Delicias necesitaba uno.

“Un año antes del traslado, ya se había encargado un proyecto a los arquitectos Carlos Miret y Mariano Longás para que el edificio se pudiera reconvertir en una Casa de Juventud para el ya muy céntrico barrio de Delicias”, apunta Genua en su artículo ‘Detrás de la máscara. El Mercado de Pescados de Marcelo Carqué’.

Esa fue precisamente la nueva función de este reutilizado y adaptado inmueble. Los años y la intensa actividad cultural lo transformaron en un centro de ocio para todas las edades. Ya en el siglo XXI se amplió con nuevas instalaciones, como un edificio de nueve plantas recubierto de celosías.

Esta última reforma se inauguró a finales de 2012, más de cincuenta años después de que se abriesen sus puertas por primera vez, en esa ocasión como lonja de pescado. Ese pasado no se olvida, aunque solo sea por la marisquería que permanece cerrada junto a su puerta.

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