El aragonés Joaquín Silvestre, nacido en Guadalaviar, tiene dos números grabados a fuego en la mente: el 11.259 y el 21.021. Las dos veces que ha dado el premio gordo de la ONCE desde que se hizo vendedor de cupones en la capital aragonesa. "Una fue a los dos años de estar en Zaragoza, en la esquina de Massimo Dutti; vendí diez cupones a 35.000 euros cada uno. Y a los tres años, el día del Pilar. Fue una alegría muy grande", recuerda con una sonrisa.

Este mes de febrero, Joaquín ha sido seleccionado como el mejor vendedor de la ONCE del año 2017 en el ámbito de la delegación territorial de Aragón, un galardón con el que la organización trata de reconocer anualmente el esfuerzo de los trabajadores dedicados a la venta responsable de sus diferentes productos de juego. "Estoy muy contento porque aunque tengo muy buenas ventas, que también es un punto, creo que lo principal es la dedicación, el esfuerzo y el trato a la gente; y de no ser por eso, no te dan el galardón", asegura Silvestre, quien con un 39% de discapacidad lleva más de diez años dedicado a este oficio.

La oportunidad le llegó al poco de venirse a Zaragoza y contactar con la fundación ONCE tras operarse de las dos caderas. Hoy, orgulloso de su clientela y de cómo le han ido las cosas en la capital aragonesa, confiesa que está muy "a gusto" en su puesto del paseo de la Independencia; que tiene una hermana en el Arrabal, a la cual visita con frecuencia, y un "pisico" en Las Fuentes; pero que no ha dejado de ir al pueblo, adonde sigue enviando cupones desde su puesto al bar El Gato. "Esa costumbre no la perderé nunca. Viví allí hasta los 30 o así; luego trabajé 15 años en la construcción y desde hace diez estoy en Zaragoza. El trato para mí es lo mejor. Aquí tengo una clientela muy buena que viene todos los días a por el cupón, y en el pueblo no hay una persona que no me hable…", presume orgulloso de ese don de gentes que atesora como vendedor ya reconocido de la ONCE.

Entre risas, cuenta que tiene muchas anécdotas de la venta. Como esa famosa frase que siempre sonaba en boca de otros y que nunca esperó pronunciar él. "Cuando vivía en el pueblo y bajaba a Teruel, siempre oía eso de '¡Cupones para hoy!', y yo de broma les decía que 'para mañana'. Luego mira tú por dónde me ha tocado a mí ser el de los cupones", dice sonriente.

Silvestre, tan cercano y amable con la prensa como con su clientela de Independencia, matiza que no es que se riera de otros vendedores, sino que le hacía gracia la frase porque además no creía en el juego ni sabía muy bien qué era aquello. "Me chocaba mucho porque nunca había comprado cupones, y ahora del 2014 me quedo todos días uno, no vaya a ser que toque y lo tengo fijo", añade entre risas.

A lo largo de estos años han sido muchos los premios que ha dado. "El día del Pilar fue una alegría muy grande, pero premios de estos pequeños he dado bastantes… Aquí enseguida te haces con la gente y estoy muy a gusto", subraya sonriente.

De la fundación ONCE solo tiene buenas palabras, porque es consciente de la labor que realiza dentro y fuera de Aragón para ayudar a personas con discapacidad. "Ahora cogen a gente que de no ser por esto no podría estar en otros sitios, porque subir escaleras, por ejemplo, no podrían. Hay muchas personas con discapacidad que estamos trabajando aquí y el personal te enseña muchas cosas", puntualiza.

En su caso, la mayor dificultad que ha encontrado ha sido la tecnología. Pero hasta en su manejo es a día de hoy un artista gracias al esfuerzo personal y a la formación recibida. "Yo cuando entré aquí lo hice como aquel que dice sabiendo usar el móvil y vale… Ahora me manejo muy bien con el ordenador y con todo, cada año hacemos un cursillo en la ONCE... Esto es todo coger la marcha, ser constante, amable y ponerle ganas", dice orgulloso.