Aragón recupera la custodia de dos fósiles de roedores que permitieron describir dos nuevas especies

El Museo de Ciencias Naturales albergará estos fósiles de hace unos 30 millones de años, que fueron hallados en 1992 en Teruel y guardados en la Universidad de Lyon.

Los pequeños dientes de uno de los fósiles.
Aragón recupera la custodia de dos fósiles de roedores que permitieron describir dos nuevas especies
Universidad de Zaragoza

El Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza tendrá dos nuevos huéspedes: dos fósiles de roedores, hallados en las localidades turolenses de Alcorisa y Vivel del Río y que permitieron describir dos nuevas especies del género Columbomys. Las piezas han sido recuperadas de la Universidad de Lyon (Francia) y el director del Museo, José Ignacio Canudo, asegura que “recuperar estos importantes fósiles para Aragón ha sido posible gracias a la gestión conjunta del museo y la dirección general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón”.

En el año 1992 investigadores franceses, Marguerite Hugueney, Etienne Moissenet y el español Rafael Adrover, publicaron en una prestigiosa revista científica, Comptes Rendues, la descripción de dos nuevas especies de roedores del Oligoceno superior de Teruel (unos 30 millones de años). Una de ellas fue dedicada a la investigadora del grupo Aragosaurus-IUCA, Gloria Cuenca, y actual directora del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales) con el nombre de “Columbomys cuencae” y otra, a un investigador catalán con el nombre de “Columbomys agustii”.  En la publicación original se apuntaba que se iban a depositar en el Museo de Paleontología de la Universidad de Zaragoza, pero ese depósito no se había realizado. Por esa razón se hicieron las gestiones para que los fósiles quedaran custodiados en la tipoteca del Museo de Ciencias Naturales, lo que se ha producido recientemente.

Los roedores pertenecen a la Familia Theridomyidae, exclusivamente fósiles que se caracterizan por ser de tamaño relativamente grande, que podría llegar al de los actuales conejos o algo más. Tenían dientes con coronas altas y algunos representantes llegaron a ser totalmente “hipsodontos”, es decir, con dientes que no tenían raíces y crecían de manera continua casi durante toda la vida del animal (parecido a los caballos actuales).

Posiblemente eran adaptaciones a un clima cada vez más árido y unos ambientes cada vez más abiertos que se fueron desarrollando durante el Oligoceno. Los Theridomyidae vivieron en Europa unos 30 millones de años, durante el Terciario, aparecen en el Eoceno y desaparecen en el Mioceno, siendo relativamente abundantes en el Oligoceno.

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