Mónica Díaz Macker ha enviado al director de HERALDO DE ARAGÓN una carta, titulada 'Sobre la muerte de Víctor Laínez', que este martes se publica en la edición impresa de este diario. Por su interés, reproducimos su contenido también en Heraldo.es: 

Sobre la muerte de Víctor Laínez

Ante la polémica suscitada por el asesinato presuntamente cometido por Rodrigo Lanza:

1.- También soy chilena y vivo desde hace casi 40 años en Zaragoza, ciudad pacífica y tolerante. Nunca he sido perseguida aquí, pero sí lo fui en mi país, que sufrió una larga dictadura en la que participaron personas como el almirante Huidobro, abuelo de Lanza.

2.- La paz de Zaragoza se ve alterada de tanto en tanto por sucesos violentos provocados por chilenos, lo que nos avergüenza, como la bomba colocada en el Pilar por una pareja zafia e ignorante.

3.- Estos casos aislados no permiten arribar a conclusiones pero nos preguntamos: ¿qué clase de tara ha dejado en algunos chilenos la infección de una dictadura asesina que atropelló los derechos humanos por décadas en forma impune?

4.- Ahora mismo, una nueva generación de argentinos está dando un paso trascendental al repudiar a sus propios padres, en tanto torturadores o asesinos; una necesidad ética.

5.- Que la ultraderecha quiera apropiarse del suceso solo ayuda a confundir.

6.- Tampoco es creíble el comunicado de los familiares: su explicación de los hechos choca con la información forense, pues Laínez fue atacado por la espalda.

7.- También avergüenza ver a chilenos defender a Lanza en cuanto ‘chileno’ y sugerir que es perseguido por serlo, lo que es falso. A un asesino no se le defiende.

8.- La familia alega que Lanza fue insultado, pero de un insulto no se muere. Es necesario recordar que Lanza pasó cinco años en la cárcel por dejar tetrapléjico de una pedrada a un joven guardia urbano en Barcelona. ¿Es dable imaginar la tragedia de ese joven?

9.- De modo que el señor Lanza ha de enfrentar a la Justicia española no por ser chileno, sino por el daño que presuntamente ha causado en este país y que nos avergüenza a los chilenos de bien.

Mónica Díaz Macker