Una de codos y ojeras para lograr el aprobado

Mientras algunos jóvenes apuran los días en la playa, otros cientos se han olvidado ya de la canícula y acabarán el verano entre cuatro paredes. Los muy próximos exámenes de septiembre recluyen estos días a los universitarios que tras el descanso estival retoman sus hábitos y, madrugón mediante, cargan con sus apuntes y llenan las bibliotecas que hay en los campus públicos aragoneses.

El Rectorado ha ampliado el horario de las salas de estudio para satisfacer la demanda de estos jóvenes y ha habilitado un horario especial en 1.700 de las 5.000 plazas que tiene repartidas por las tres provincias. Las facultades de Económicas y Veterinaria, el edificio Betancourt, la sala CAI Universidad y los campus de Huesca y Teruel abrirán sus salas por las tardes y, desde este fin de semana, también lo harán los sábados y los domingos.

Como en todos los periodos de evaluación, los jóvenes hacen acopio de bebidas ricas en cafeína, roban horas de sueño para dedicarlas a las materias pendientes y se amontonan a la entrada de las bibliotecas desde primera hora para coger un buen sitio (o reservarlo para el amigo que llega a media mañana). La estampa se repite año tras año, en febrero, junio y septiembre, pero esta última podría tener los días contados. La Universidad de Zaragoza avanza hacia el modelo de evaluación continua en el que el examen deja de ser el medidor principal para dar peso a los informes, trabajos, seminarios y otros ejercicios desarrollados durante el curso. Así lo exige la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, que evalúa el aprendizaje, las competencias, y no solo el conocimiento.

La institución cuenta ya con un borrador de reglamento para regular esto, en el que se dice que "se debe superar el tradicional examen como única prueba para la calificación. Este cambio podrá realizarse a través de procedimientos de evaluación que no se articulen en forma de pruebas".