Un paseo por los belenes más singulares

Los hay tradicinales y con mucha solera y, también, alternativos y modernos. Algunos tienen figuras de hace tres siglos y otros, 'clicks' de Playmobil. Aunque las navidades cada vez son menos tradicionales, la de los belenes es una costumbre que, en pleno siglo XXI, crece con las modas de los nacimientos vivientes (Sariñena, Graus, Sabiñánigo) y con la reivindicación de la festividad de Reyes. De hecho, fueron Sus Majestades quienes, al alcanzar el portal, dieron testimonio del nacimiento de Jesús y es precisamente hasta el 6 de enero cuando puede realizarse esta (¡gratuita!) ruta navideña.

En Zaragoza es imprescindible comenzar con el magno Belén de la plaza del Pilar, con sus aspiraciones de 'Guinness', que este 2009 cumple diez años de existencia. De los 600 metros cuadrados iniciales ha crecido hasta los 2.400 actuales y, entre su figuras de fibra de vidrio, se puede descubrir desde el palacio de Herodes hasta el zoco de los mercaderes. ¿Más datos? Se espera que reciba más de 120.000 visitas, incluye sillares romanos extraídos de excavaciones arqueológicas y cuesta unos 200.000 euros al Ayuntamiento.

Enorme también es el de Ibercaja (en la plaza de Paraíso), que fue diseñado en los años 80 por Eusebio Gracia y cuenta con centenares de figuras de los talleres de imaginería de Olot. En 2009, además, ha incorporado un río y un conjunto de piezas inspiradas en Albarracín y en la arquitectura renacentista. Más innovador es el Belén subacuático de Bomberos Unidos sin Fronteras, que estos días puede verse buceando en el Stadium Casablanca, y, si uno le coge el gusto al líquido elemento, también en el tanque central del Acuario se ha instalado otro nacimiento.

No muy lejos de la capital son reseñables los nacimientos de Tauste -donde hay nacimientos del siglo XVIII y se ha elaborado una guía informativa con la historia de 14 belenes-, así como los de Tarazona o Calatayud que organizan sus propios concursos.

En Huesca, un nacimiento de escayola en una gruta resguardada del mal tiempo, y del bueno, hizo que se desplazaran hasta las Gorgas de San Julián de Lierta, a unas 400 personas en la mañana del día de Navidad. Para muchos de ellos se ha convertido ya en una tradición visitar el Belén que instaló Peña Guara en 1972, con motivo de su 40 aniversario. Además, durante estas semanas muchas familias y grupos de amigos realizan esta excursión, de unos 30 minutos a pie, en la que se puede disfrutar de unas vistas magníficas de la Hoya de Huesca.

Para los que prefieran la ciudad, en el patio de la Diputación Provincial de Huesca la Asociación Belenista Oscense exhibe como todos los años su gran obra, de unos 40 metros cuadrados, que en esta ocasión está dedicada al Castillo de Loarre y a las viviendas tradicionales aragonesas. Más grande todavía, de 500 metros cuadrados, es el Belén Monumental de Monzón, elaborado por la Asociación Belenista Isaac Lumbierres, que se instala en la Azucarera.

Por su parte, en Teruel, los más visitados son el de la plaza del Torico bajo un enorme árbol navideño y el de la iglesia de San Pedro, que crece en número de figuras cada año desde que naciera en 2005. Destaca también el que instalan las Hermanas de los Ancianos Desamparados en el Asilo de San José, con figuras en movimiento y luces que marcan el día y la noche. Fuera de la ciudad de Teruel, Alcañiz cuenta también con un Belén de considerables dimensiones que se instala en una de las grandes capillas de la iglesia parroquial o de Santa María la Mayor. Alcañizanos de todas las edades contemplan en el interior del templo las innumerables figuras con las que se representan los oficios más tradicionales de la época y las escenas más habituales en el Belén de hace dos mil años.