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El Museo Diocesano de Teruel presenta su última joya, una tabla flamenca atribuida a un pintor de la corte

La pintura se atribuye a Michel Sittow, que trabajó a las órdenes de los Reyes Católicos a finales del siglo XV.

La adquisición del Museo Diocesano, una obra destacada de pintura flamenca del siglo XV titulada "Exaltación de la Virgen".
La adquisición del Museo Diocesano, una obra destacada de pintura flamenca del siglo XV titulada "Exaltación de la Virgen".
Antonio Garcia/Bykofoto

El Museo Diocesano de Teruel presume desde este viernes de su última incorporación, una pintura atribuida al pintor flamenco Michel Sittow, que trabajó en la corte de los Reyes Católicos a finales del siglo XV. La obra, titulada 'Exaltación de la Virgen", fue donada al Obispado por la orden de las Carmelitas Descalzas cuando, en 2020, estas cerraron el convento que ocupaban en la capital turolense desde el siglo XVII. 

La pintura destaca por su colorismo, las veladuras propias del estilo flamenco y por el tratamiento de los ricos ropajes. La obra, que ha sido sometida a un proceso de restauración que se ha prolongado durante tres meses, tiene una "increíble calidad", como ha destacado la restauradora encargada de la intervención, Covadonga Menéndez. 

La pieza se expone en la sala  del museo dedicada a la maternidad con otras pinturas contemporáneas y de otros periodos. El director del Museo Diocesano, Pedro Luis Hernando, ha admitido que la autoría del cuadro "está en discusión". Según ha explicado, entre los argumentos para atribuirlo a Sittow, destaca las similitudes compositivas con una obra de este autor expuesta en el Museo del Louvre, en París, pero recientemente esta atribución ha sido puesta en duda. 

Sin embargo, para Hernando, lo fundamental de la "Exaltación de la Virgen" no es su creador sino "la calidad de la obra, su belleza y su capacidad de transmitir emociones". Añadió que en estos campos, la pintura tiene una altura "excepcional".

Pedro Luis Hernando ha explicado que no se conoce como esta excepcional obra llegó a manos de las carmelitas, pero todo apunta a que fue una donación de alguna familia o de alguna novicia que se incorporó a la comunidad monástico y la aportó como dote.

La única documentación sobre el cuadro es, según ha explicado la directora general de Patrimonio, Gloria Pérez, una pequeña anotación que una monja pegó en la parte trasera de la tabla en 1942 con el texto. "Una obra muy valiosa" y con su tasación de la época, 200.000 pesetas. Actualmente su valor superaría el del propio convento que la albergaba, ha puntualizado Hernando.

Todo apunta a que la pintura formaba parte del un tríptico como su imagen central, pero también se desconoce el destino de las dos pinturas que la acompañaban.

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