Incendio en Teruel: "De repente, el fuego estaba encima del pueblo"

Los vecinos de varias pedanías de San Agustín y del municipio de Olba se vieron sorprendidos por la virulencia del incendio, que forzó su desalojo aunque no alcanzó a las casas.

El alcalde de Olba, Federico Martín, se dirige a los vecinos evacuados a Albentosa para explicarles la situación del incendio
El alcalde de Olba, Federico Martín, se dirige a los vecinos evacuados a Albentosa para explicarles la situación del incendio
Javier Escriche

"Se va quemar todo. No se salvará nada". Eliazar Peiró, un vecino del barrio de Los Peiros de San Agustín desalojado a primera hora de la tarde ante la cercanía del incendio desatado en la vecina Villanueva de Viver (Castellón), se mostraba muy pesimista sobre la evolución del siniestro. Afortunadamente, las llamas no alcanzaron las viviendas de San Agustín y Olba, las dos localidades de la provincia de Teruel afectadas. Otro vecino de la misma pedanía, Esmeraldo Bertolín, partía en torno a las 14.00 acompañado de su esposa alertado por la Guardia Civil y tras dejar su hogar "con las ventanas y puertas cerradas" para evitar que el humo se metiera en su casa.

Uno de los primeros vecinos de San Agustín que detectaron el fuego y que alertó al teléfono de emergencias 112, José Jarque, explicó que en torno a las 12.50 vio "una humareda pequeña, como de una quema agrícola, pero al poco tiempo el humo aumentó" y tras ver el fogonazo "de un pino ardiendo" decidió dar la voz de alarma. Desde su casa, presenció como el incendio se descontrolaba a menos de seis kilómetros del pueblo, en dirección a la vecina provincia de Castellón.

Después de desalojar los barrios del Mas de García, Más de Caballero, Mas de Pastores y Los Peiros -todos en San Agustín-, la fuerza y la dirección del viento obligaron a evacuar la vecina localidad de Olba con sus barrios. Para entonces, la columna de humo se podía ver desde Teruel capital, a 47 kilómetros en línea recta. El Ayuntamiento de Olba empezó por recomendar el desalojo de los barrios más cercanos al frente del fuego, como

Imagen del incendio forestal desde San Agustín, en la provincia de Teruel.
Esmeraldo Bertolín, evacuado de los Peiros, al legar a San Agustín.
Javier Escriche

Una vecina de Los Ramones, Susana García, explicó que, "de repente, el fuego estaba encima del pueblo" y aunque el viento parecía empujarlo lejos de las casas, estaba "alerta" por si tenía que salir disparada ante una orden de evacuación, que se produjo instantes después. El presidente de la asociación de vecinos del barrio, José Andrés Guillén, se dedico a tender mangueras y a preparar una bomba de agua -costeados por el vecindario- "para ponerlas a disposición de los bomberos cuando lleguen".

El alcalde de Olba, Federico Martín, recomendó a los 36 residentes de Los Ramones y a los del resto del municipio a través de mensajes de whatsapp la evacuación a primera hora de la tarde como medida de precaución para evitar el "bloqueo" de la carretera de acceso, estrecha y tortuosa. A las 18.00, la Guardia Civil puso en marcha el desalojo obligatorio ante la cercanía de las llamas. Martín se mostró "muy preocupado" por la amenaza que pende sobre naturaleza del valle del Mijares, sobre las casas y, sobre todo, por la seguridad de los vecinos.

Cristina Leralta, evacuada de Los Giles -en Olba-, no esperó ni siquiera a la recomendación municipal y partió del pueblo "por intuición" ante el oscuro cariz que tomaba la situación. Recalcó la necesidad de mejorar la prevención para evitar los incendios con el refuerzo de las cuadrillas de bomberos forestales y la mejora de sus condiciones de trabajo. Reivindicó también la conservación del pantano de Los Toranes y de las acequias que abastece para hacer frente a siniestros como el de este jueves. Junto a ella, otra evacuada alertaba del alto riesgo de incendios de Olba y de sus deficientes vías de escape. "Nos pasamos el verano oteando el horizonte por miedo a los incendios", denunció.

Mayte Pérez, junto a Ximo Puig, en el puesto de mando de Barracas
Mayte Pérez, junto a Ximo Puig, en el puesto de mando de Barracas
HA

Ceniza sobre las cabezas

Cristina Soto, de Los Tarrasones, fue una de las primeras vecinas de Olba en dejar su casa por miedo al fuego. Escapó con su marido llevándose a sus dos perros y sus dos cabras por miedo a exponerlas a las llamas. Reconoció estar "muy preocupada" porque quedaban a merced del fuego su hogar, sus pertenencias y las gallinas del corral. En algunos momentos, vio como llovía la ceniza sobre sus cabezas.

Salvar a los animales domésticos fue una de las principales preocupaciones de los vecinos de Olba, como en el caso de Unai Canoira, que, en cuanto vio acercarse peligrosamente a la columna de humo, buscó transporte para sus tres caballos para llevarlos a una cuadra segura de la vecina Rubielos de Mora. Su objetivo era que, llegado el momento de la evacuación obligatoria -que llegaría poco tiempo después-, poder desplazarse con más libertad y con la garantía de que sus equinos estaban ya a salvo.

Quince medios aéreos trabajan contra el fuego. La UME ha desplegado 74 militares y 19 vehículos con 12 autobombas y 4 nodrizas.

En La Venta del Aire, barrio de Albentosa, la alcaldesa de esta localidad, Yolanda Salvador, se encargó de organizar la recepción de los evacuados y de buscarles alojamiento. La incertidumbre cundía entre los desalojados porque, como dijo uno de ellos, "cuando se sale de casa por el fuego siempre existe el riesgo de encontrarla de vuelta convertida en un montón de cenizas".

El gerente del hostal Los Maños -de La Venta del Aire-, Joaquín Sebastián, rebuscó en sus escasas habitaciones libres y en los alojamientos destinados a sus trabajadores para dar acomodo a 26 personas desplazadas por el fuego. Finalmente, no fue necesario habilitar el pabellón polideportivo de Albentosa para los damnificados del primer incendio catastrófico de 2023.

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