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Los restos de la chimenea de Andorra, suelo para el futuro parque renovable

El derribo de la térmica llega a su recta final. Agentes sociales y alcaldes piden a Endesa coordinación para asegurar el empleo más allá de 2025

La imagen, tomada ayer, muestra los restos de la chimenea derribada y las labores de los operarios.
La imagen, tomada este miércoles, muestra los restos de la chimenea derribada y las labores de los operarios.
Heraldo

Un mes después de la demolición de la chimenea de la antigua central térmica de Andorra, en la que 265 kilos de explosivo redujeron a escombros las 25.000 toneladas de hierro y hormigón hasta entonces centinelas del paisaje del Bajo Aragón Histórico, doce operarios se encargan de las labores de recogida, separación y valorización del material. La parte férrica se reutilizará para uso industrial y el hormigón formará parte, como explican desde Endesa, del proyecto de restauración del espacio que fue central térmica y que se convertirá en suelo para el futuro parque de energía renovable.

Según señala la compañía eléctrica, el derribo de las instalaciones está originando huecos y espacios horadados en las 500 hectáreas de terreno que ocupaba la central y que serán cubiertos por el material caído en la demolición de la chimenea. Para ello, el escombro está siendo sometido a labores específicas de machaqueo que lo transformarán en material de relleno, dando forma al nuevo suelo de la central.

Endesa cifra en dos tercios el volumen de trabajo de desmantelamiento de la central que ya se ha llevado a cabo desde que comenzara hace dos años. Encaran pues las obras su recta final y la empresa mantiene 2025 como fecha prevista de finalización. En una nota, la empresa ya recordó tras el derribo de la chimenea el pasado 16 de febrero que sigue desarrollando su plan con el objetivo de "reavivar el tejido industrial con una inversión de 1.500 millones de euros y la construcción de 1.843 megavatios de potencia renovable". De hecho, este mismo jueves presenta a los alcaldes de los 34 municipios del proyecto Nudo Mudéjar, en el centro Itaca de Andorra, los cursos de formación asociados a este plan de futuro para Andorra.

"Vamos con mucha expectación a ver qué se nos plantea y qué oportunidades se abren para los trabajadores y las empresas", señaló este miércoles al respecto el alcalde de Andorra, Joaquín Bielsa.

Ajuste de necesidades

En el horizonte está el ajuste de este último tercio de trabajos de derribo con la edificación de las nuevas plantas de renovables y los proyectos de reindustrialización vinculados, un proceso que desde los sindicatos se espera que se haga de manera coordinada y armoniosa para garantizar cargas de trabajo el máximo tiempo posible.

Así lo refiere el secretario de la Unión Comarcal de CC. OO. en el Bajo Aragón histórico, Darío Sanz. Cuando comenzaron los trabajos de derribo había en la zona más de 500 trabajadores. Ahora Endesa confirma que hay 300. "Los que han salido ya se han ido buscando la vida", señala el portavoz sindical, que asegura que estos trabajadores mantienen la residencia y el empadronamiento en Andorra y en los municipios del entorno, pero "de lunes a viernes, están trabajando fuera, en Valencia, Madrid, Tarragona o Zaragoza".

La mayor parte tienen un perfil profesional de mayor cualificación, oficiales que han encontrado encargos en las zonas industriales de provincias limítrofes. Queda un volumen, más de medio centenar de antiguos empleados, "que están en una situación más precaria". Son trabajadores con menor cualificación o con mayor edad, "que lo están pasando mal y están preocupados", recuerda Darío Sanz, quien espera que estas iniciativas de formación sirvan para que los trabajadores de la comarca encuentren oportunidades laborales en la zona. Endesa prevé generar más de 6.300 empleos en la etapa constructiva de los futuros equipamientos energéticos y 370 en la fase de explotación.

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