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Las serranías turolenses, un islote de frescor frente al calor

En los pueblos más altos de Teruel, el aire acondicionado no es necesario en las casas. De madrugada, más de uno duerme con manta, ya que las mínimas no suelen subir de 13 grados.

En la casa rural La Galera (Guadalaviar) dejan manta para el frío
En la casa rural La Galera (Guadalaviar) dejan manta para el frío
Antonio García / Bykofoto

Cuando el calor aprieta más que nunca, en las sierras de la provincia de Teruel aún es posible encontrar oasis de frescura. En los pueblos más altos de la zona de Albarracín, el Maestrazgo, el macizo de Javalambre y las montañas de Valdelinares, la gente hace su vida sin aire acondicionado y, de madrugada, sobre todo los de más edad, se tapan con una manta o una colcha para no pasar frío, pues las temperaturas mínimas caen por debajo de los 10 grados. 

Griegos alcanzó este mes de julio una mínima de 6,6 grados -12,6 grados hubo esta noche pasada-. El 21 de julio, en plena ola de calor, los termómetros de Villarroya de los Pinares bajaron a 11,9 grados cuando el sol se escondió y 11,3 grados marcaron el pasado martes tras una fuerte tormenta. Durante el día hay que buscar la sombra, pero por la noche se duerme plácidamente.

"Con la primera ola de calor que hubo en junio, en mi salón había 23 grados, como si tuviera aire acondicionado", explica el alcalde de Villar del Cobo -en la Sierra de Albarracín-, José Miguel Aspas, quien afirma que "el turismo se está dando cuenta de esta ventaja y cada vez veranea aquí más gente". "En la playa -continúa el regidor- duermen a 25 grados, aquí no se pasa de 13".

"El turismo se está dando cuenta de esta ventaja y cada vez veranea aquí más gente"

Silvia Lorenzo, gerente del Hostal Gúdar, en la localidad del mismo nombre, explica que en este municipio, el tercero más alto de España al estar a 1.581 metros sobre el nivel del mar, "siempre hace viento y la brisa refresca de forma natural las habitaciones; no hace falta aire acondicionado". Cuenta que los vecinos sí han notado este año un aumento de las temperaturas, "pero quienes han venido de fuera se han quedado sorprendidos del frescor".

Un vecino de Guadalaviar, Bernardo Latorre, atribuye gran parte del bienestar en las casas a que estas "son amplias, corre el aire por ellas y las paredes miden 60 centímetros de grosor; el calor no entra así como así".

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