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Alloza trabaja para convertir su Calvario en un referente internacional

Los vecinos colaboran en rehabilitar una zona que aspira a ser un espacio protegido si es catalogado Patrimonio Cultural.

Una de las subidas a la ermita del vía crucis de Alloza.
Una de las subidas a la ermita del vía crucis de Alloza.
Amigos del Calvario

La Asociación Amigos del Calvario de Alloza prosigue sus labores de reparaciones y mejoras en el entorno del vía crucis de 1,6 kilómetros de distancia hasta la ermita del Santo Sepulcro, el punto más alto del Calvario. Estas obras son llevadas a cabo a través de las diferentes recolectas que hace la asociación sin ánimo de lucro para poder convertir esta zona en "una de las atracciones turísticas más importantes de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos”, de acuerdo con Antonio Garay, secretario de la asociación.

Entre otras gestiones, Garay ha confirmado que se están rehabilitando los dos kilómetros de calzada hasta la cima, así como zonas absorbentes que eviten la congestión de agua en época de lluvias, ajardinamiento con plantas del terreno o cascadas de agua que "armonicen auditivamente toda la zona".

La asociación tiene un convenio con el Arzobispado para poder promover todo tipo de mejoras sin depender de los permisos de ninguna institución, buscando impulsar un proyecto "muy ambicioso" que pueda optar a ser Patrimonio Cultural y, por tanto, un espacio protegido. Además, la singularidad del vía crucis de Alloza hace plantear la posibilidad de que en un futuro haya una visita de figuras célebres de la Ciudad del Vaticano, si bien, Antonio Garay ha recordado que es un trabajo que requiere "calma para hacer las cosas bien".

El Calvario allocino, fundado presumiblemente a mediados del siglo XVI al igual que sus coetáneos de Alcorisa y Calanda, destaca, según Garay, por "ser un punto único en toda España", debido a las construcciones existentes que evocan las catorce estaciones o pasajes de la pasión de Jesucristo. "Normalmente los calvarios de otros lugares tienen monolitos para marcar las estaciones, pero en Alloza son capillas gestionadas por diversas familias que se acogen a los criterios de conservación de la asociación", ha apuntado el secretario.

Esta diferencia convierte al Calvario de Alloza en un enclave religioso ampliamente estudiado por expertos gracias a su singularidad, algo a lo que se suma la existencia de una decimoquinta capilla que representa la resurreción de Jesús, hecho todavía más insólito en este tipo de construcciones. Sabedores de su idiosincrasia, y con el objetivo de evitar el deterioro de esta zona de alto valor patrimonial, las 300 personas afiliadas a la asociación pagan una cuota anual así como hacen concursos de fotografía o venta de lotería para recaudar fondos que sean destinados a la mejora del vía crucis.

Recuperar al ermitaño

Como guinda del proyecto, los Amigos del Calvario de Alloza quieren recuperar la figura del ermitaño para poder contar con una persona al cuidado de tan valioso espacio. "Tenemos una casa del ermitaño que queremos restaurar. Nos han llegado ya currículums de Madrid o Málaga, pero queremos dejar claro que no es un empleo, sino una contraprestación. Buscamos que la ermita se pueda ver y que haya unos horarios y una persona que se encargue de cuidar y enseñar la zona, a cambio, esa persona recibiría donaciones o exenciones como la del alquiler", ha explicado Garay.

Antonio Garay, de la Asociación de Amigos del Calvario, y Miguel Ángel Aranda, alcalde de Alloza, en la puerta de la casa del ermitaño.
Antonio Garay, de la Asociación de Amigos del Calvario, y Miguel Ángel Aranda, alcalde de Alloza, en la puerta de la casa del ermitaño.
Alicia Martín

No obstante, desde la asociación rastrean a alguien con un perfil concreto, próximo al catolicismo -debido al significado inherente del enclave- y que no sea arisco con los visitantes. "En definitiva, que ayude a mejorar el entorno paisajístico y que colabore en mantener el sitio disponible para todo aquel que desee disfrutarlo", han afirmado desde la asociación.

Más allá del componente religioso, el entorno alberga una singularidad única por la que pasear o disfrutar de la tranquilidad, un espacio en el que Alloza sueña con recuperar la antigua figura del ermitaño y poder así mostrar al mundo un atractivo turístico en mejora constante.

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