historia

El agua corriente cumple noventa años en Teruel

Teruel, la última capital en contar con agua corriente en las casas, inauguró este servicio el 6 de enero de 1931 de la mano del ingeniero José Torán.

Estación para el bombeo del agua desde el Turia a Teruel construida por José Torán en 1930.
Estación para el bombeo del agua desde el Turia a Teruel construida por José Torán en 1930.
Biblioteca Virtual de Prensa Histórica

Teruel inauguró hace exactamente 90 años la llegada del agua corriente a los domicilios de la ciudad, con lo que fue la última capital de provincia del país en disponer de este servicio básico. La consecución de este logro respondió al empeño el ingeniero José Torán de la Rad, en dura competencia con el empresario Mariano Vicente, que resultó perdedor de la encarnizada pugna. La historia de cómo el abastecimiento domiciliario se hizo realidad a partir de una captación en el río Turia a su paso por la población y de las vicisitudes que tuvo que superar este ambicioso proyecto aparecen reflejadas en el libro ‘Tras la memoria del agua’, una obra de Fernando Burillo y Ana Ubé que acaba de publicar el Instituto de Estudios Turolenses (IET).

El suministro de agua en las casas se inauguró oficialmente y con toda pompa el 6 de enero de 1931, aunque el servicio se había empezado a prestar unos días antes. A pesar de este gran avance para la ciudad, el abastecimiento abundante y de calidad no se consiguió garantizar hasta muchas décadas después gracias a la construcción en 1962 del pantano del Arquillo, la principal fuente de abastecimiento desde 1983.

Celebración de la llegada del agua corriente a Teruel en 1931.
Celebración de la llegada del agua corriente a Teruel en 1931.
Biblioteca Virtual de Prensa Histórica

La llegada del preciado líquido, materializada por la empresa de Torán ‘Aguas del Guadalaviar’, se festejó con misa en la Catedral, cine gratis para los niños, comida extra para los internados en la Beneficencia y los presos de la cárcel, traca, banda de música y discursos que subrayaron que "el agua corriente en los domicilios había dejado de ser un lujo solo al alcance de los más ricos", como explica el libro.

Antes de que la elevación proyectada por José Torán empezará a bombear agua del Turia a los depósitos municipales del Cementerio para, desde allí, circular por la red de conducciones, hubo otros intentos que terminaron en fracaso o que quedaron aparcados. Uno de los proyectos que compitió con Torán, abanderado por Mariano Vicente, pretendía llevar hasta la ciudad el agua de los acuíferos de Caudé, una meta que no se logró hasta 1951 y con pobres resultados.

Sin embargo, la iniciativa que, a la larga, garantizaría un abastecimiento amplio y saludable, fue la que preveía un pantano en el barrio de San Blas para conducir el agua del Guadalaviar hasta la ciudad. Cuentan Burillo y Ubé que esta idea fue una de las primeras que se plantearon para llevar el suministro a los domicilios. En 1879, el Ayuntamiento de Teruel abordó la propuesta de los concejales Mariano Muñoz y Domingo Miguel para construir un embalse en el Arquillo de San Blas, denominado entonces del Aguán por el nombre de la masía que se vería anegada. Pero aquel intento quedó aparcado "por falta de apoyos" en beneficio de los planes de José Torán de la Rad.

La solución más estrambótica fue la que se contempló en los años veinte del siglo XX consistente en traer caudales desde la Fuente de Cella, que podía aportar un suministro «abundante y de calidad». Alegaba el Ayuntamiento que ciertos documentos del siglo XV certificaban el "derecho" de la ciudad a aprovechar el gigantesco pozo artesiano de la vecina Cella. La idea fue abandonada porque se perfilaba como un "semillero de pleitos".

Transporte de agua a lomos de burros en Teruel en 1910.
Transporte de agua a lomos de burros en Teruel en 1910.
Archivo Jaime Fernández del IET.

Por entonces, el Ayuntamiento ya "había demostrado sobradamente su incapacidad para resolver el problema del agua", y la principal aportación de caudales a la ciudad seguirá siendo, como ocurría desde el siglo XVI, el acueducto de Pierres Vedel, que abastecía varias fuentes públicas con un caudal escaso e insalubre. Las consecuencias eran, como indicaba un informe sanitario de 1930, "decenas de casos de fiebres tifoparatíficas, producidos casi en su totalidad por contagio hídrico, como venía siendo habitual".

En 1929, empezaba el emprendedor José Torán las obras de la traída de aguas desde el Turia mediante una elevación y su distribución por la ciudad. La infraestructura estuvo operativa dos años después. Teruel dejaba de ser la única capital de provincia sin agua potable domiciliaria.

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