Teruel

Vecinos del barrio del Arrabal se quejan de que no pueden dormir por los ladridos de los perros

Decenas de canes guardados en precarias construcciones domésticas a menos de 50 metros de bloques de viviendas aúllan de noche quitando el sueño al vecindario

Molestias por los perros de las casetas en la periferia de Teruiel /2019-10-17/ Foto: Jorge Escudero [[[FOTOGRAFOS]]]
Ángel Manzano muestra cómo ha reforzado las ventanas de su casa para no escuchar los ladridos de los perros
Jorge Escudero

Ángel Manzano se pone tapones en los oídos todas las noches y ha instalado doble cristal en cada una de las ventanas de su casa. Es la única forma –explica– de poder conciliar el sueño en un barrio de la capital turolense, el Arrabal, en el que, en cuanto el sol se esconde, decenas de perros guardados en casetas a menos de 50 metros de modernos bloques de viviendas y casas tradicionales, se ponen a ladrar y a aullar, comunicándose entre ellos.

"Esto no se puede soportar. Me he gastado casi 5.000 euros para aislar mi casa del ruido de los perros y aún así el problema continúa porque en verano, por mucho calor que haga, yo no puedo abrir las ventanas si quiero tener un poco de silencio en casa", denuncia Manzano.

Otra vecina califica de "horroroso" el "constante aullido de los animales" y señala que esta contaminación acústica nocturna está "sacando de quicio a quienes tienen que madrugar para ir a trabajar". La misma mujer sostiene que las quejas en el barrio por este motivo son "reiteradas entre los habitantes" y que más de una familia se ha planteado mudarse a otra zona de la ciudad para librarse del problema.

Las casetas, levantadas a menudo con materiales de construcción de desecho, se extienden por la periferia del Arrabal, donde existen zonas sin urbanizar. Algunas de estas precarias construcciones se localizan en el barrio de Pomecia, un área de edificación ilegal surgida de manera espontánea en los años 60 del siglo XX que concentra a la mayor parte de la población gitana de la ciudad. Otras se encuentran diseminadas por los terrenos arcillosos que hay entre la Vía Perimetral y el casco urbano de Teruel, y, en ocasiones, junto a las jaurías de perros se guardan también gallinas.

Fuentes vecinales de Pomecia admitieron esta semana que los ladridos de los perros –la mayoría utilizados para la caza– "son molestos", pero subrayaron que no todos los animales que hay en la zona pertenecen a los habitantes de este barrio. Agregaron que, en caso de que el Ayuntamiento decidiera adoptar una solución, "deberá ser la misma para unos y para otros". "Hay muchos cazadores que viven en otros puntos de la ciudad y guardan sus perros por aquí", indicaron las mismas fuentes de Pomecia, que cifran en más de medio centenar el número de canes que aúllan por la noche.

La polémica por las molestias que causan las perreras a las afueras del Arrabal llegó, a propuesta de Vox, al penúltimo pleno del Ayuntamiento de Teruel, que aprobó estudiar el problema en busca de una solución. El concejal de Urbanismo, Juan Carlos Cruzado, señala que está en marcha la redacción de una ordenanza de convivencia con animales "que resolverá muchas de las cuestiones ahora pendientes". Añade que en el último año muchas de estas construcciones domésticas, entre las que se incluyen pajares y corrales, fueron legalizadas mientras que otras están "en trámites" y otras han sido cerradas al no cumplir los requisitos.

Cruzado explica que solo pueden ser legalizadas aquellas perreras que reúnen las condiciones exigidas, entre otras, contar con aislamiento acústico, un espacio abierto al que puedan salir los animales, un vallado, suministro de agua y una zona de recogida de residuos. El edil afirma que las molestias por ladridos de perros se producen también en otros barrios de la ciudad, generalmente en aquellos en los que predominan las casas unifamiliares con parcelas, si bien en estas áreas no suele haber quejas "porque todo el mundo tiene perro".

El delegado municipal de Urbanismo destaca que se realiza un "seguimiento" en todos los barrios y que las medidas que se adopten "serán para todos igual". Cruzado no oculta, sin embargo, que redactar una nueva ordenanza de convivencia con animales "es complicado" y que la normativa requerirá de "mucho tacto" para que pueda ser asumida por todos.

Mientras llega la nueva ordenanza municipal, los vecinos del Arrabal se quejan por no poder dormir. "Esos perros aúllan como lobos a todas horas", dice B. R., quien sostiene que los animales "viven en manadas en condiciones insalubres".

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