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Una exposición rememora en Mosqueruela el devastador tornado que el municipio sufrió hace 20 años

La muestra incluye un vídeo y fotos aéreas y a ras de suelo tomadas en agosto de 1999 tras el paso del vendaval que arrancó y partió 800.000 pinos.

Imagen aérea que muestra los devastadores efectos del tornado de Mosqueruela de 1999.
Imagen aérea que muestra los efectos del tornado que azotó Mosqueruela en 1999.
Ignacio Gracia

Mosqueruela sufrió hace 20 años, el 28 de octubre de 1999, el tornado más intenso que se recuerda en la provincia de Teruel en el último siglo. Arrasó 800.000 pinos en un pasillo de 12 kilómetros de largo por hasta 500 metros de ancho. Fue calificado como EF3 en la escala que mide la intensidad de los tornados, que va de 0 a 5. No causó daños personales, pero los devastadores efectos de aquel fenómeno meteorológico impactaron en los vecinos. Dos décadas después, el Ayuntamiento ha organizado una exposición en la que muestra los impactantes destrozos provocados por el vendaval a través de 20 fotos, entre imágenes tomadas desde el aire y otras a ras de tierra, y un vídeo de 12 minutos grabado al día siguiente del torbellino.

La alcaldesa, Alba Lucea, explica que para el 25 aniversario, en 2024. el Consistorio quiere preparar una muestra fotográfica más ambiciosa y apela a la colaboración ciudadana para que los vecinos que tomaron instantáneas en su día las aporten. Lucea, que tenía 17 años en 1999, recuerda haber ido con sus padres «a ver los efectos del vendaval y tomar fotos». Como su familia, la mayor parte del vecindario se acercó a ver el pinar arrasado por los fuertes vientos, de hasta 325 kilómetros por hora.

Desde el pueblo nadie vio lo que ocurría en la partida de las Cañadas, donde la fuerza de la naturaleza se desató durante media hora arrancado de cuajo pinos con un siglo de vida. "Se veía el cielo muy negro y una tormenta tremenda, pero no vimos el tornado", explica la alcaldesa, que señala que no fue un caso aislado, porque "Mosqueruela es el pueblo de Aragón donde más tornados ha habido". Al menos tres con efectos destructivos en el último medio siglo: en 1961, 1992 y 1999. 

Cuando, el día después del vendaval, visitó con su familia el lugar afectado se encontró "un paisaje desolador, lleno de pinos arrancados". El episodio "impactó" a los vecinos. "Dejó huella en todos los que vimos lo que había ocurrido y por eso todo el mundo lo recuerda", señala la alcaldesa. La exposición conmemorativa del 20 aniversario que muestra aquel impresionante panorama podrá verse hasta el 8 de septiembre.

Pero la persona que resultó más impactada fue, sin duda, Nicolás Tena, que el 28 de agosto de 1999 se encontraba subido a una torre de vigilancia contraincendios que, por suerte, se quedó en el mismo borde de la devastación. Vio aparecer el tornado en Fortanete y acercarse hacia él, pero se resistía a dejar su puesto de trabajo porque reconoce que le «gustaba» ver aquel excepcional fenómeno meteorológico.

Los efectos del tornado de 1999 a pie de tierra en una foto de la exposición organizada por el Ayuntamiento.
Los efectos del tornado de 1999 a pie de tierra, en una foto de la exposición organizada por el Ayuntamiento.
Heraldo.es

Cuando fue consciente del peligro al que se enfrentaba, era demasiado tarde para huir. «Me engaño. Cuando lo vi asomar cerca de la torre, estaba solo a 300 metros de mí. Atranqué la trampilla de acceso y me despedí de mi familia porque pensé: ‘A mí no me salva ni Cristo’». "Vi volar alrededor de la torre las copas tronchadas de los pinos y las piedras, y se me hizo de noche", reconoce. Pero, afortunadamente, el remolino que arrancó miles de pinos a su paso se desvaneció ante sus ojos.

"No me salva ni Cristo"

Nicolás Tena, que reside en Cantavieja, no ha perdido la ocasión de visitar la exposición  organizada en la vecina Mosqueruela para reverdecer el recuerdo de hace dos décadas. "Tuve mucha suerte -reconoce- porque el viento no rompió ningún cristal de la cabina de vigilancia y no levantó la trampilla de acceso, aunque yo me había puesto encima y presionaba para que no se abriera". Su coche, que estaba al pie de la torre fue levantado por el viento y desplazado unos metros en volandas. Además, recuerda perfectamente ver como "los pinos salían volando y se lo llevaba todo por delante desde árboles viejos a enebros o bojes". Algunos restos de árboles aparecieron al día siguiente a 5 kilómetros del punto donde habían sido arrancados por el torbellino.

Recuerda que, al presenciar los efectos del tornado, se quedó "temblando". Dice que nunca antes ni después ha visto nada parecido a lo que presenció hace dos décadas, pero aclara que tampoco quiere "volver a ver nada igual".

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