Aumentan las cámaras de vigilancia en las plantaciones truferas ante el temor a los robos

Los agricultores creen que los sistemas de control pueden ser un elemento disuasorio. El problema se suma a los daños por las últimas nevadas que han causado destrozos en las truferas.

Vallas perimetrales y postes con cámaras. Los truficultores están apostando por mejorar la seguridad de sus   explotaciones truferas. La foto muestra una de las cámaras de vigilancia en una plantación de Valbona. Además de trufas, los ladrones roban aspersores, tuberías o grupos electrógenos.
Aumentan las cámaras de vigilancia en las plantaciones truferas ante el temor a los robos
Jorge Escudero

La inquietud generada en el sector de la truficultura turolense por los robos que vienen sufriendo las explotaciones truferas, sobre todo en la zona de Sarrión y Valbona, ha provocado que se incremente la instalación de cámaras de vigilancia en los campos cultivados con encinas y robles micorrizados con el hongo ‘Tuber melanosporum’. Consideran que estos sistemas de seguridad pueden servir como elementos disuasores para los delincuentes que actúan, generalmente, por la noche. Precisamente, hace un año una operación policial permitió detener a los autores de trece robos perpetrados en esta zona tras sustraer 100 kilos de trufa negra por valor de 46.320 euros.

El presidente de la Asociación de Truficultores de Teruel, Julio Perales, reconoció que existe "cierto miedo" en el sector por la repetición de estos delitos. "Es un fenómeno que se extiende en general; los amigos de lo ajeno cada vez crecen más", manifestaba el truficultor, quien agregó que los ladrones no solo se dedican a robar trufas, sino aparatos de riego o grupos electrógenos para los pozos de abastecimiento. "Todo lo que está en el campo, en lugares a veces muy aislados, es difícil de proteger", explicaba Perales, negando que se sientan desamparados. "Reconocemos –insistió–, que la seguridad en los campos agrícolas es un problema que no se puede resolver fácilmente".

Perros adiestrados

Ante la imposibilidad de custodiar las 24 horas del día las explotaciones truferas, muchos agricultores han optado por las cámaras, "que permiten comprobar quien entra en los campos", aseguraba Julio Perales.

Por la forma de actuar, el truficultor considera que los ladrones suelen ser conocedores del sector, ya que utilizan perros adiestrados como los recolectores. No obstante, subrayó el hecho de que, además de las pérdidas por robo, estas actividades delictivas ocasionan daños en las plantaciones. Los ladrones capturados el año pasado, dos hombres –padre e hijo de 37 y 66 años y vecinos de Lérida–, se adentraban en las fincas cortando la valla perimetral que las protege. Posteriormente, excavaban agujeros de un tamaño excesivo para extraer las trufas con objeto de simular que habían sido realizados por jabalíes. Las afecciones en las tierras fueron cuantiosas.

Los ladrones aprovechan la cercanía de las tierras a accesos de fácil evacuación, como es el caso de la explotación de  Manuel Royo, que el año pasado decidió colocar cámaras de vigilancia sujetas a postes de gran altura tras haber sido objeto de robos. Este año también han entrado en sus campos apropiándose de aspersores y trufas. "Hay algunas zonas de la extensa hacienda que no se cubren al cien por cien –señalaba–, porque instalar cámaras supone una inversión de entre 400 y 500 euros por unidad y no siempre se pueden adquirir en grandes cantidades para abarcar todos los árboles".

Fuertes inversiones

Manuel Doñate, presidente de la Comunidad de Regantes de Sarrión, también optó por esta medida disuasoria hace varios años. "Estamos expuestos lo mismo que cualquier otro cultivo, solo que en el caso de las trufas en poco tiempo puedes sustraer mucho", razonó. Se lamenta de que el fenómeno de los robos se sume a los daños ocasionados en las plantaciones por las últimas nevadas, tan intensas que en sus parcelas ocasionaron la rotura de más del 50% de los árboles truferos. "La gente se piensa que este es un cultivo cómodo y de fácil y rápido enriquecimiento, y no es así en absoluto", explicaba Doñate. "Para poder recolectar hemos tenido que hacer grandes inversiones, mucho trabajo y esperar, al menos, diez años para obtener producción", agregó.

Otro truficultor de Sarrión –localidad que con unas cinco mil hectáreas dedicadas a este producto es la mayor zona trufera de España–, Daniel Bertolín, es uno de los que ha decidido no instalar cámaras. Si bien no descarta la idea en un futuro. Aunque reconoce el grave problema que se plantea y las cuantiosas pérdidas que ocasionan, dice que, de momento, se trata de robos muy puntuales.

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