El desguace de una locomotora histórica

La máquina Palomar de MFU ha sido desmontada pieza a pieza para ponerla a punto un siglo después de su fabricación y tras una azarosa trayectoria.

Dos voluntarios trabajan en la restauración de la locomotora.
El desguace de una locomotora histórica
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La locomotora 31 de Minas y Ferrocarriles de Utrillas (MFU), construida en 1918, ha cambiado su pedestal junto a la travesía de Utrillas por un taller donde la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y los Tranvías (Azaft) la desmonta pieza a pieza para su posterior reconstrucción. Los trabajos, que arrancaron a principios de 2016, durarán hasta finales de 2017 debido a la laboriosidad de la operación, a la ejecución con personal voluntario con una disponibilidad limitada de tiempo y a la necesidad de reproducir algunos elementos de la máquina que se han perdido o están dañados por la corrosión y la intemperie.


La vieja locomotora se incorporará, una vez restaurada, al parque minero de la localidad, donde servirá para llevar a cabo recorridos turísticos, un destino muy alejado del previsto cuando fue fabricada en plena Primera Guerra Mundial por la empresa alemana Henschel. Su misión consistía en tirar de convoyes a través del tren del Tigris en el actual Irak, por entonces bajo dominio del Imperio Otomano, aliado de Alemania.


El fin de la guerra motivó su venta al Ejército Español, que la usó en sus campañas del norte de África. De las colonias africanas pasó a MFU para desplazar las vagonetas cargadas de carbón que sacaban las distintas bocaminas hasta el lavadero, donde embarcaba en trenes camino de Zaragoza. El cierre del tren minero en 1966 relegó a los viejos trenes al olvido o, como en el caso de la locomotora 31 –también conocida como Palomar–, a un papel decorativo.


El vicepresidente de Azaft, Carlos Abadías, define la última función de la máquina 31 como de «maceta». Recuerda que esta función estética afectó negativamente a la locomotora porque, al estar localizada en un espacio plantado de césped, el agua de riego agravó la corrosión. El emplazamiento a las puertas del cuartel de la Guardia Civil de la localidad no evitó el expolio de algunos materiales, los más valiosos por incluir cobre entre sus componentes.

No falta ni una pieza

Abadías explica que, a pesar de su larga y accidentada trayectoria, al desmontar la máquina los voluntarios de Azaft han comprobado que no falta ninguna pieza mecánica del diseño original. Algunas han sufrido desgaste y tendrán que ser repuestas recurriendo a los planos o basándose en las originales extraídas de la locomotora. Para fabricar las réplicas, siempre artesanalmente, acuden a talleres de Utrillas, Montalbán o Zaragoza.


Carlos Abadías indica que, al estar fabricadas con hierro, es fácil encontrar la materia prima necesaria para replicar los componentes. La pieza más difícil de conseguir y también la más cara será el inyector, que introduce agua en la caldera y que costará en torno a 3.000 euros. Fue sustraído mientras la máquina estaba colocada delante del cuartel de la Guardia Civil. Este aficionado a los ferrocarriles explica que también será «costoso» reparar la caldera porque faltan los «tubos de humo» que canalizan el calor a través del agua para generar vapor.


Una vez reconstruida la máquina Palomar, a finales de 2017, se sumará a la Hulla, también de vapor y ya operativa en el parque minero. Carlos Abadías señala que hay «expectación» en Europa por conocer el resultado de su trabajo restaurador. Recuerda que seis de las nueve máquinas de vapor con las que contó MFU en sus mejores tiempos están dispersas por museos y centros expositivos de Alemania, Reino Unido y Suiza.

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