La luz que mide el tiempo

El Palacio Episcopal de la ciudad de Albarracín contiene un reloj de sol de interior, datado entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, que es único en España.

Los rayos de sol reflejados en un espejo colocado en una ventana se proyectan sobre el techo, con las horas marcadas.
Los rayos de sol reflejados en un espejo colocado en una ventana se proyectan sobre el techo, con las horas marcadas.
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El Palacio Episcopal de Albarracín atesora, entre otras singularidades, el único reloj de sol interior de España con valor histórico. Este dispositivo, restaurado en 1994 con el conjunto del edificio, acaba de ser analizado por Antonio Cañones, directivo de la Asociación Española de Amigos de los Relojes de Sol, que destaca la excepcionalidad del diseño y su antigüedad.


Frente a los relojes solares de exterior, muy extendidos, los relojes de interior o de reflexión son muy escasos. En su mecanismo, los rayos de sol reflejados en un espejo colocado en una ventana se proyectan sobre el techo de una habitación en la que están marcadas con líneas las horas del día. La evolución del reflejo de luz indica el avance del tiempo. En lugar de funcionar con el desplazamiento de una sombra como los relojes de fachada, los de interior dependen del movimiento de una mancha luminosa.


El reloj de reflexión del Palacio Episcopal de Albarracín se remonta a finales del siglo XVII o principios del XVIII pero, cuando fue restaurado en los años noventa por una escuela taller de la Fundación Santa María, el espejo que reflejaba la luz del sol para indicar las horas ya había desaparecido. Los restauradores mantuvieron, no obstante, las marcas en el techo con las horas del día correspondientes y también las líneas que señalaban los solsticios y equinoccios."Un reloj excepcional"

El gerente de la Fundación Santa María, Antonio Jiménez, señala que el reloj estaba identificado y localizado desde hace años, pero no ha sabido "que era tan excepcional" hasta ahora, gracias a la información facilitada por Cañones tras dos visitas al lugar –la última el pasado mes de octubre– para investigar el singular mecanismo.


Además de carecer del espejo y, por lo tanto, del indicador de las horas, el funcionamiento de este medidor del tiempo sufrió una alteración radical cuando, avanzado el siglo XVIII, la biblioteca en cuyo techo se marcaban las horas se dividió en tres estancias con tabiques. Una de las nuevas habitaciones es una alcoba interior sin posibilidad de recibir el reflejo solar. En el techo de las tres dependencias se mantienen, no obstante, las marcas temporales aunque ya son ahora inservibles.


Antonio Cañones explica que en la estancia contigua a la ventana de la antigua biblioteca sería "sencillo" recuperar el funcionamiento del reloj. Bastaría con reponer en el vano el pequeño espejo circular que reflejaba los rayos solares. Cañones señala que quien ideó y realizó el reloj de reflexión de Albarracín era un "entendido" en esta materia. Diseñó el mecanismo y, además, instaló un reloj solar de exterior cerca de la ventana de la antigua biblioteca.


El experto califica de "lujo" el reloj de reflexión, porque la información que aportaba estaba reservada a los ocupantes del Palacio Episcopal, mientras que la información del reloj de la fachada estaba disponible para todos los vecinos. Aclara, no obstante, que en ambos casos se indicaba el horario solar, que en invierno es una hora menos que el oficial.Los números se repintaron

Antonio Cañones no puede precisar la fecha de instalación del reloj de reflexión a partir de los números utilizados para marcar las horas, cuya evolución a través de los siglos sirve de referente para la datación. Explica que en los años setenta del siglo XX, los números, muy deteriorados, se repintaron y sus formas no son las originales.


El investigador achaca la excepcionalidad de los relojes de sol interiores a la mayor complejidad de construcción respecto de los de fachada y también a su menor utilidad, porque sus horarios solo sirven para el propietario de la estancia donde se marca el paso del tiempo. "Son –a su juicio– un capricho" que solo ha perdurado en la ciudad de Albarracín.

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