TRABAJO

La Fundación Santa María de Albarracín terminará el año generando casi 40 empleos

La institución cultural se ha convertido en uno de los principales motores económicos de la comarca.

Dos trabajadoras de la Fundación colocan un tapiz en el Museo Episcopal.
La Fundación Santa María de Albarracín terminará el año generando casi 40 empleos
ANTONIO GARCíA

La Fundación Santa María de Albarracín terminará el ejercicio de este año con una nómina laboral de 34 trabajadores, lo que la convierte en la empresa con mayor repercusión económica de la comarca.

El organismo cultural atiende un total de 11 espacios que proporcionan empleo en diferentes ámbitos y, según su gerente, Antonio Jiménez, ha apostado por un modelo de gestión que "se basa en un apoyo de lo público y lo privado". "Los patronos de los que nos nutrimos -añade el gerente- provienen de una iniciativa mixta entre ambos estamentos, pero hay que decir que tendemos hacia la autofinanciación". El patronato está integrado por la DGA, el Obispado de Teruel, el Ayuntamiento de Albarracín e Ibercaja.

Las residencias habilitadas en diversos edificios singulares, la red turística de espacios y tesoros -museos y palacios-, así como la cada vez más amplia actividad restauradora son los puntales sobre los que se asienta este proyecto cultural.

Cuando faltan dos semanas para que finalice el mes, la Fundación acabará la temporada habiendo generado 17 puestos de trabajo en la atención de los espacios culturales, incluidos los museos, las residencias que alojan a los congresistas que organizan cada año encuentros en el Palacio de Congresos, y la administración. En el centro de restauración, un servicio cada vez más al alza, trabajan ocho albañiles y siete restauradoras y ya se han efectuado dos contrataciones más dentro del programa nacional Domus para la gestión de museos, que tiene como misión la adaptación de los sistemas informáticos para que los investigadores puedan tener acceso a los archivos documentales de la institución.

Antonio Jiménez reconoce que la singularidad de este proyecto radica en el hecho de que se ha convertido "en el motor económico más importante de la zona. Se ha demostrado que el patrimonio y la cultura son capaces de generar empleo y creo, además, que se ha llevado a cabo con un modélico ejemplo de gestión".

De hecho, en un municipio de Albarracín, con un censo de en torno a mil habitantes, no es habitual la presencia de empresas con una plantilla de las dimensiones de la Fundación. "Proporcionalmente, somos como la General Motors en Zaragoza", apostilló.

El gerente considera que se han creado puestos de trabajo a través de actuaciones de mejora del patrimonio, "al que se ha considerado como un recursos económico más". Y explicó que a ello se suma una importante labor de promoción, "llevada a cabo ordenadamente; sin recurrir, por ejemplo, a turoperadores".

Según explicó Antonio Jiménez, más del 50% de las necesidades de la Fudación se han cubierto estos dos últimos años mediante autofinanciación, "a pesar de la crisis económica que golpea a todos". A su juicio, este objetivo ha sido posible al haber adoptado en la institución "una especie de economía doméstica". "Nuestras cuentas -agregaba el gerente- no se han visto tan desequlibradas por la recesión económica gracias a que nosotros siempre hemos mantenido una especie de economía de crisis, sin ningún despilfarro".

Mientras que en el mes de enero disminuyen las contrataciones para los trabajos puntuales que se llevan a cabo en el campo de la restauración, la mayoría a través de programas de empleo del Inaem, en marzo aumentan los empleos. "A partir de ese mes empieza la actividad importante de la Fundación, con numerosos talleres y cursos", explicaba el gerente.

Entre otros objetivos, se ha logrado que una buena parte de los puestos de trabajo se hayan cubierto con personal de la zona. "No siempre ha sido fácil -reconoce Antonio Jiménez-, porque hay una gran carencia de especialistas en profesiones relacionadas con el patrimonio". Para la atención de los espacios museísticos, se ha recurrido a gentes de la comarca, pero no así los restauradores, suministrados por la escuela de Huesca.