SUCESOS

"Llegué a Cortes de Arenoso pero no entré al pueblo porque me dio vergüenza mi aspecto"

El anciano de Mora que estuvo seis días desaparecido explica a su familia que permaneció cerca de su pueblo natal pero sin pisarloSe recupera en el Obispo Polanco tras haber recorrido 30 kilómetros a pie.

Enrique Catalán, a su llegada al hospital Obispo Polanco de Teruel, donde se recupera del agotamiento.
"Llegué a Cortes de Arenoso pero no entré al pueblo porque me dio vergüenza mi aspecto"
R. V.

"Oí que tocaban a misa en Cortes de Arenoso (Castellón), pero me dio vergüenza entrar en el pueblo porque iba mal vestido y sin afeitar". Así explicó Enrique Catalán -el vecino de Mora de Rubielos de 80 años que permaneció perdido en el monte desde el lunes pasado hasta el domingo- a sus familiares la última etapa de su travesía. A pesar de su avanzada edad, recorrió unos 30 kilómetros a pie desde su casa hasta el límite con la provincia de Castellón, donde fue localizado. Todavía no ha confesado -o no recuerda- el motivo de su partida ni a sus más allegados. Su hija Pilar apunta que su padre sufrió "un lapsus" mental que le empujó a dirigirse a Cortes, su pueblo natal. Añadió que "es frecuente que las personas mayores rememoren su infancia".

A pesar de su peripecia por la sierra de Gúdar, su estado de salud es relativamente bueno. Permanece ingresado en el hospital Obispo Polanco de Teruel, donde se le realizan distintas pruebas físicas y neurológicas. Pilar Catalán explicó que la principal secuela que la caminata le ha dejado a su padre es "algún problema de riñón" por deshidratación. "Además -añadió un yerno, Alonso Escriche-, ha adelgazado, porque no comió nada durante toda la semana en que estuvo desaparecido". También presenta rasguños causados por la maleza y se encuentra cansado.

A pesar de la dureza de su periplo, Enrique conserva su buen humor. Alonso le comentó, bromeando, que tras su experiencia está listo "para ir al Supervivientes -programa televisivo de resistencia-". "Si me pagan voy", le replicó su suegro, que sigue sin explicar por qué decidió emprender un viaje campo a través en dirección a su pueblo natal. No le amedrentaron los dolores de rodilla y los mareos que sufría y que le obligaban a medicarse. Su estado psíquico es más que aceptable. De hecho, acaba de renovar el carné de conducir.

Fue visto por un vecino en la Fuente del Berro, a unos 6 kilómetros de casa. Tras ignorar el saludo de este conocido, siguió su camino hasta llegar a Cortes, en cuyos alrededores permaneció dos días. Prefirió no entrar en el pueblo porque iba sucio, con la ropa raída y sin afeitar. Luego, emprendió el camino de vuelta por la carretera A-232, donde fue localizado por una automovilista. Según le confesó al familiar que fue a recogerlo, estaba demasiado agotado para emprender el viaje de regreso por sendas y caminos.

El anciano dijo a su familia que había visto a personas que recorrían el monte, pero no creyó que le buscaran a él y no se identificó. "Por la noche, vi las luces de los pueblos", explicó a sus parientes. Al anochecer, se refugió en construcciones agrícolas o bajo carrascas. Por suerte, el invierno y la primavera lluviosos le proporcionaron el agua necesaria, que tomó de una botella de plástico que se encontró de camino.

Pilar reconoce que tras haber pasado una semana "muy mal" por la inexplicable ausencia de su padre, la familia está tranquila y, además, muy satisfecha de la colaboración de "todo el pueblo" en el rastreo. Los parientes de Enrique reiteraron su agradecimiento a los voluntarios, agentes forestales y guardias civiles que han participado durante una semana en una búsqueda que, afortunadamente y contra pronóstico, acabó felizmente.