TERUEL

Cierra el convento después de cuatro siglos

Las monjas de clausura de Alcañiz, las Dominicas, abandonan su casa. La falta de vocaciones ha obligado a estas religiosas, ligadas a la ciudad desde 1539, a trasladarse a Zaragoza. Son sus últimos días en el Bajo Aragón.

Las Dominicas llevan semanas de mudanza. La falta de vocaciones las obliga a abandonar la ciudad en silencio, dejando atrás 415 años de historia.


Son una pieza más de la singularidad alcañizana y muy pocos se han dado cuenta de que llevan días de traslado, saliendo a la calle más de lo normal.


Se marchan sin hacer ruido, en silencio, igual que sus oraciones y su filosofía de vida contemplativa. Las monjas de clausura Dominicas de Alcañiz dejan el convento después de cuatro siglos en la ciudad. Todavía no hay una fecha para este adiós, pero es "inminente", dicen. Esperan la orden de sus superiores para abandonar la capital bajoaragonesa.


Forman parte de los recuerdos y la curiosidad de muchos alcañizanos, que las han visto durante siglos ir a votar o al consultorio médico, seguidas por los flashes de las cámaras fotográficas, que han podido captar muy pocos momentos de estas religiosas en la calle. Aunque los tiempos han cambiado, entrar en el convento todavía impone. Impresiona verlas, sobre todo cuando se sabe que dentro de nada ya no se abrirán estas puertas. Todavía hay que atravesar el torno donde una de las monjas entrega la llave que abrirá uno de los locutorios en los que se encuentran con el visitante. Al entrar, el silencio lo invade todo. Solo se escucha el sonido de la campana que llama a las hermanas para que acudan al encuentro.


Saludan con amabilidad y con una sonrisa María Isabel Rivasés Cerdán -la priora-, sor Vicenta Rodrigo y sor María Nora Klew Bustamante. El resto, cuentan, está o descansando o en el trajín del traslado. En el convento hay 18 religiosas, muchas nacidas en poblaciones del Bajo Aragón Histórico, como Mazaleón, La Puebla de Híjar, Alcañiz y Valdealgorfa.


Por ejemplo, la madre María Isabel es de Alcañiz y tiene 72 años. Lleva en clausura 36. Dice que dejar el convento, su casa, le dará "mucha pena". Cerrar un monasterio le produce "dolor", aunque opina que hay mucha gente que "no va a ser consciente de lo que significa". Añade que siente más tristeza, porque en 40 años no se haya incorporado ninguna monja más de Alcañiz al convento.


Y es que el motivo del cierre de las instalaciones es la falta de vocaciones. "La última hermana de Alcañiz fue Sor Felisa", comenta la priora. Para la madre María Isabel, el mundo se ha "descristianizado". Explica que ha habido un cambio "tremendo", que pasa por "familias rotas, la baja demografía y la sociedad de consumo". Frente a esto, su vida es algo "gratuito, no se busca la eficacia de nada", explica.


La falta de vocaciones ha hecho que la mayor parte de las monjas que hay en el convento de Alcañiz sean de una edad avanzada. Las hermanas tienen 75 años de media, la más joven, 57 y la más mayor, 89.


Se van a refundar y formarán parte de dos nuevas comunidades que se van a crear en Zaragoza: los conventos de Santa Inés y el de La Esperanza. La idea es revitalizar la comunidad de Dominicas en Aragón, según explicó la priora sor Isabel.


Hay cosas que no cambiarán para ellas. En el convento seguirán dedicando su tiempo a la oración y los rezos, que comienzan a las seis menos cuarto de la mañana, cuando se acercan hasta el coro.


En un mismo día cantan laúdes, un rosario, la eucaristía, acción de gracias, la hora tercia, la hora sexta... En Alcañiz, se las recordará por sus bordados a mano y a máquina. Sobre todo, cuando salgan en procesión por Semana Santa las Vírgenes de las Lágrimas y de los Dolores, a las que bordaron el manto.