LLEGADA DE LOS REYES MAGOS

La hinchada de Baltasar

Miles de niños y mayores presenciaron ayer en directo la llegada de los Reyes de Oriente, que vinieron cargados de regalos que hoy podrán abrir.

Los Reyes Magos.
La hinchada de Baltasar
JORGE ESCUDERO

La intensa lluvia que ayer por la tarde cayó en Zaragoza no pudo con la hinchada de Baltasar, que aguantó estoicamente hasta que su rey preferido hizo acto de presencia en las inmediaciones del paseo de María Agustín. Los gritos de los más pequeños mitigaron el sonido de los tambores que un grupo de senegaleses, integrantes del séquito del rey negro, tocaron sin cesar a lo largo de las casi dos horas que duró el recorrido de la cabalgata de este año, que finalizó en la plaza del Pilar.


La caravana multicolor comenzó a desfilar por las calles de la capital aragonesa con diez minutos de retraso, que a los más pequeños se les hicieron interminables. Sobre todo porque muchos de ellos llevaban más de una hora y media esperando, como el caso de las hermanas Lara, Vega y Luna, que acudieron acompañadas de su madre y su abuela y que estaban apostadas en primera fila, para no perderse detalle.


Otros, como Marcos Gómez, de cuatro años, y una decena de compañeros de clase del colegio Juan XXIII, aprovecharon su presencia en la cabalgata para entregar sus sobres con las peticiones a los carteros reales, que fueron los primeros en romper el hielo y recoger las cartas con unos divertidos cazamariposas.


Miles de personas presenciaron el paso de la comparsa, en la que este año participaron los camellos que habían traído a los Reyes a Zaragoza y que estaba integrada por más de una veintena de carrozas. Entre ellas no faltaron la lámpara del genio Aladino, que representaba el lejano Oriente, lugar de procedencia del rey de la barba blanca (Melchor).


Ante tal cúmulo de personajes de ficción, la pequeña Maica Barriendo, que acaba de cumplir tres años, le preguntaba a su abuela si el genio de la lámpara era quien le iba a traer los regalos este año. Afortunadamente, su prima Teresa la sacó de dudas mientras recitaba de memoria la lista de regalos que había pedido este año. "Esta semana me he portado tan bien que seguro que me traen todo lo que les he escrito. Además, les vamos a dejar un montón de comida en la ventana para que los reyes se queden un ratito más y dejen también cosas para mis primos", apuntó.


La tradición de poner los zapatos en la ventana, acompañados de un plato con dulces y un par de vasos de vino o licor, no es algo típico de Ecuador, o al menos así lo confirmaron ayer los pequeños Belén y Diego, que acompañados de su madre Olga Beatriz y su padre José, disfrutaron por primera vez de una cabalgata zaragozana. "Llevamos viviendo nueve años en la ciudad pero es la primera vez que venimos con los niños y realmente es un espectáculo muy hermoso y muy emocionante. Merece la pena venir solo por ver la cara de sorpresa de los más pequeños", apuntó la matriarca del grupo.


Mientras esperaban el paso del rey Baltasar, su preferido, el grupo de espartanos que acompañaba al monarca Gaspar hizo las delicias de los pacientes espectadores, ya que los soldados eran más rebeldes de lo esperado y no acataban la órdenes de su general en una cabalgata cuyo séquito evocaba la Edad Media y la magia celta.


Antes, sus majestades habían visitado el camping de Zaragoza, donde repartieron regalos y disfrutaron de una buena taza de chocolate con bizcochos, bien caliente. Una merienda propia de estos días navideños y que, en medio del aguacero, hubieran agradecido las miles de personas que presenciaron todo el recorrido sin moverse ni un centímetro de la acera. "A los pequeños no los movemos ni con una grúa, tienen que entregar sus cartas a los Reyes, pero mañana igual estamos todos en urgencias", indicó Manuel Benedí, apostado con sus pequeñas en las inmediaciones de la plaza de España.


Piratas y dinosaurios

En Teruel, el tiempo dio una tregua y las temperaturas fueron más benévolas que en otras ediciones. En esta ocasión, una docena de caballos dirigió la cabalgata de los Reyes Magos por sus calles en una comitiva que partió con puntualidad de la calle Jerónimo Soriano, en el Polígono Sur, y se dirigió a través del viaducto hasta el otro extremo de la ciudad, en el barrio de San León, repartiendo 2.500 caramelos sin gluten. Decenas de niños contemplaron extasiados el recorrido de los Magos a los que acompañaban catorce carrozas decoradas con luces brillantes y con variopintos motivos. Destacaron por sus adornos más originales las de los barrios rurales, como la carroza de Concud, con un Mamut que recordaba su tradición paleontológica; o al de San Blas, que simulaba un barco pirata cargado de bucaneros. En la caravana no faltaron réplicas de las torres mudéjares de la capital, ni elementos típicos de la narrativa infantil, como casitas de paja, personajes del cuento de Hamelin o animales mitológicos.


En Huesca, la magia de la víspera de Reyes hizo posible que la cabalgata transcurriera sin problemas. Llovió antes de que la comparsa comenzara su recorrido y al concluir los fuegos artificiales, pero dio una tregua durante todo el recorrido. En el desfile de este año, los Reyes llegaron en dromedarios y solo hubo dos carrozas, una de juguetes y otra con las mairalesas infantiles. La animación de calle consiguió que las sonrisas no desaparecieran en toda la tarde.