SALUD

La cifra de mujeres de más de 40 años que dan a luz en Aragón se ha duplicado en una década

"Doctor, yo estoy empezando a progresar en mi trabajo, no puedo quedarme ahora embarazada". Este es el razonamiento que los ginecólogos aseguran que escuchan a diario en sus consultas. Son mujeres de más de 30 años que posponen la maternidad. Muchas, hasta una década después. Los avances científicos, los sanitarios y los estilos de vida han hecho que las madres añosas sean una realidad. En Aragón, por ejemplo, la cifra de mujeres que tienen hijos cuando ya han cumplido los 40 avanza inexorablemente cada año que pasa. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en la Comunidad la cifra se ha más que duplicado.


En 1996, daban a luz superada esta edad menos de 5 mujeres de cada 1.000 (en concreto, 4,77). De ellas, un 0,15 tenían más de 45 años. Una década más tarde, en 2006 -de donde se extraen los últimos datos disponibles del INE- son ya casi 11 de cada 1.000, y las mayores de 45 son 0,49 de cada 1.000.


¿En qué datos se trasforman estos porcentajes? De los aproximadamente 11.000 alumbramientos del año 2006 (actualmente ya se superan ampliamente los 12.000), 447 correspondieron a mujeres de entre 40 y 45 años y otros 18 a aquellas que dieron a luz entre los 45 y los 50.


Diez años antes -cuando además nació un 25% menos de niños-, solo se registraron 177 alumbramientos de mujeres entre 40 y 50 años. Es decir, ahora hay más del doble de madres añosas que antes. Además, según las estadísticas, Huesca está a la cabeza en cuanto a madres de mayor edad, seguida de Zaragoza y, de lejos, de Teruel.


La tendencia se observa en todos los rangos de edad. Ahora, unas 7.500 aragonesas pasan por el paritorio cuando tienen entre 30 y 40 años. Solo 2.650 lo hacen entre los 25 y los 29. Hace una década, quedaron registrados casi 3.000 alumbramientos de chicas que lo hicieron en esta franja de edad, mientras que poco más de 5.000 esperaron a estar entre los 30 y los 40 años.


Las cosas se complican


Esta es la realidad, pero en esta ocasión no coincide con la que sería la mejor de las situaciones. Los expertos coinciden en que la década idónea para tener descendencia se sitúa entre los 25 y los 35 años. "A partir de esta edad las cosas se complican, tanto para la madre como para el bebé, y la fecundidad baja", explica Mercedes Sobreviela, ginecóloga en el Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. "Nuestras pacientes retrasan cada vez más la maternidad, pero lo cierto es que no renuncian a tener hijos, y cuando llega el momento, hay que tomar más precauciones", concreta.


Esta profesional asegura que son ya muchas las mujeres que eligen la barrera de los 38 años para quedarse embarazadas. "Lo sabemos y ponemos todos los recursos a su disposición, y son más tanto para la madre como para el bebé", concreta.


Se considera que existe riesgo a partir de los 35 años. Superada esta franja de edad, se hacen ecografías más específicas y controles más intensivos de diagnóstico prenatal. Hay más riesgo de malformaciones y una placenta envejecida supone que el niño no crezca adecuadamente, por eso muchos nacen bajos de peso.


La madre también tiene que pasar más pruebas. El embarazo supone una sobrecarga cardiaca y metabólica y son habituales los casos de hipertensión, diabetes gestacional o los que pueden terminar en cesárea, ya que hay más riesgo de tener placenta previa -es decir, que esta cubra el cuello del útero-.


"Es bueno que las mujeres sean conscientes de todo esto. No obstante, nosotros nunca vamos a prohibir una embarazo a esta edad por causas de este tipo", dice la doctora Sobreviela.


Cuando la madre tiene ya a partir de 45 años, el riesgo de malformaciones fetales o de cromosomopatías es infinitamente superior. Además, muchas madres de avanzada edad recurren a la reproducción asistida, ya que la fertilidad disminuye con la edad, pero el sistema público no la cubre si ya tienen más de 40 años.


Sobre las madres de más de 50 años, los especialistas de la Comunidad mantienen de forma mayoritaria que esta situación es ya una decisión contra natura. Nada avala que una mujer espere al fin de su edad fértil, a la menopausia, para concebir hijos.